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«Hay que saber todo lo que hay detrás de un niño abandonado»

Para llegar hasta aquí ha atravesado todo un desierto. Un desierto interior, evidentemente, porque Luda viene justo del otro extremo: de Kochenevo, un pueblo de la profunda Siberia donde nació hace 23 años. Su vida no ha sido fácil. No sólo porque su madre biológica la abandonó en el hospital tras dar a luz, sino porque cuando llegó a Madrid, con solo tres años, la adaptación no fue nada sencilla. Y no porque su familia adoptiva no parar de darle amor, sino por todos los traumas que su cerebro había ido registrando a lo largo de sus primeros meses de vida, donde por más que lloraba, nadie la cogía en brazos. El cerebro anotó el «mensaje» y «dijo»: «Ok, llorar no sirve para nada». Con 15 años le diagnosticaron «disociación del dolor»: «Significa que tu cerebro ya ha bloqueado la sensación al haber experimentado que llorar no sirve para nada», cuenta. Esto le llevó a no sentir dolor, frío, hambre.

Margarita, su madre adoptiva, comenzó a sospechar que algo raro pasaba con Luda cuando se caía y no lloraba. Daba igual que se partiera un diente, que se hiciera una brecha o que le salieran ampollas por unos zapatos nuevos. La niña ni se quejaba y eso, evidentemente, no era buena señal. Tardaron en saber lo que era la disociación y que Luda lo había trasladado a cualquier sensación desagradable. De hecho, a día de hoy, puede seguir sin sentir hambre o frío, confiesa.

Desde luego no ayudó en su proceso de adaptación el bullying que sufrió en el colegio y el instituto. Siempre se sentía «la rara» y, por mucho que intentaran ayudarla en casa, ella se bloqueaba: «Es que no lo entenderías», decía siempre. Una frase que ahora da título a su primer libro ("No lo entenderías". Editorial Aguilar). Lo ha escrito porque dice que es lo que le hubiera gustado leer a ella: por fin uno de adopciones escrito por un adoptado y no solo por los padres o expertos. Es aquí donde ella hace un especial hincapié. Para adoptar a un niño, desgraciadamente, no basta solo con el amor. Cree que los profesionales deben saber explicar a las familias las particularidades de los niños que adoptan en función del país de origen o sus circunstancias vitales. «Es muy importante que los padres conozcan que a una niña como yo, por ejemplo, que ya ha sentido el abandono, no la puedes castigar dejándola sola en un cuarto porque lo que disparas dentro de ella es algo desgarrador que nada tiene que ver con el motivo del pequeño castigo. Pero claro, los padres tienen que informarse», explica.

También resalta la importante labor de profesionales de la salud mental especializados no suele bastar con uno generalista. Luda ahora ha anotado muchos logros en su haber, no sin sufrimiento; el último publicar este libro para que un adoptado pueda entender mejor lo que le pasa. «Bueno, quizás no porque da igual lo que cuente: no lo entenderías».

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