Castilla y León, donde el agua dulce da vida a grandes vinos
Desde que nace, allá a 2.160 metros de altitud en los Picos de Urbión, en la provincia de Soria, hasta que desemboca en el Atlántico por Oporto tras adentrarse en Portugal en tierras zamoranas, los 897 kilómetros de discurrir del Duero marcan de extremo a extremo la configuración de las nueve provincias de Castilla y León. A lo largo de su surcar, trazando meandros, abriéndose hueco en los terrenos más duros y cogiendo más velocidad en las llanuras, el paso del principal río de la Comunidad ha ido determinando a lo largo de los siglos la ubicación de numerosos edificios, castillos, catedrales, conventos, puentes... y también un patrimonio vitivinícola . Diferentes altitudes, suelos de distintos orígenes, pendientes y zonas climáticas que conforman una diversidad difícil de igualar dan como resultado distintas regiones vitivinícolas con personalidades y caracteres diferentes. Y hasta 16 figuras de calidad que recorren las tres áreas geográficas principales -la del propio Duero, la atlántica y las más meridional- de una comunidad tan extensa como Castilla y León, con más de 94.000 kilómetros cuadrados. Arlanza, Arribes, Bierzo, Cebreros, Cigales, Ribera del Duero, Rueda, Sierra de Salamanca, León, Toro, Valles de Benavente, Valtiendas y Tierra del Vino de Zamora, las Denominaciones de Origen Protegidas (DOP) que amparan con el máximo sello de calidad la producción, al igual que la de tres vinos de pago elevados a ese sumun: Abadía de Retuerta, Dehesa Peñalba y Pago de Urueña. Todas en Castilla y León, tierra de patrimonio cultural y natural y también vitivinícola. Todas en la misma Comunidad, pero cada una con su propia particularidad de un territorio en el que existen vestigios de que hace más de 2.500 años ya se producía y consumía vino. Se han hallado restos en el yacimiento vacceo de Pintia , en terrenos de Padilla del Duero -pedanía de la localidad vallisoletana de Peñafiel- en lo que hoy en día es plena Ribera del Duero , la más extensa denominación de origen de Castilla y León y la única que lleva en su 'sello' el nombre del principal cauce. Más de 2.000 hectáreas repartidas por las provincias de Burgos, Segovia, Soria y Valladolid, donde no llueve mucho, los veranos son secos, los inviernos largos y rigurosos y las fuertes diferencias y contrastes entre estaciones brindan una maduración de la uva en excelentes condiciones. Tempranillo, la principal variedad de una DO con nombre propio en el mundo de los tintos. Rueda, reina de los blancos, donde ya en época medieval se elaboraba vino y fue con Alfonso VI cuando llegó la Verdejo, la variedad que ha dado fama a esta denominación que tiene en las localidades vallisoletanas de Rueda, La Seca y Serrada su principal foco de producción, pero que se extiende a 53 municipios del sur de la provincia de Valladolid, 17 al oeste de la de Segovia y cuatro al norte de Ávila. Más de 13.500 hectáreas de viñedo de todo un emblema en el mundo del vino. En el centro de la provincia de Burgos, se enclava la DO Arlanza, con poco más de 2.000 kilómetros cuadrados que también se adentran en la vecina Palencia, donde ya en el siglo VII hay datos sobre los vinos, que hoy en día se siguen elaborando junto a esos lugares de interés como Santo Domingo de Silos o Covarrubias que tiempo atrás propiciaron que de sus uvas elaboraran vino. Un paisaje evocador en pleno Parque Natural de los Arribes del Duero aporta su sello también a Arribes, entre las provincias de Salamanca y Zamora. Una DO reconocida en 2007, pero con mucha historia, con testimonios relacionados con la cultura del vino de allá por época medieval e incluso con documentos sobre su actividad comercial regulada en el siglo XV. La autóctona Juan García es la variedad principal, pero su principal característica es su mapa varietal diverso y singular. En una zona de paso entre la costa y el interior de clara influencia atlántica. En una hoya tectónica de 3.000 kilómetros cuadrados donde llegan diversos afluentes de la cuenca Miño-Sil se enclava la DO Bierzo. Allí donde hace dos milenios Plinio el Viejo y Estrabón hablaban ya de Bergidum -nombre que origina el actual nombre de la comarca- como ciudad rodeada de viñedos. Los romanos impulsaron su cultivo y los monjes cistercienses, un poco más. Y ha llegado a nuestros días. Con sus terrazas próximas a los ríos, donde la Mencía es la variedad principal, acompañada de otras como la Godello, Garnacha Tintorera, Doña Blanca, Palomino y Malvasía para sus tintos, rosados y blancos. La más 'joven' , pero también con larga historia es la DOP Cebreros , 35 pueblos y poco más de 1.600 kilómetros en el corazón de la sierra de Gredos, en la provincia de Ávila, en la que su patrimonio más valioso son sus viñas viejas, la mayoría con cepas de entre sesenta y ochenta años, y con la Garnacha Tinta, como la principal variedad, además de la madrugadora Albillo Real. Hay documentos del siglo X que hablan de que en Cigales ya había viñedos . Para el culto y el consumo, los monjes de la zona se proveían ahí de vino. Incluso llegaron a exportar a Francia cuando la filoxera asoló el viñedo galo. Sus rosados y claretes, las más afamadas elaboraciones, con la Tempranillo como la variedad principal de esta denominación que se adentra en las provincias de Valladolid y Palencia, acompañada de otras singulares como la Garnacha. La Rufete es la uva más representativa de la DOP Sierra de Salamanca, ubicada al sur de la provincia . 482 hectáreas de producción, la mayor parte enclavadas en el Parque Natural Las Batuecas-Sierra de Francia, todas en la Reserva de la Biosfera de la comarca Sierras de Béjar-Francia reconocida por la UNESCO, donde ya los romanos tenían sus viñedos. Unas cepas que, plantadas en bancales en laderas orientadas al sur, obligan hoy en día a un trabajo manual. Ya desde la Edad Media, al sur de la provincia de León también ha documentado que se elaboraba vino. Hoy la DO León -que también incluye terrenos en la provincia de Valladolid- sigue la herencia de ese pasado del que también se mantienen múltiples bodegas -cuevas rupestres- excavadas en lomas y promontorios en las que se creaba un clima idea para elaborar vino. La Prieto Picudo, su variedad por excelencia . Hablar de Toro es hablar de vino . Hacerlo con nombre propio de este enclave al sureste de la provincia de Zamora -también entra en la de Valladolid- donde la influencia y paso de hasta cuatro ríos -con el Duero como principal- marcan el carácter de sus vinos. Tintos, pero también blancos y rosados. Y con la variedad Tinta de Toro, la autóctona, como principal. También en tierras zamoranas, la pequeña DOP Valles de Benavente y DO Tierra del Vino de Zamora . E íntegramente en la provincia de Segovia se ubica Valtiendas , a la que su altitud -920 metros sobre el nivel del mar- imprime su particularidad a los vinos. Tintos, blancos y rosados. Todos con sello de Castilla y León . Tierra de sabor a vino, donde las cepas comenzaron a echar raíces siglos atrás y mantienen una tradición convertida en todo un patrimonio.