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Norcorea, el dedo en el gatillo, por Mirko Lauer

Es posible que los soldados norcoreanos no lleguen a tener oportunidad de combatir en Ucrania. Han sido movidos de un extremo del mundo al otro, para encontrarse con un panorama de misiles donde la infantería podría no tener mucho que hacer. Pero la presencia de estos gurkas del Imperio ruso le ha dado un toque mundial al conflicto en Ucrania.

Los gurkas son soldados nepaleses reclutados hace 200 años por el Imperio británico, y que todavía hoy integran un destacamento reconocido por su calidad como fuerza combatiente. No es el caso de los jóvenes norcoreanos, que solo han participado en los sombríos desfiles de la familia gobernante de Corea del Norte.

Pero aun si no se trata precisamente de gurkas, el traslado de soldados desde los confines del Asia hasta la frontera de Europa produce en el Viejo Continente reacciones atávicas sobre invasiones desde otras culturas. La invasión árabe a España del 712 dC, o la de los soldados marroquíes de Francisco Franco durante la guerra civil española.

Pero no estamos ante una mera exhibición de gurkas extemporáneos. Kim Jong-un, el supremo norcoreano, es tercera generación de vehementes odiadores de occidente y un profesional de la amenaza nuclear, expresada en frecuentes cohetes lanzados por sobre los espacios aéreos de Corea del Sur y Japón. El socio ideal para Vladímir Putin.

Pero si a Europa la tropa norcoreana le evoca situaciones de hace siglos, y le confirma algunas desencaminadas sospechas sobre una Rusia asiática, a los EEUU la presencia de Piongyang en un teatro de operaciones occidental trae a la luz la Segunda Guerra en el Pacífico. ¿Necesita Putin realmente a esos 10.000 soldados? ¿O son para efecto psicológico?

No es casual que en su aterrador libro Nuclear War: A Scenario, aparecido este año, Annie Jacobsen ubique el inicio de esa catástrofe en un misil norcoreano Hwasong-17 lanzado sobre los EEUU. Hay más de un candidato para ejecutar la amenaza que viene lanzando Putin. El más ansioso de ellos ahora ha obtenido una baza en el juego mortal de la guerra en occidente.

Joe Biden usó el argumento de los norcoreanos en Ucrania para entregar a Kiev misiles y otras armas que les había negado semanas antes. Quizás fue un pretexto para mancharle la pechera a Donald Trump. Pero de los muchos visitantes a occidente, los soldados de Kim Jong-un no son los que preferimos.

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