Milei, «Año I»: Domestica la inflación, pero empobrece al país
Hace ahora un año que un huracán llamado Javier Milei arrasó en las elecciones presidenciales en Argentina, humillando a un peronismo que parecía imbatible en el país. Personificó el ruido y la furia de un país diezmado por la hiperinflación y anestesiado por los subsidios y los planes sociales. «Es la peor herencia recibida desde el retorno de la democracia», diría Milei en su discurso de toma de posesión del 10 de diciembre. Llegó por eso anunciando a los truenos la tormenta que traía consigo: un «electroshock» para reactivar la economía.
En su primer año, logró bajar la inflación en tiempo récord en base a un brutal ajuste fiscal y un máximo recorte del gasto público. Ha reducido al Estado a su mínima expresión, cerrado decenas de ministerios y departamentos y despedido a miles de funcionarios. La «motosierra» ya lleva su marca personal. Lo que se vive hoy en Argentina es una sociedad polarizada entre quienes lo acusan de acabar de hundir el país y quienes lo consideran un salvador.
Se puede decir que doce meses después del inicio de la «era Milei» hay resultados visibles, principalmente económicos, cuentas pendientes que las saben muy bien los gobernadores, los jubilados y los universitarios; a quienes diezmó sus ingresos. Para empezar, Milei celebra este primer año en el poder peleado con su vicepresidenta Victoria Villaroel, su aliada y única compañera en la Cámara de Diputados, cuando, según su propia confesión, nadie daba «un mango por ellos». En el trayecto ha declarado la guerra a casi todas las figuras representativas de la política y la sociedad argentinas, fundiéndolos en el mismo saco de «la vieja casta política». Ha lanzado diatribas contra diputados y senadores, gobernadores regionales, rectores de universidades, dirigentes sindicales y ahora ha arremetido contra los periodistas, a quienes ha llamado «extorsionadores» y «ensobrados».
En el plano exterior, ha armado su propia agenda internacional; se ha peleado con la mitad de presidentes de la región, entre ellos Lula Da Silva de Brasil y Gustavo Petro de Colombia; ha echado a su exitosa canciller por votar en la ONU en contra del veto a Cuba; ha estrechado la mano a Donald Trump y a Xi Jinping, el mandatario «comunista» de China con quien juró en campaña romper relaciones. Además de lucirse en el balcón de la Casa Rosada con Emmanuel Macron, y de disfrutar de una cena con la italiana Giorgia Meloni. Sin duda Milei ha moderado su ideología de choque para abrazar el pragmatismo en la cumbre de G-20.
«Lo más exitoso de Milei en su primer año de Gobierno es haber bajado la inflación y el riesgo país, logrando una estabilidad financiera en base a un proceso de brutal ajuste económico que gran parte de la población lo sufre, pues hay un aumento importante de la pobreza», señala a LA RAZÓN el analista político Hugo Haime. «A partir de ahora, el Gobierno tiene el desafío de lograr el crecimiento económico y de mejorar la calidad de vida de los argentinos».
Para Bibiana, madre soltera de cuatro niños y una adolescente de 17 años, que acaba de darle una nieta, «las cosas aumentaron mucho, hay días que no se puede comer, hay gente que no tiene trabajo». Está todo caro, no hay medicamentos y encima han cerrado los comedores, donde mis hijos podían ir a comer algo». Ellos sobreviven en el barrio pobre de El Porvenir en Neuquén, provincia al sur de Argentina, con menos de 200 dólares al mes. Y aunque ha visto que los depósitos por las llamadas «asignaciones por hijo» que otorgó el kirchnerista han aumentado durante el Gobierno de Milei, cada vez le alcanza menos ante la subida de los precios. Bibiana es una de las víctimas del ajuste brutal que emprendió Milei para lograr el superávit fiscal.
Los analistas argentinos coinciden que ahora el reto que le espera para los próximos años es mejorar la vida de los argentinos. La pobreza ya alcanza al 53% de la población y la indigencia también se ha profundizado.
«El Gobierno se ha consolidado en dos terrenos, en su gestión económica y en su estrategia política», resume a este diario Marcos Novaro, sociólogo y autor de «Historia de la Argentina contemporánea». «Gobernar solo con un Gobierno en minoría con alianzas puntuales para aprobar algunos proyectos de ley y defender los vetos y decretos ha sido una fórmula exitosa». «En varios aspectos es exitoso y en términos económicos ha logrado que su programa que era bastante cuestionado al comienzo tenga más consenso entre los economistas», explica.