No se acaba el problema

Es cierto que la evolución tecnológica nos ha pasado por encima. La evolución es tan rápida que primero se genera el problema y después viene la confección de un marco normativo que regule la situación. A nuestra vida llegó el teléfono móvil, y lo cambió todo, en la escuela también. Desde el lunes en la Comunidad Valenciana quedará prohibido en la enseñanza pública el uso personal del móvil. Ayudará seguro a socializar porque será un punto a favor que los niños en el recreo no estén enganchados a sus teléfonos, lo que hará también que haya una mejora en las relaciones personales, pero seguro no borrará el principal problema y su origen, la lucha contra el bullying, que desde que aparecieron las nuevas tecnologías creció de manera exponencial. Es quizá para lo único que podría haber ayudado en la lucha contra el acoso escolar el uso del teléfono. Un mensaje queda registrado, una imagen o una foto igual, pruebas que delatan al acosador, pero pasan los cursos, avanza la tecnología y la estadística sin embargo es la de siempre. Por cada acosador que es sancionado o expulsado del centro hay diez acosados que toman la decisión de cambiar de colegio. Mientras no cambie esa tendencia da igual lo que se prohíba o lo que se permita, el problema estará ahí, cada vez más enquistado.