Contar con los dedos, pensar sin los sesos
No debe de quedar mucha gente por ahí que todavía pague en metálico las pequeñas compras domésticas, las de bolsa de plástico y asas. Las de papel siempre fueron para regalo. Aquello de «Pago mínimo con tarjeta 6 euros» ha desaparecido del paisaje de unas cajas registradoras cuyo cajón, el de las monedas por delante y los billetes por detrás, rara vez se abre. No hacen ruido el cruce de datos y el traspaso de fondos, calderilla insonora, entre el lector de tarjetas y la pantalla de un móvil convertido también en monedero. Se queja la gente mayor de la desaparición de los cajeros automáticos , surtidores de unos billetes cuya naturaleza analógica acelera su obsolescencia y a los que... Ver Más