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Cómo poner "patas arriba" un museo: la reflexión del MNAC sobre género, raza y clase

El director del Museu Nacional d'Art de Catalunya afronta el reto de repensar la institución de cara a su futura ampliación que se espera culmine en 2029

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“El MNAC es ya de largo el tercer museo del Estado y con la ampliación lo será todavía más”, asegura Josep Serra durante la presentación del programa para 2025. Serra es el director de esta institución, creada en 1990 con la unión de las colecciones del Museo de Arte Moderno y el Museu d'Art Romànic de Catalunya, pero que echó a andar con el formato actual en 2005 gracias a un consorcio constituido a partes iguales por la Generalitat, el Ayuntamiento de Barcelona y el Ministerio de Cultura.

El MNAC, Museu Nacional d'Art de Catalunya, al que su máximo dirigente atribuye “una historia muy accidentada”, nació siguiendo la estela del proyecto concebido por el historiador y museísta Joaquim Foch i Torres en los años 30 del siglo pasado. Su misión ha sido, hasta ahora, tanto acoger la obra de los artistas catalanes de todas las épocas como ubicar las donaciones realizadas desde las colecciones privadas, para así realizar un compendio del patrimonio artístico de Catalunya, tuviera o no el creador origen en esta comunidad.

Pero Serra tiene claro que el MNAC se encuentra ante un tiempo nuevo que exige un replanteamiento total del museo –“ponerlo patas arriba”, dice– y sumarlo a la actual conversación internacional de relectura y revisión tanto de las colecciones que poseen los museos como de su función como instituciones culturales y sociales.

A la búsqueda de un nuevo museo

Con un torrente de palabras que encadenan sin pausa una idea tras otra, Serra incide una y otra vez en que “el MNAC tras la ampliación no será un museo ampliado, sino un museo nuevo”, completamente distinto en sus planteamientos. “Se trata de releer todas las colecciones, incluso la de románico y gótico [una de las más importantes del mundo], porque el arte románico y el gótico han influido a numerosos artistas de la modernidad”, enfatiza.

Matiza seguidamente que “seguramente las revisiones de hoy no valgan para dentro de unos años, por lo que tenemos que crear un sistema de revisiones continuadas”, una idea que recuerda a la “revolución permanente” que predicaba Trotsky. Para apoyar esta demanda, revela que “la conversación museística ha cambiado más en los últimos 25 años que en los dos siglos precedentes”. “El museo ochocentista e ilustrado, el convencional, hace tiempo que no nos vale”, remacha.

Así que, según su director, el MNAC quiere aprovechar la ambiciosa ampliación en ciernes, que le permitirá disponer de más del doble de superficie expositiva que tiene ahora, para reordenar las preferencias y las funciones del museo. Serán más de 8.000 metros cuadrados destinados a las colecciones estables y otros más de 3.000 metros para las exposiciones temporales. Dichas exposiciones dejarán de ser la clásica exhibición de fondo de archivo para, en palabras de Serra, “aplicar una revisión lógica de género y de raza, pero también burguesa”. “Porque mucho del arte que alberga el MNAC tiene origen burgués”, apostilla.

"El MNAC post-ampliación no será un museo ampliado, sino un museo nuevo"

Pepe Serra, director del museo

También aclara que, a pesar del necesario aumento de superficie que aportará la ampliación –buena parte de los fondos del MNAC no tienen actualmente espacio para mostrarse– , “la idea es que las obras no tengan necesariamente salas fijas destinadas, sino que se exhiban según la conveniencia del argumento expositivo”. En otras palabras, el contenido de las salas, sobre todo en el nuevo espacio, irá variando según las necesidades.

120 millones y la duda de la conexión

Por otro lado, según explica el equipo de Serra, la actual sede del Palau Nacional se destinará casi exclusivamente a las colecciones de arte románico, gótico y el resto de obras de relevancia, mientras que la pintura catalana del cambio de siglo y de las vanguardias (modernismo, renacentismo, etc.) pasarán al nuevo espacio del Palau Victoria Eugenia, que dista 50 metros del MNAC.

El presupuesto calculado es de 120 millones, de los cuales 69 irán a parar a la restauración y acondicionado del Palau Victoria Eugenia, 12,7 a las transformaciones y reordenación de la actual sede; otros 13 millones serán para el pago de impuestos, honorarios y otras liquidaciones y hay que añadir otros 11 millones para la museografía de los dos espacios que conformarán el MNAC tras la ampliación.

La conversación museística ha cambiado más en los últimos 25 años que en los 200 precedentes

Pepe Serra, director del MNAC

Finalmente quedan 12 millones más destinados a la conexión de ambos espacios, entre los que median medio centenar de metros y un cierto desnivel. “Tanto el Palau Nacional como el Victoria Eugenia, al igual que el espacio que los separa, fueron construidos para la Exposición Universal de Barcelona de 1929 y están declarados patrimonio, por lo que difícilmente el Ayuntamiento permitirá que se alteren”, explica Serra. Se piensa, por tanto, en o bien un túnel subterráneo que los conecte o quizás algún tipo de pasarela elevada.

