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La obra del Templo Romano de Córdoba acabará en enero tras una década de retrasos

Abc.es 
Más de una década después, el final del proceso para restaurar el Templo Romano y permitir que sea visitable empieza a estar cerca. El Ayuntamiento de Córdoba espera que en las próximas semanas, con el día 29 de enero como límite por ser la fecha que se dio a la empresa para terminar, estén listas las obras que tienen que permitir el acceso de los visitantes a una zona que apenas se pudo conocer de cerca y por dentro durante el año 2014, y que ha pasado los últimos tiempos con una cadena de obras fallidas , planes que no se cumplieron y proyectos que tuvieron que modificarse por muchas circunstancias. Fuentes del Gobierno municipal de Córdoba confirmaron a ABC que los trabajos continúan a buen ritmo, y que ahora se está ultimando la escalera de obra que permitirá ascender al pronaos , es decir, a la zona de culto del templo propiamente dicha. Al pie de las columnas que se reconstruyeron a partir de los capiteles que se encontraron en la década de 1950, y que permitieron conocer el templo de culto imperial , de hacia el siglo I después de Cristo, con lo que la visita será una novedad estricta para los cordobeses. Desde hace muchos años conocen el conjunto, pero pocos son los que han podido subir hasta la zona más elevada. No se tardará demasiado: como ya había avanzado el alcalde de Córdoba, José María Bellido , en las primeras semanas la visita será gratuita para todos los ciudadanos, y estará organizado por la Delegación de Cultura del Ayuntamiento. A partir de entonces, sin saber la fecha, será el momento para que comience a establecerse un sistema de entrada , que podría ser parecida a la del resto de museos y monumentos municipales: el Alcázar de los Reyes Cristianos, los Baños del Alcázar Califal, el Romero de Torres y el Taurino. El Ayuntamiento todavía no ha avanzado cuál será el procedimiento exacto, pero sí que se espera contar con el conjunto terminado para el primer mes de 2025, y que el plazo no puede terminar de la fecha de la última prórroga, que fue el 29 de enero. A partir de ahí habrá «unos meses» en que la visita podrá ser gratuita, y en que cualquier ciudadano podrá hacer un recorrido inédito hasta ahora, en que las columnas habían permanecido siempre a la vista y al aire libre, pero sin acceso al corazón del recinto. En este tiempo también se trabaja en las estructura de madera y cristal que están contempladas en el proyecto, con la idea de que en las primeras semanas de 2025 los cordobeses y visitantes puedan por fin conocerlo en el interior. El pronaos, la plataforma elevada sobre la que se levantan las columnas, es la gran novedad de esta intervención, porque dará acceso a un lugar que hasta ahora sólo se podía ver desde fuera y, en el momento en que estuvo abierto, desde abajo. A partir de ahora los ciudadanos puedan pisar una zona que tendrá suelo de madera, pero que será la parte superior de una gran caja, tras la que estarán algunos restos arqueológicos relacionados con el conjunto. Sobre ella se daba culto a los emperadores , según el sistema religioso de la Roma de esta época. No habrá continuidad con la calle, pero sí un acceso desde la calle María Cristina , un acceso que estuvo operativo hasta el año 2014, y que podría ser el que se vaya a utilizar ahora para conocer el conjunto. A su vez, también la zona inferior ofrecerá elementos que se pueden conocer, con lo que será un recorrido amplio. Y lo cierto es que será una estampa novedosa, al menos en más de una década, porque desde el último momento en que los ciudadanos pudieron pasar al interior del recinto que está junto al Ayuntamiento de Córdoba habrán pasado diez años precisamente. La última época en que el Templo Romano fue visitable era con el popular José Antonio Nieto en la Alcaldía. El proyecto final llegaba después de una larga espera y de una lista que parecía interminable de obras fallidas, contratos a medias y esperas. La Gerencia Municipal de Urbanismo adjudicó la obra a finales de 2023 a la empresa ICC por una cifra de 697.000 euros, y comenzaba en