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'La Hispano-Alemana' (1923). Fábrica de máquinas parlantes en Toledo

Abc.es 
En 1898, además de noticiarse la pérdida de Cuba y Filipinas, algunas gacetas de prensa indicaban el perfeccionamiento de «un curiosísimo aparato», el gramófono. Lo había patentado el alemán Emile Berliner (1887) para grabar sonidos en un disco del que se obtendrían múltiples y baratas copias que luego podían escuchar varias personas a la vez. Este sistema se impuso al fonógrafo de Edison (1877) que registraba el sonido en cilindros de cera, proceso más complejo, costoso y en principio para ser escuchado individualmente. Así nacía el consumo de la música en cualquier momento en espacios públicos o privados. De aquellas novedades los primeros en gozarlas fueron pudientes personas, ciertas instituciones y, con el tiempo, recurso para animar reuniones, fiestas y algunos espectáculos. En Toledo , según la prensa, las primeras audiciones se sitúan en marzo de 1887 en el Seminario Conciliar. En la feria de 1897 en un local de la calle de Barrio Rey, funcionó un grafófono (un fonógrafo mejorado) con audiciones individuales por diez céntimos. En marzo de 1899 se escuchó un Grammophone Berliner en el Casino y, en agosto, un comerciante ya disponía de un fonógrafo de bocina, «sin necesidad de aplicarse a los oídos las trompetillas». Entre 1905 y 1906, el Cinematógrafo Universal instalado en Zocodover emitía música con un gramófono entre cada sesión y, en 1907, el Cinematógrafo Imperial hacia lo mismo en el paseo del Miradero. Los gramófonos se aplicaba a actos solemnes, aunque, en 1913, el Boletín Eclesiástico del Arzobispado los excluyó para acompañar el canto gregoriano litúrgico. Antes de 1900 ya había en España avezados industriales interesados en vender máquinas parlantes e xtranjeras (Edison Phonograph, Berliner Gramophone, Pathé Frères…) y grabaciones de música clásica, valses y de cantantes de ópera. Realmente, los «fabricantes» españoles ensamblaban los componentes importados de las patentes, pues carecían de la oportuna tecnología. Nuestra aportación a la industria gramofónica, según coleccionfb.com, fue el diseño de originales muebles hechos al gusto de la época. A partir de 1910 surgieron firmas locales en Madrid, Barcelona y tres sociedades de cierta entidad: La Hispano-Americana (San Sebastián, 1917), La Franco-Hispano-Suiza (Madrid, 1920) y La Hispano-Alemana, creada en Toledo, en 1921, por el industrial Martin Velasco Vega (1890-1936). Desde 1905, las patentes foráneas ya buscaban distribuidores en Toledo para vender sus productos como hacía La Hispano-Americana . A partir de 1910, ciertos comercios abordaron la venta de aparatos, accesorios, recambios y álbumes de grabaciones. Entre 1913 y 1922 así lo hizo Aureliano Huertas Martínez en la calle Nueva, en su tienda de paquetería, confección, calzado y muebles. En 1917 añadió aparatos de las firmas Pathéfono e Hispano-Americana y en 1918 abrió una «exposición, audición y venta» en Real del Arrabal 26 y 28. Otros céntricos bazares que ofrecieron máquinas parlantes fueron los de Gullón, Gascón, Díaz-Marta o Manuel Moro . Ante los elevados precios, todos facilitaban pagos a plazos. También crecieron las ventas de aparatos obsoletos según aparecían nuevos sistemas, como fue, desde 1925, la aplicación eléctrica en los motores, los amplificadores y los altavoces. El referido comerciante Huertas, en junio 1916, avisaba al público que las ventas a plazos las atendía su «encargado general», Martín Velasco Vega en la tienda y de 8 a 9 de la noche en la calle Airosas, 5. En el mes de agosto la prensa reveló que ambos formaron una nueva razón social: Aureliano Huertas y Compañía. Sabemos que el nuevo socio, entonces con veintiséis años, había sido un obrero de la Fábrica de Armas que ahora emprendía nuevos proyectos. Se integró en la Asociación Defensora de los Intereses de Toledo, creada en 1903 por la mesocracia local para estimular iniciativas que aportasen riqueza a la ciudad. Entre 1919 y 1936 fue represente de la Sociedad de Autores Españoles en la provincia. Por otra parte, ante las elecciones municipales de 1931, figuró en la lista de Coalición Monárquica, aunque no fue elegido. Suscribió ayudas a favor de la crisis obrera, de los homenajes a la Virgen del Sagrario y de las escuelas libres que promovía la Asociación Católica de Padres de Familia. En julio de 1936 fue detenido en el Hotel Castilla, inmediato a su domicilio, y trasladado a la cárcel de Gilitos. Fue asesinado el 23 de agosto junto a reconocidas personas de derechas en una masiva saca alentada por milicias revolucionarias. Parece que Martin Velasco mantuvo la sociedad mercantil con Huertas hasta 1923 a la vez que iniciaba proyectos propios, como fue una fábrica de cartuchos de caza que registró con la marca España . La montó en 1920, en la calle Airosas, con una maquinaria capaz de elaborar «30.000 diarios», aunque, traspasaría el negocio al no poder atenderlo. No obstante, nuestro protagonista, según El Eco Toledano , «verdadera enciclopedia mercantil por la multiplicidad de negocios», proseguía atento a las máquinas parlantes, sus novedades y el comercio de los álbumes con grabaciones de música e intérpretes de diferentes géneros. En 1921 Velasco vendía «máquinas parlantes sin aguja» de La Hispano Alemana , firma que él fundó en Airosas 5. Ofrecía «20 meses de crédito» en todos los modelos, pathéfonos y discos dobles, garantizando las composturas y los accesorios. En 1923 dio un paso más, asociado a sus dos hermanos, creó una fábrica de las citadas máquinas y de «distintos trabajos mecánicos en madera» en la calle «Sacramento, 1 (Arrabal)». Allí se montaban «la famosa Gramola» y veinte modelos de aparatos, alguno destinado a bares y cafés que funcionaban con monedas de diez céntimos. Coleccionfb.com menciona el nombre de tres modelos allí elaborados: Toledo, Alcázar y Orca. Remitía catálogos a toda España y a «nuestras posesiones en África». En la fábrica se ensamblarían los elementos mecánicos (plato, diafragma, agujas, brazo, bocina, etc.) comprados a las patentes, luego se acoplaban en diferentes muebles con maderas de aliso que elaboraban ebanistas y hojalateros. La fabricación de máquinas parlante s iría decayendo a partir de 1927, pues ya surgían receptores de radio de válvulas y los «radiofonógrafos» eléctricos que reunían una radio y un reproductor de discos en un mismo mueble. Esos avances provenían de multinacionales como Philips, firma holandesa que representó Martin Velasco desde 1930 para toda la provincia en su nueva dirección, plaza de San Agustín 7, frente al Hotel Castilla. En esos años, los cafés más señeros disponían de pianolas automáticas y la radio cobrara presencia en cualquier local colectivo. En 1931 el cine sonoro se estrenó en el Casino y los bazares vendían discos de pizarra con grabaciones de zarzuela, pasodobles o coplas de compositores e intérpretes de fama como Fleta, Vives, Guerrero, Gardel, La Piquer, Miguel de Molina... La Hispano Alemana , la artesana fábrica toledana de gramófonos, ya era historia.

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