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“Mi voz encontró su lugar en Malpaís”: Una conversación con Daniela Rodríguez

Daniela Rodríguez no solo encontró su camino en el arte, sino también en su identidad como mujer, madre y artista. Desde su infancia, estuvo rodeada por un entorno que combinaba la música clásica, el movimiento de la danza y el talento artístico de su familia. Esta conexión con el arte la llevó a superar miedos, como su innata timidez, y a descubrir su voz como cantante.

Pero más allá del éxito en los escenarios, Daniela también ha enfrentado profundos retos personales: el duelo tras la muerte de Fidel Gamboa, su padrino artístico, y la complejidad de equilibrar la maternidad con su carrera musical.

Hoy, Daniela no solo es la voz femenina de Malpaís, sino un ejemplo de resiliencia, creatividad y sensibilidad. En esta entrevista, nos comparte su historia, sus desafíos y el camino que la ha llevado a conquistar los escenarios mientras mantiene los pies en la tierra.

“Crecí entre notas y pasos de baile”

Daniela Rodríguez

¿Cuándo empieza tu aventura con Malpaís?

Bueno, te cuento que desde niña estuve empapada en el mundo artístico y cultural gracias a mis padres. Mi papá, Iván Rodríguez, es el violinista de Malpaís, y mi mamá, Florencia Chávez, bailarina, así que crecí entre las notas de la música clásica y los movimientos del ballet. Mis primeros pasos en la música fueron a los 7 años, cuando mi papá me inscribió en la Sinfónica Infantil. Empecé estudiando chelo, pero, siendo honesta, lo odiaba. Era una niña y no entendía por qué tenía que dedicar tanto tiempo a practicar. Solo quería jugar. Finalmente, mi papá se dio cuenta de lo difícil que era para mí y decidió sacarme.

Mi papá y Fidel Gamboa, el fundador de Malpaís, eran amigos de toda la vida. Se conocían desde el colegio, y su relación era tan cercana que Fidel vivió un tiempo en nuestra casa. Eran como hermanos. Fidel siempre tuvo un ojo especial para detectar talento, y desde que era pequeña, me incentivó a cantar.

Los inicios musicales: un estudio y una chaqueta roja

Entonces, ¿Fidel fue como un padrino artístico para vos?

Fidel fue más que un padrino; fue como un segundo papá para mí. Él me conocía desde que estaba en el vientre de mi mamá. Sabía cuáles eran mis fortalezas y también mis debilidades, especialmente mi timidez.

Recuerdo que mi primer contacto serio con la música fue grabando jingles en un estudio. Ahí me sentía cómoda porque nadie me veía; simplemente cantaba. Me acuerdo que con el primer dinero que gané me compré una chaqueta roja que amaba, de hecho, mis papás me habían dicho que me la compraban para Navidad pero gracias a lo que gané, que podríamos decir que fue mi primer salario, yo me la pude comprar antes. Desde ese momento, encontré un espacio en el canto, aunque siempre desde un lugar discreto.

Poco a poco, Fidel y mi papá comenzaron a pedirme que hiciera coros para Malpaís. Aunque disfrutaba cantar, la timidez siempre fue un reto. Iba a las giras con la banda, pero no como cantante haciendo coros. Incluso me encargaba de vender camisetas durante los conciertos.

Un salto inesperado al escenario

Un día, durante un concierto en el Jazz Café, Fidel decidió darme un empujón. Estábamos en el camerino y me dijo: “Hoy vas a cantar una canción sola.” Me quedé en shock. Era Consejos de niña a mujer. Le dije que no podía hacerlo, que no estaba preparada, y él me respondió: “Si te hubiera dicho antes, me habrías dicho que no.”

No tuve opción. Salí al escenario temblando desde el dedo pequeño del pie hasta el pelo, pero lo hice. Canté esa canción y, aunque fue una experiencia aterradora, marcó un antes y un después en mi vida. Desde ese momento, la canción quedó en mis manos.

La pérdida de Fidel y la incertidumbre de Malpaís

¿Qué pasa cuando muere Fidel?

Fue devastador. La noche anterior habíamos tenido un concierto increíble con Alux Nahual en Alajuela. El lugar estaba repleto, había una energía hermosa, y Fidel estaba especialmente feliz porque Álvaro Aguilar, su amigo de Alux Nahual, estaba ahí. Era una noche mágica. Mucha gente sabía que era un concierto especial para Fidel por estar con su gran amigo en el escenario y entonces llegaron otros amigos, aquello era como una fiesta con todos los amigos de Malpaís.

Al día siguiente, cuando recibí la noticia de su muerte, pensé que era una pesadilla. Fidel era como un padre para mí y, para todos en la banda, su ausencia dejó un vacío enorme. Pasamos más de un año sin tocar. Nadie quería hablar del futuro de Malpaís. Personalmente, no quería ni ver un escenario.