diciembre. En teoría tendría que haber terminado en agosto, y de hecho en verano se daba la obra por prácticamente terminada, pero poco después, ya a finales de octubre, se anunció que se había dado un nuevo plazo a la empresa para culminar la obra. Por eso finaliza el 29 de enero. Cuando por fin abra sus puertas habrán pasado unos doce años después del momento en que el Ayuntamiento de Córdoba se puso como meta abrirlo y que se pudiera visitar. Fue bajo el mandato en la Alcaldía de José Antonio Nieto y entonces el Gobierno municipal dedicó 200.000 euros a una primera fase de restauración que empezó a mostrarse el 3 de diciembre de 2013. Ese día se eliminaron las vallas que lo cerraban antes y se sustituyeron por una protección de metacrilato que permitía verlo desde cualquier punto de la calle Claudio Marcelo . Además, la Fundación Sevillana Endesa costeó con 95.000 euros una nueva iluminación artística que empezó a dar un nuevo valor al espacio. No era más que el principio, pero aquello suponía que los cordobeses empezaban a ver vida y que podían visitar el Templo Romano, aunque fuera sin subir todavía al pronaos, como podrá suceder ahora. En 2014, el Ayuntamiento de Córdoba calculó que habían visitado 80.0000 personas el conjunto histórico y estaba dispuesto a visitar. Dentro del Plan Turístico de Grandes Ciudades, el Ayuntamiento tenía previstas fuertes inversiones en el Templo Romano, de hasta 600.000 euros para crear un centro de interpretación y seguir potenciando las visitas, pero hubo problemas para ejecutar los fondos y al llegar las elecciones municipales de 2015 no habían empezado. Lo que sucedió después tampoco favoreció: el Gobierno municipal quedó en manos del PSOE e Izquierda Unida y el Área de Turismo , de quien dependía el plan en el que estaba incluido el Templo Romano, estaba en manos de Pedro García . No quiso dejar el proyecto de lado, sino que insistió en retomarlo, aunque entre sus decisiones estuvo cerrar el conjunto a las visitas. Y tampoco consiguió ejecutar el plan , que incluía actuaciones en otros puntos patrimoniales en espera permanente, como era el antiguo convento de Regina. El conjunto volvió entonces a ser lo que habían conocido varias generaciones de cordobeses: un monumento antiguo, que no se podía visitar y que tampoco parecía tener el mejor cuidado. Y sucedía lo que sucede con cualquier conjunto arqueológico que está al aire libre: la lluvia y la intemperie hacían crecer la vegetación y la maleza de forma natural e inevitable. A mitad del mandato, el Ayuntamiento licitó una actuación de limpieza, por 200.000 euros, y anunció la continuación de la restauración, que tenía que acometer la empresa extremeña Arqueopec por una cifra de 338.023 euros, lo que suponía una rebaja del presupuesto de liquidación de un 15 por ciento. Las primeras fechas fueron empezar en febrero de 2018 para acabar en seis meses. Es decir, en agosto de ese año, cuando el mandato municipal iba acercándose al final. La realidad fue que los trabajos se empezaron en julio y que en septiembre se detuvieron por problemas de la empresa. En octubre se recuperó algo de movimiento, pero, a pesar de las promesas del Gobierno municipal de entonces, no fue posible continuar con los trabajos, y eso ya era patente en febrero de 2019: la empresa abandonó la obra sin haber llegado al 20 por ciento de los trabajos ejecutados. El Templo Romano tendría que seguir esperando mientras el Ayuntamiento luchaba por la resolución del contrato, que no tendría que ser la que había propuesto Arqueopec , ya en concurso de acreedores , sino de otro tipo, y que también se prolongó durante bastante tiempo, hasta que el nuevo proyecto se pudo adjudicar para comenzar en octubre de 2023 y según los mismos parámetros de conseguir que los ciudadanos pudieran acercarse. Tampoco fue un camino fácil, porque se había anunciado el final de las obras de manera inmediata para el otoño y ahora queda pendiente de cumplir el nuevo plazo del miércoles 29 de enero, que ya tiene que ser el final y su apertura. A partir de ahí tendrán la palabra los cordobeses y foráneos que lo visiten.

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