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Un Rublev inmenso conquista Madrid ante Alissiame

Abc.es 
PESTAÑA auger-aliassime-rublev-final-mutua2024 Crónica 4 Andrey Rublev (26 años y 8 del mundo) completa una semana magnífica en el Mutua Madrid Open con una final de altura, de menos a más ante Felix Auger-Aliassime (23 años y 35 del mundo) al que acabó por quitarle el control y la seguridad del partido a base de cañonazos. El ruso logra su segundo título Masters 1.000, después de triunfar el año pasado en Montecarlo, y el primero en Madrid, que le sirve de trampolín tras un inicio de curso irregular. No lo ha sido en estas dos semanas, muy firme con el drive, pero sobre todo de cabeza, frío y comedido, aguantando las emociones para que bulleran en la celebración de su decimosexto título. Mutua Madrid Open Final Andrey Rublev 4 7 7 Felix Auger-Aliassime 6 5 5 Después de la fiesta con Sara Sorribes y Cristina Bucsa, la Caja Mágica asiste a un monólogo de Aliassime. Impecable en su primera final de un Masters 1.000, aprovecha los errores de un Rublev tímido y fallón para conseguir un break a las primeras de cambio y otro más en el siguiente turno. Una superioridad que logra con esas derechas pulidas y de escaparate que se marchan a los ángulos y a las líneas y dejan al ruso cariacontecido, buscando respuestas en su palco porque el tenis que lo había llevado hasta esta final ha desaparecido. Dos dobles faltas para empezar y demasiados errores a los que se unieron los golpes pulcros y quirúrgicos del canadiense para acogotarlo en un abrir y cerrar los ojos: 1-4 en 20 minutos. Aliassime pisaba por primera vez una final de esta categoría. Con 23 años y 35 del mundo, encuentra en Madrid un impulso después de unos meses muy complicados. Sin pasar de primera o segunda ronda en 17 torneos en 2023 (incluido Roland Garros, Wimbledon y US Open), de los 22 que disputó. Con más de lo mismo en este 2024 hasta el torneo madrileño, donde protagoniza el último día no sin cierta suerte debido a las lesiones de los rivales: Mensik en tercera ronda solo jugó un set; Sinner no se presentó en cuartos; Jiri Lehecka solo duró seis juegos en la semifinal. Pero esto también es parte del tenis y el canadiense ya ha sufrido también con los problemas físicos. Parece veterano en la puesta en escena en la final y ejecuta con brillantez ese tenis de manual en el que sobresalen el saque y la derecha. Con ella hace correr a Rublev, de lado a lado durante los primeros juegos de la final. El ruso ya había pasado por una final de esta categoría, en cinco ocasiones, de las que ganó una, en el Masters 1.000 de Montecarlo, y tampoco venía en una dinámica no muy positiva a esta Caja Mágica: segunda ronda en Indian Wells y primeras en Miami, Montecarlo y Barcelona. Despierta en Madrid y despierta cuando en la final se ve acogotado con 1-4. A la media hora encuentra el cañón que tiene por drive y recupera un break de desventaja, no sufre con su servicio y la final empieza a tener pinta de final. Noticias Relacionadas estandar No Mutua Madrid Open Las campeonas Sara Sorribes y Cristina Bucsa y quince minutos que lo cambiaron todo Laura Marta estandar No Mutua Madrid Open Swiatek, Nadal y una reivindicación: «¿Quién va a decir ahora que el tenis femenino es aburrido?» Laura Marta Pero no es el ruso de otras rondas. Calmado en esta semana en la que agotó a Bagnis, Davidovich, Griekspoor, Alcaraz y Fritz, se muestra demasiado calmado, desdibujado y sin ideas en el último día de torneo. No tiene efectividad en la derecha y acumula errores que incluso otorgan a Aliassime una primera bola de set al resto. Lo salva y es un 5-4 que parece cerca por números, pero no por sensaciones, como ausente el ruso en el paso por el banco, más seguro en la salida el canadiense. Casi inalterable en sus gestos, apenas un puño cerrado y mirada hacia su palco, el canadiense sentencia el set con el saque, que ninguno baja de los 210 kilómetros por hora, y con el que levanta una bola de break (servicio a la T a 215) para frenar la tímida reacción del ruso e inclinar el marcador a su favor. No obstante, ya hay tímidos avances del ruso, que no está tan fino ni tan seguro como otros días, pero ahí está, con menos agobios con su servicio y aprovechándose de que baja la efectividad del saque del rival para empezar a ponerlo en aprietos al resto. Es el set que se esperaba de estos dos: seriedad, potencia, intercambios de reventar la pelota que no pasan de los cinco golpes y sutilezas sobre todo de parte del canadiense, pero a las que llega bien el ruso, mucho más activado. Igualdad máxima que se deshace en cuanto el canadiense nota que está en una final y sus primeros servicios desaparecen, temblona la mano; muy firme la del veterano en estas lides, que convierte el break para llevar el marcador y las sensaciones a su favor. Aunque con atención médica, Rublev muestra más firmeza física conforme pasan los minutos. La falta de partidos (a medias contra Mensik y Lehecka, ni un minuto ante Sinner) hacen mella en el canadiense, que requiere del fisio para que le ayude con los calambres que se le empiezan a acumular en los muslos. Observa el ruso la situación y se blinda con su servicio para intentar atrapar alguna oportunidad al resto. Fuerza las direcciones de la pelota para mover a Aliassime, al que empieza a costarle el esfuerzo. Se pasa de segundos en cada saque el expupilo de Toni Nadal, y trata de afianzarse con sus primeros servicios para evitar carreras innecesarias. Pero aprieta el ruso, que cada vez encuentra más debilidades en el rival y bolas de break a favor. Después de cinco que no convierte, logra la más importante, porque en el duodécimo juego, con 6-5, Aliassime se inclina, muslos debilitados por el esfuerzo y ya sin la mano firme de antes. Que esta es una final de Masters 1.000 y nunca se había pasado por esta experiencia. No tiembla Rublev con el punto de partido y confirma el ruso ese crecimiento mesurado que tan buenos resultados le han dado aquí, campeón con todo merecimiento por la semana, por la paciencia, por la calma y por los grandes duelos que se ha llevado a la mochila de la confianza.

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