¿Adiós al libre comercio?
Sin haber llegado a la Casa Blanca, el presidente electo Donald Trump anunció un incremento de aranceles para varios países. El caso de China es la crónica de una muerte anunciada, pero lo que sorprende es el incremento del 25 % a México y Canadá, sus dos principales socios comerciales, lo que representará un fuerte golpe para los bolsillos de los estadounidenses.
Gracias al acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá, sumado a los fuertes aranceles impuestos a China durante la primera administración de Trump —e incluso incrementados durante la presidencia de Joe Biden—, México se convirtió en el socio comercial número uno de Estados Unidos, mientras que Canadá pasó al tercer lugar.
¿Qué implicaciones tendría este incremento del 25 %? Sin duda, un alza en el precio de varios productos estratégicos. En el caso de Canadá, que es el mayor exportador de gas a Estados Unidos, este arancel afectará fuertemente los costos de energía, un insumo esencial.
Los altos precios beneficiarán a los proveedores estadounidenses, quienes no tendrán incentivos para una rápida sustitución. Además, esta sustitución no es fácil, ya que requiere inversiones a mediano y largo plazo.
Para México, cuyas mayores exportaciones incluyen vehículos, el nuevo arancel implicaría el regreso de varias fábricas a Estados Unidos, pues el alto tributo podría eliminar las ventajas de los menores costos laborales.
Otro rubro importante son los alimentos frescos provenientes de México, algunos de los cuales Estados Unidos no puede producir debido a sus condiciones climáticas. La pregunta es cómo sustituir estos productos sin afectar el bolsillo de los estadounidenses.
Este es tan solo el comienzo de “otra guerra comercial”, especialmente porque quedan por definirse las medidas contra la economía china. China ya se prepara con una lista de restricciones a la exportación de insumos indispensables para la producción estadounidense, como el litio y las tierras raras.
La pregunta de rigor es si esto significará el debilitamiento de otra organización multilateral, como la Organización Mundial del Comercio (OMC). Serían pésimas noticias para países como Costa Rica, cuyo tamaño y capacidad económica hacen que su principal defensa sea el derecho internacional.
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