Para solventar esta conexión, así como para acondicionar los palacios, más de 60 despachos de arquitectura de todo el mundo han realizado propuestas en un concurso que hace algo más de un mes quedó reducido a cinco proyectos. A partir de ahora, los cinco recibirán una remuneración de 30.000 euros para su desarrollo, con la vista puesta en marzo de 2025, cuando el jurado decida el ganador. Será entonces cuando se inicie una reforma que se espera que termine en 2029, para aprovechar el centenario de la Exposición Universal de 1929.

Colaboración más intensa con otros museos

Serra también deja claro que la ampliación no supondrá en principio un plan de grandes adquisiciones para llenar las nuevas salas, pero sí ayudará a concretar las cesiones de fondos de algunas fundaciones privadas y familiares que, según él, “pasan por momentos financieros muy complicados”. Para el director, el nuevo museo debe poder acoger todas estas colecciones.

Respecto a la colección de pintura catalana que la baronesa Thyssen cedió en 2005 al museo y que se rumorea que ahora quiere retirar para su museo privado en passeig de Gràcia, o bien para su museo de Sant Felíu de Guixols, Serra asegura no sentirse en absoluto preocupado: “La colección de la baronesa nos aporta una obra crucial para el museo como es La catedral dels pobres [de Joaquim Mir], pero el MNAC no necesita en absoluto el conjunto de la misma para ser el museo que es”.

El MNAC no necesita en absoluto el conjunto de las obras cedidas por la baronesa Thyssen para ser el museo que es

Pepe Serra, director del museo

Finalmente, en la nueva visión de Serra, el MNAC también debe dejar de ser un concentrador de arte para convertirse en un espacio de cesión a otros museos de Catalunya de menores dimensiones pero que para él “no son menos importantes”. Habla tanto de cesión de obra para exposiciones temporales, ya sea en Sitges, Girona, Lleida, La Junquera –como sucederá este año con una exposición sobre Francesc Galí– o Tortosa, como de prestar a los comisarios y curadores del MNAC a dichas instituciones para que las asesoren. De este modo, la función del nuevo MNAC se extiende a todos los ámbitos del territorio catalán.

2025, un programa ambicioso

En cuanto al programa presentado, Serra destaca que quiere ser ya una programación para el nuevo museo incluso antes de la ampliación. Pone el ejemplo de la exposición Zurbarán (sobre) natural, que se estrenará el 20 de marzo y reunirá por primera vez las tres versiones de San Francisco según la visión del papa Nicolás V, una de ellas propiedad del MNAC y las otras dos del Musée des Beaux-Arts de Lyon y el Boston Museum of Fine Arts.

Sobre estas tres pinturas pivotarán diversos trabajos pictóricos y fotográficos, algunos realizados expresamente para la muestra y que reflejan la influencia que el genial pintor del Siglo de Oro ha tenido sobre otros artistas como Alfons Borrell, Toni Catany, Joan Hernández Pijuan, Josep Guinovart, Antoni Llena, Aurèlia Muñoz, Marta Povo o Antoni Tàpies.

Adicionalmente, de mayo a septiembre se podrá observar en la cúpula del museo el trabajo videográfico From the center, de la artista pionera de este tipo de instalaciones Eugènia Balcells. Se trata de una obra de doce paneles con vídeos dispuestos de manera circular, de forma que evocan los monumentos megalíticos de la antigüedad, como Stonehenge. 

En cuanto al programa presentado, Serra destaca que quiere ser ya una programación para el nuevo museo incluso antes de la ampliación

También Marcel·lí Antúnez, más conocido por su faceta de líder de La Fura dels Baus, presentará a partir de diciembre de 2025 un mural colaborativo en la misma cúpula. Y, en palabras de Serra, “para situarnos en el actual contexto de guerra”, el MNAC dedicará una exposición al viñetista Mario Armengol, que satirizó a Hitler con sus dibujos durante la gran guerra al servicio de Reino Unido. Llevará el título de Tinta contra Hitler. La temática pacifista se completará con una muestra de los dibujos que el cartelista andaluz José Luis Rey Vila, Sim, hizo sobre los avatares de la Guerra Civil en Catalunya.

Para terminar, destacar que el MNAC también dedicará el próximo otoño una exposición a los depósitos franquistas del SDPAN, el Servicio de Defensa del Patrimonio Nacional, creado a partir de 1938 en todos los museos de España con obras de arte incautadas al Gobierno republicado tras su derrota. La intención es mostrar las 128 piezas artísticas cuyos dueños todavía no han reclamado y reflexionar sobre el expolio artístico en situaciones de guerra.

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