“Durante ese tiempo, procesar el duelo no fue fácil. La música se sentía incompleta sin él. Pero al mismo tiempo, su ausencia me llevó a reflexionar sobre la importancia de honrar su legado y continuar lo que él tanto amaba”.

El regreso y un nuevo papel como vocalista

¿Cómo decidieron que fueras la vocalista principal?

Después de ese año sin tocar, surgió la oportunidad de ser teloneros para Silvio Rodríguez en Costa Rica. Fue mi papá junto con Jaime Gamboa (hermano de Fidel y bajista del Malpaís) quienes propusieron la idea de volver. Decidimos repartirnos las canciones entre Jaime, mi papá y yo. Al principio, pensaron que yo podía cantar todas, pero dije que no me atrevía. Así que nos dividimos las piezas. Fue un reto enorme, pero poco a poco me fui adaptando.

Lidiando con la timidez en el escenario

¿Cómo manejás la timidez cuando te parás frente a tanta gente?

La timidez nunca se va, sigue ahí. Pero cuando estoy en el escenario, la guardo en un frasquito y me concentro en lo que amo: cantar. Es mi mejor forma de comunicarme. Con los años he aprendido a disfrutar esos momentos y a no dejar que el miedo me robe experiencias valiosas.

Uno va entendiendo que la vida pasa muy rápido y no hay tiempo de pensar en cosas que no valen la pena o que le pueden quitar tiempo valioso que podría estar uno disfrutando, como cantar por ejemplo.

La conexión emocional con las canciones

¿Cuál es tu canción favorita de interpretar y por qué?

Mi favorita es Consejos de una niña a una mujer. Es una canción que escribió Jaime y musicalizó Fidel. Habla sobre las despedidas y lo difícil que es soltar para recibir cosas nuevas. Es profundamente emotiva y todavía me estremezco cada vez que la canto. Habla de la importancia de soltar para recibir cosas nuevas y de lo importante de aprender a hacerlo, del crecimiento personal que eso da. Bueno, todavía me estremezco cada vez que la canto, recuerdo que las primeras veces yo lloraba cantándola. Es una canción muy linda.

La única mujer en Malpaís

¿Qué significa ser la única mujer de la banda?

Malpaís es como una familia. Siempre he sentido un gran cariño y respeto por parte de mis compañeros. Ellos me cuidan, me protegen y me hacen sentir acuerpada. Salir al escenario con mi papá es una experiencia muy especial, y además estoy rodeada de músicos que admiro profundamente. Yo con ellos me siento 300% protegida y acuerpada. Ellos sin que yo nunca se los pidiera están ahí cuidándome siempre, bueno imagínate lo que es salir al escenario con el papá, es muy lindo la verdad, además, todos son músicos extraordinarios que admiro muchísimo.

Una de las cosas que lamento es que Fidel no haya conocido a mi hijo Camilo, lamento mucho que él no estuviera en mi etapa de mamá, creo que Fidel y Camilo se hubieran llevado muy bonito.

La maternidad y la música

¿Has tenido crisis existenciales relacionadas con tu carrera artística?

Sí, especialmente cuando me convertí en mamá. Pensé que la maternidad y la música no eran compatibles, pero con el tiempo aprendí a hacer malabares, como hacemos todas las mamás. Mi hijo, Camilo, de 6 años, se ha convertido en mi mayor inspiración.

Hoy, a sus 40 años, Daniela equilibra su rol como madre, artista y emprendedora, mientras sigue llevando su voz y su talento a escenarios nacionales e internacionales.

Además, ser mamá me impulsó a explorar otra faceta creativa: escribir mi propia música. Logré lanzar mi primer disco con letras y música totalmente originales, algo que me llena de orgullo. Por decirlo de alguna manera, tuve mi momento de crisis pero descubrí cosas nuevas que no sabía que tenía y crecí como mujer y como persona. Ahí vamos aprendiendo cada día de los retos de la maternidad con la vida artística.

Malpaís: un sonido único y universal

¿Qué sentís al formar parte de una banda que ha llevado el sonido costarricense a otro nivel?

Es un honor. Malpaís es una mezcla única de música contemporánea con raíces folklóricas de Guanacaste, fusionada con jazz, rock y blues. Lo que más me gusta es que nuestro público no tiene edad; en los conciertos ves desde abuelitos hasta nietos, todos disfrutando juntos.

Además de la música, Daniela ha emprendido con Talcafé de Barva, un café y sala de eventos en Heredia. Rodeado de naturaleza, este espacio se ha convertido en un refugio creativo para artistas y un lugar que refleja su amor por la cultura y el arte.

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