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Al Jolani, un líder yihadista con aires de Fidel Castro

En menos de dos semanas y gracias a la fulgurante operación militar que ha llevado a una amalgama de facciones rebeldes a hacerse con varias ciudades del norte y centro de Siria, el semidesconocido Abu Mohammed al Jolani, líder de la insurrección contra el régimen de Bashar al Asad, se ha convertido en una de las figuras más populares de Oriente Medio.

Al frente del conocido como Hayat Tahrir al Sham (HTS), una organización nacida de los rescoldos del Frente Al Nusra, Ahmed al-Sharaa -que es su nombre real, revelado esta semana- ha sido capaz de reactivar un conflicto bélico latente desde hace cinco años y arruinar el futuro de la dictadura del Partido Baaz.

Aunque al frente de una milicia nacida de una organización como el Frente Al Nusra, desde el inicio de la ofensiva rebelde Al Jolani ha hecho gala de un discurso templado, de la misma manera que el propio Hayat Tahrir al Sham venía en los últimos años moderando su imagen después de romper con Al Qaeda en 2016. No en vano, su apariencia pública trata de alejarse de la clásica de un líder de milicia yihadista al haber prescindido en público del clásico uniforme militar y hay hasta quienes ven similitudes físicas con el joven Fidel Castro de tiempos de la revolución cubana.

En este sentido, el miércoles pasado Al Jolani fue fotografiado en la ciudadela de Alepo acompañado por un soldado de HTS portando una bandera de la revolución siria, otrora símbolo considerado apóstata por el Frente al Nusra donde el líder rebelde combatió, en un gesto dirigido al resto de las fuerzas y movimientos opositores al régimen.

Según ha afirmado en sus intervenciones públicas de las últimas semanas, su objetivo no es otro que asumir el control en Damasco, como ha ocurrido este domingo, a fin de «construir» el Estado. No en vano, ante las cámaras de la CNN el pasado viernes, el líder de la ofensiva insurgente defendía la creación de un gobierno basado en instituciones y con «consejo escogido por el pueblo».

Las semillas de la derrota estuvieron siempre dentro del régimen (…) y los iraníes tratarán de revivirlo, ganando tiempo, y después los rusos intentarán también de apoyarlo. Pero la verdad permanece: este régimen está muerto», afirmó. No se equivocaba. Ayer volvió a dirigirse en público a los sirios ante las cámaras de la TV estatal para dejar claro que «no hay marcha atrás» y que los insurgentes tienen la determinación de «continuar la vía iniciada en 2011 durante la Primavera Árabe».

Al Jolani, que debe su nombre a su cuna familiar, los Altos del Golán -ocupados desde 1967 por Israel-, nació en Riad (Arabia Saudí), donde su padre trabajaba como ingeniero. Con apenas 20 años, empezó a tejer lazos con Al Qaeda, al unirse a los extremistas que combatían a las tropas estadounidenses en Irak. Durante ese tiempo, Al Qaeda se hizo con el control de grupos afines y formó el Estado Islámico de Irak, liderado por Abu Bakr al Baghdadi.

En 2011, en plena Primavera Árabe, un levantamiento popular contra Asad en Siria desencadenó una brutal represión gubernamental y desencadenó una guerra civil y un conflicto regional. La influencia de Al Jolani creció cuando Al Baghdadi lo envió a Siria para establecer una rama de Al Qaeda que adoptará el nombre de Frente al Nusra. Estados Unidos designó al nuevo grupo como una organización terrorista.

En 2016, Al Jolani mostró su rostro al público por primera vez en un mensaje de video que anunciaba que su grupo cambiaba su nombre a Jabhat Fateh al-Sham —el Frente de Conquista de Siria— y cortaba sus lazos con Al Qaeda. «Esta nueva organización no tiene afiliación con ninguna entidad externa», aseguró entonces. El cambio de estrategia era evidente.

El movimiento allanó el camino para que Al Jolani afirmara el control total sobre grupos armados divididos. Un año después, su alianza se volvió a renombrar como Hayat Tahrir al-Sham — que significa Organización para Liberar Siria — mientras los grupos se fusionaban, consolidando el poder de Al Jolani en la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria.

Por el momento, cuenta con la confianza del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, pieza clave en los diez días que tumbaron el régimen del Partido Baaz. Con la alegría del final de una dictadura que los ha sojuzgado durante más de medio siglo, los sirios -entre ellos una menguante minoría cristiana- aguardan tiempos mejores sin perder de vista los estragos que el yihadismo ha hecho en el pasado reciente en el país.

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