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A paladas

El presidente argentino anuncia que acudirá a un acto electoral de Vox ignorando al gobierno de España y a la casa Real. Todo correcto. Ningún problema para la derecha. Ni siquiera para Isabel Díaz Ayuso, siempre tan tiquismiquis con las cuestiones de protocolo e incluso dispuesta a interponerse ante un ministro del Reino de España para acceder a esa tarima roja que lleva al cielo al compás de una marcha militar. Como todos los españoles de bien que votan a la derecha saben, este gobierno rojosatánico no merece respeto alguno y poco más este monarca que se presta a hacer de actor secundario en las comedias de Pedro Sánchez sin poner lo que hay que poner encima de la mesa.

Óscar Puente pierde otra excelente ocasión para callarse -van unas cuantas- y suelta justo lo que medio mundo dijo, pero precisamente un ministro del gobierno de España no puede repetir, cuando vimos aquellas imágenes psicotrópicas de Milei en aquel programa de televisión donde compareció su cuerpo, pero obviamente su mente estaba viajando a miles de años luz de distancia hacia una galaxia seguramente más feliz. Ser ministro es una cosa. Ser activista en Twitter es otra completamente antagónica. Si se juntan ambos perfiles eres un desastre andante esperando a suceder.

El enemigo exterior es el amigo invisible de los gobernantes populistas. Para distraer de su descomunal incompetencia, Milei necesita una némesis foránea con la cual batirse en duelo a muerte cada semana. Empezó de manera preventiva con el Papa Francisco y desde entonces ha sido un carrusel. El error de primero de ministro de Óscar Puente ofrecía una oportunidad irresistible para encontrar algo de que hablar que no sea su ineficaz gobierno.

El comunicado oficial número 41 de la oficina del presidente Javier Milei convierte las declaraciones de Óscar Puente en una ofensa menor en medio de semejante delirio. Pedro Sánchez es sospechoso de corrupción en grado de consorte, las mujeres españolas son esclavas sexuales de los extranjeros que invaden una España que ya está disuelta, nuestro Estado del bienestar funciona como una máquina infernal de miseria y la economía que más ha crecido este año en la zona Euro oculta un pozo sin fondo de pobreza. 

Unas simples disculpas de Óscar Puente habrían bastado para dejar a Javier Milei y a quienes aplaudieran en España semejante disparate en el más absoluto de los ridículos. Pero el activista pudo más que el ministro. Tenía que meter a Núñez Feijóo en danza porque ni un paso atrás ni para tomar impulso. Nunca hay que distraer al rival cuando se está equivocando y Feijóo iba camino de acabar teniendo que exigirse a sí mismo una rectificación en toda regla. En su lugar, la cosa apunta a un empate en el fango. Se nos acumula el chollo, presidente. Vamos a tener que meter la paleadora.

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