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La Secretaría de la Mentira Nacional

La Secretaría de la Mentira Nacional

Morena ha hecho un mal gobierno y merece perder las elecciones del próximo 2 de junio, pero es probable que gane, en gran parte por la propaganda.

Le encarga el presidente a Rocío Nahle la construcción de una refinería: Nahle se enriquece y Dos Bocas sigue sin producir ni una gota de combustible. Le encomienda a Ramírez de la O que promueva el crecimiento económico, pero en 5 años el país apenas crece al 1 por ciento, menos que con los gobiernos “neoliberales”. Le ordena el presidente a López-Gatell la contención de la pandemia, resultado: 800 mil muertos. Al Ejército le cede la Guardia Nacional y le pide que pacifique al país: 186 mil muertos. Nada funciona, con una excepción. La única secretaría que puede presumir resultados positivos es la Secretaría de la Propaganda. No se llama así, pero todos saben a qué me refiero. Su principal función es el diseño y puesta en escena del espectáculo conocido como “La Mañanera”. Su operador, Jesús Ramírez, es el encargado de proveerle mentiras, tergiversaciones, difamaciones y calumnias al presidente.

Morena ha hecho un mal gobierno y merece perder las elecciones del próximo 2 de junio, pero es probable que gane, en gran parte por la propaganda. Fue una labor de propaganda, que costó cientos —si no es que miles— de millones de pesos de dinero sucio, la que logró tapizar todo el país con la imagen de Sheinbaum y el eslogan #Es Claudia, que señalaba con claridad el designio del presidente. El eslogan, como tantas otras cosas, recordaba a Salinas de Gortari: “No se hagan bolas, la buena #EsClaudia”. El presidente le diseñó su imagen, la lanzó a recorrer todo el país, le cedió el “bastón de mando”, engañó a dos de sus colaboradores más cercanos (Adán Augusto y Ebrard) para que le hicieran el caldo gordo a su candidata. Luego, el dedazo se convirtió en encuesta a modo: Sheinbaum había sido ungida. Una Jefa de Gobierno mediocre, responsable de 26 vidas perdidas en el desplome de la Línea 12 por falta de mantenimiento, se alzó —gracias a su lealtad lacayuna— como la gran favorita del presidente, por obra y gracia de la propaganda.

“Si algo funciona bien, no lo toques”, dice la conseja popular. Si la propaganda obradorcista ha funcionado, no le muevas. Sheinbaum podría cometer el gran error de creer que la fama que la rodea es producto propio y no del presidente. Pero sus discursos son tediosos, el tono que les imprime es cansino y chocante, su humor es bobo y nulo su carisma. Sheinbaum encabeza las encuestas porque la designó el presidente, aunque protesten las feministas pagadas por el gobierno. El problema de la propaganda es que lo que le funciona a uno, a otra puede no servirle. La 4T ha funcionado como marca, aunque nadie sabe qué cosa es. “A mí me preguntan qué es la 4T —expresó recientemente Cuauhtémoc Cárdenas— y yo no sé qué responder”. El gobierno actual, abundó, “no tiene propuestas ni programas para enfrentar el rezago social o las crisis de violencia e inseguridad”.

La propaganda que tan eficazmente ha servido para inflar la imagen de López Obrador, ¿le servirá a Sheinbaum? La propaganda no hace milagros. Se necesita un buen producto, y AMLO lo es. La gente recuerda que recorrió varias veces el país a bordo de su Tsuru, lo ha visto comer en fondas, andar en fachas, jugar beisbol, hace chistes, tiene ingenio verbal, en sus conferencias pone canciones, se enoja, da consejos de abuela, cuenta anécdotas, da lecciones de historia nivel primaria, tiene un historial de lucha y sacrificio. Sheinbaum no. Pertenece a la clase media acomodada, estudió en el extranjero, su familia tiene cuentas en paraísos fiscales y fábricas contaminantes, es fría y distante.

¿Conservará Sheinbaum las mañaneras? No veo a Sheinbaum poniendo canciones de Juan Gabriel en sus conferencias, tampoco la veo interactuando con Lord Molécula. No me imagino a una periodista palera diciéndole que tiene la fuerza de una corredora keniana. Si se quejó de violencia en una entrevista con un periodista que apenas se atrevió a cuestionarla, no la veo aguantando el cuestionario incisivo de Jorge Ramos en vivo.

López Obrador miente como respira, y la gente tolera sus mentiras. ¿Tolerará la gente que Sheinbaum le siga mintiendo? Ahora mismo ya es “la candidata de las mentiras”. Su figura es la de Pinocho, el muñeco de madera al que le crece la nariz cada vez que miente. ¿Y el Rébsamen? “Eso ya se resolvió”. ¿Y los muertos de la Línea 12? “Eso ya se resolvió”. ¿Y la contaminación provocada por la refinería de Tula? “Eso ya se resolvió”. Responde Sheinbaum mientras la nariz le sigue creciendo.

La mentira funcionó porque la gente tenía necesidad de creer. Pero la verdad se irá abriendo paso y terminará por resquebrajar la máscara que se ha impuesto Sheinbaum. Hace unos días la escuchamos decir que López Obrador llegó a la Presidencia “por ambición personal”. No es su primer lapsus ni será el último. No puede sostenerse un país con la propaganda y la mentira. No se puede sustituir el republicano equilibrio de poderes con tres nuevas secretarías: la de la Defensa Nacional y Obra Pública, la de las Dádivas Electorales y la Secretaría de la Mentira Nacional. Ya no se puede.

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