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El cierre de una escuela infantil al perder la subvención de la Comunidad de Madrid deja tirados a 65 niños y a sus familias

Tendrán que buscar desde el próximo 1 de enero una alternativa 'in extremis' para conciliar. Es un colegio privado, pero recibía ayudas públicas por su carácter intercultural y las opciones para familias vulnerables

Los profesores de la educación pública madrileña vuelven a las calles con el horizonte de una huelga indefinida

El año nuevo llegará con malas noticias para los 65 niños de una escuela infantil privada en Valdezarza, al norte de Madrid, que quedarán en el limbo desde el próximo 1 de enero. El centro, con 40 años de historia, cerrará definitivamente sus puertas después de ver reducida una subvención que recibía del Gobierno regional, con la que financiaba buena parte de sus cuentas. Se trata de Can ta Chimutri, un espacio de carácter intercultural que partió de la Asociación Nacional Presencia Gitana y que desde 2014 incorporó a su docencia las técnicas educativas del método Montessori, un modelo alternativo de aprendizaje. El propósito socio-educativo e integrador con el que nació le valió llevarse durante años una importante suma de los fondos que la Comunidad de Madrid dedica a este tipo de proyectos, y que suponía más de la mitad de su presupuesto.

Ahora, padres y madres de decenas de estudiantes de entre cero y seis años tendrán que apañárselas con cuatro meses de curso. Muchos no pueden hacerse cargo de sus hijos al ser tan pequeños y, por ende, dependientes. “Hemos pasado un fin de semana horrible, incluso me ha costado dormir. No sé cómo vamos a hacerlo, porque en la pública es casi imposible encontrar plaza y hay pocas escuelas cerca”, lamenta Sara, madre de una niña con poco más de un año y a la que inscribió en el centro, en parte, para liberarse en horas de trabajo. “No todos tenemos abuelos o ayuda familiar en Madrid, y el cuidado de nuestros hijos depende exclusivamente de los recursos de los que dispongamos”. Visto lo visto, en su cabeza ronda el peor temor: “Tal vez no me quede otra que pedir una excedencia”.

Pero, ¿qué ha pasado para que un centro con casi medio siglo de historia tenga un cierre inminente, a mitad de curso y con las familias descubriendo sus problemas económicos cuando la decisión ya estaba tomada? Según Sara, que habla con Somos Madrid en la primera semana de diciembre –días después de conocer la noticia–, la razón podría deberse a “una mala gestión por parte de la dirección de la escuela”. El miércoles pasado, 4 de diciembre, tuvieron una reunión con los responsables del colegio. La cita se convocó para explicar qué había pasado, y desde cuándo existía este problema.

Según explica, allí les trasladaron que el terreno sobre el que se alza el colegio pertenece a propietarios privados, que cobran un “alquiler elevado” a la asociación proccomotora, tal y como reproduce esta madre. Con el tiempo, la cantidad de dinero que recibían de la Comunidad de Madrid se vio mermada ante la llegada de otras solicitudes para proyectos de carácter social o integrador. Aunque las cuotas que pagan las familias por ingresar a sus hijos son altas, esto no ha evitado que quedaran a la interperie a mitad de curso. En general, las familias cuyos salarios sean superiores a los 40.000 euros brutos anuales pagan una tarifa de 386€ para usuarios de cero a tres años.

Diferentes cuotas según la nómina

La particularidad es que, si un núcleo familiar no alcanza esta cifra, podrá mostrar sus nóminas para rebajar la cuota correspondiente, siempre en función de la urgencia o la necesidad de cada caso. A esto se añaden los 120 euros mensuales que permiten acceder al servicio de comedor, y que es opcional; mientras que para costear materiales habrá de aportarse otros ocho euros cada mes. Desde los tres y hasta los seis años la cuota total queda en 445 euros. En esta cantidad ya se incluyen comedor y materiales, con opción a pagar un extra de 173 euros para tener un menú vegano. No obstante, la escuela informa en su página web de que ofrece becas por el importe de la inscripción escolar al alumnado que demuestre estar en riesgo de exclusión social.

En el caso de Sara, ella y su pareja pagan unos 500 euros cada mes por la estancia de su hija, que ahora se ve interrumpida. Cuenta que algunos familiares han pedido conocer cuánto dinero le faltaría a la escuela para poder llegar, al menos, al mes de julio y finalizar el curso. “Creo que muchos estaríamos dispuestos a recaudarlo, porque la otra opción es mucho menos aconsejable”, reflexiona ella. Aunque admite que ya ha perdido toda clase de esperanza, la última bala la tendrá el encuentro que este jueves, día 12 de diciembre, reunirá a la dirección del colegio con los responsables de la Consejería de Familia, Juventud y Asuntos Sociales, que gestiona la subvención. Hasta ahora se mantuvieron citas puntuales entre la directiva y el abogado de los propietarios del terreno para bajar el alquiler, su falta de éxito les llevó a un último intento.

Cuando ya se ha anunciado el cierre del centro y el despido del personal, tratarán de renegociar con la Comunidad la subvención que perciben por su parte. A efectos prácticos, la ayuda la recibía directamente la asociación que gestiona el colegio y que también tiene en marcha otros proyectos. Es por el conjunto de su actividad por lo que recibían beneficios públicos, por lo que cualquier otra entidad grande o pequeña podía solicitar el mismo medio de pago. En una carta reciente que los dirigentes de la escuela infantil remitieron a la comunidad educativa, y que recibieron las familias de su alumnado, el colegio pidió “cartas de apoyo” redactadas por estos padres y madres para exhibirlas durante la reunión del jueves. Y, con suerte, convencer a la administración.

Un último intento, pero sin garantías

La próxima vez que se verán con los responsables de Can ta Chimutri será ya el lunes de la semana que viene, después de la reunión con Educación y después de un fin de semana de margen para comunicar las conclusiones finales. Se han citado a las cinco de la tarde en el propio centro, donde se confirmará su cierre si todo sigue como hasta ahora. En la misiva que enviaron a las familias en su día se habló de “otras acciones” paralelas para buscar nuevos mecenazgos, pero no llegaron a concretarse. Este periódico ha intentado ponerse en contacto con la dirección del colegio infantil para conocerlas, pero no ha obtenido respuesta a la fecha de publicación. La Consejería de Familia, sin embargo, sí ha contestado que el cierre de la entidad es una decisión que tomaron sus propios gestiores, la Asociación de Presencia Gitana, y no una derivada de la retirada de la subvención.

Además, concretan que la organización presentó un proyecto para recibir las ayudas por el IRPF que financia este departamento, pero que concurre con las más de 1.000 propuestas que se han registrado este último año. Muchas, creen, más ajustadas a los criterios de inscripción. Sobre la reunión del jueves, la Comunidad de Madrid detalla que les informarán acerca de “otras posibilidades para obtener fondos”, pero no sugieren ni deslizan que vayan a retractarse y entregarles la ayuda que les fue retirada.

Aún así, la explicación ofrecida a la comunidad educativa desde la dirección de la escuelasí tacha la situación de “sobrevenida y no esperable”, una “causa de fuerza mayor” al recibir la noticia de que la subvención regional no volvería a llegar. “No podemos seguir enfrentando el gasto que supone que la escuela siga abierta”, sentenciaron, a la vez que aseguraban que su idea no era quedarse “de brazos cruzados”, señalando la reunión en ciernes con la Comunidad de Madrid. En concreto, según explicaron, con la Dirección General de Infancia, Familia y Fomento de la Natalidad y con el Director General de Educación Concertada, Becas y Ayudas al Estudio. Para saber qué opciones de éxito tienen, habrá que esperar al menos unos días. No obstante hay quienes, como Sara, “han dejado de esperar” a que les traigan una solución.

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