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Pedro Varela acusa a la Fiscalía de perseguirlo cuando sólo es «librero y editor»

Abc.es 

Niega la mayor. Pedro Varela , para quien la Fiscalía pide doce años de prisión por inducción al odio, negación del Holocausto y asociación ilícita, defiende que la acusación es una «persecución» del Ministerio público ya que él sólo es «librero y editor». Hasta su clausura en 2016, estuvo al frente de la Librería Europa , local de la calle Séneca de Barcelona que, desde su apertura, operó como « centro neurálgico del nazismo en España », según sostienen las acusaciones populares, Movimiento contra la Intolerancia y la Federación de Comunidades Judías de España. En cambio, Varela, historiador de formación, sostiene que vendía y editaba títulos que rechazaban otras editoriales o le reclamaban sus clientes, con el único objetivo de hacer caja. Entre otros, 'Mi lucha' de Hitler, por lo que ya fue condenado, por hacerlo sin ostentar los derechos de distribución. «Si lo vendo yo es un crimen, si lo vende El Corte Inglés no», ha apuntado este martes, durante la primera sesión del juicio en la Audiencia Provincial. Varela, que ahora tienen 67 años, estuvo durante más de una década al frente del Círculo Español de Amigos de Europa (Cedade), organización de ideología nacionalsocialista, creada en la capital catalana y cuyo nacimiento constituyó el inicio del movimiento neonazi en España y «embrión» del nacionalsocialismo español . De hecho, la asociación se convirtió «en un referente histórico para las organizaciones neonazis posteriores, llevando a cabo una intensa actividad de edición y distribución de propaganda», tanto en España como en otros países, sostiene el escrito de acusación. Pero ante el tribunal de la Audiencia, Varela, acusado junto a otras cinco personas, de integrar una organización criminal, ha negado que su librería sirviese para expandir el odio contra judíos u homosexuales o negar el Holocausto. Tampoco con los títulos editados a través de la Asociación Cultural Editorial Ojeda . Marca que creó un cura salesiano, según el acusado, para editar libros sobre mártires, y que luego él utilizó, con su permiso, para hacer lo propio con obras de otras temáticas, para su posterior venta. Al fallecer el religioso, Varela se quedó como «okupa» de la marca, ha precisado. Además, ante notario incluyó tesoreros y secretarios de la asociación, por si a él le pasaba algo, que pudiese seguir operando. Sobre los títulos que guardaba en el espacio de la calle Séneca, a preguntas de su defensa, ha precisado que serían unos 3.000, de temáticas variadas. «Historia, filosofía, clásicos españoles, de la Guerra Civil o las guerras mundiales». «El problema es que con esta legislación, el editor y el librero están indefensos. En estados totalitarios hay libros prohibidos, como Alemania, por ejemplo. En España no, pero los secuestran, se llevan el libro ya publicado, que no es barato y desaparece. Considero que destruir libros es algo incivilizado», ha apuntado tras ser cuestionado por qué siguió vendiendo algunos títulos tras haber sido condenado. Entre otras, por editar y vender sin autorización 'Mi Lucha', sí prohibido en territorio germano. La explicación que ha dado Varela es que solo vendía algunos libros tras hacer firmar un documento a quienes lo requerían, bajo su responsabilidad, cuando éstos aducían necesitarlos para alguna investigación o para documentase. « Por ejemplo, estudiantes de la UB, porque un profesor les había encargado una investigación determinada.Teníamos folios, para que pusiesen nombres y apellidos, el sentido de la compra, y la firma, bajo su responsabilidad. [La venta] no era para la promoción del odio supuesto », ha defendido ante el tribunal. Noticia Relacionada reportaje Si Juicio a la librería del odio: «Referente de neonazis» Elena Burés Pedro Varela se enfrenta a doce años de prisión por enaltecimiento, justificación y negación del Holocausto y por delitos de incitación al odio contra judíos, inmigrantes, musulmanes y homosexuales desde su local de Barcelona Preguntando por su abogado, ha apuntando que no intentaba transmitir las ideas de las publicaciones que vendía. «En absoluto, soy un comunista convencido, católico y practicante . Hay que amar a todo el mundo. En el único libro que he escrito la Fiscalía encontrará capítulos sobre la Virgen María y pensar en positivo», ha señalado. «¿Pretendía empujar al odio?», ha insistido el penalista José Gómez. «Ni lo más mínimo, se trataba de plantear la posibilidad de que el público pueda escoger títulos y temáticas que no pueda encontrar en otro lugar». Uno de los 'clientes' de la librería resultó ser un policía. Un mosso que compró 'Mi Lucha' de Hitler y que pidió a Varela, según él mismo ha relatado, un recibo sellado con fecha y firma. Y es que en 2010, el dueño de la Librería Europa fue condenado por ese motivo, «vender determinados libros», en palabras de su letrado. «¿Los ha vuelto a vender?». «No podía quemarlos porque queda estéticamente feo», ha apuntado Varela. Lo que hizo fue guardar algunos en la trastienda -a los que daba salida, siempre exigiendo rellenar el citado formulario- o en su casa, espacio que también registró la Policía catalana, en la operación que dio lugar a esta causa, y por la que, en 2016, se cerró el local, pero únicamente porque carece de licencia de actividad. Entre los ejemplares que los investigadores se llevaron del domicilio de Varela estaban 'Autoretrato de un fascista: Leon Degrelle ' -del que el librero fue discípulo- y uno de los tomos de las obras completas de los discursos de Hitler. «Estaban en sus estantes, pero los Mossos , por una cuestión propagandística, los expusieron en el balcón de mi casa, diciendo que estaban allí dispuestos para la venta. Teniendo una librería, es absurdo», ha indicado su propietario.  Además de incitar al odio con la venta de libros, las acusaciones también sostienen que Varela lo hacía a través de las conferencias que organizaba en su local. Algo que el acusado también niega. «Eran presentaciones de libros, yo ofrecía a los autores esa posibilidad», ha argumentado. Por acudir a la charlas cobraba 5 euros por persona. Para tratar de restar importancia a los actos, a los que acudieron, entre otros, el líder del Ku Klux Klan David Duke , o el escrito británico negacionista del Holocausto David Irving , Varela ha apuntado que en muchas ocasiones los asistentes eran escasos. «La difusión masiva yo aquí no la veo», se ha burlado. Rechaza así, pese a los informes policiales obrantes en la causa, que celebrase «actos masivos» en los que se difundiesen ideas negacionistas, y contenido de carácter xenófobo y homófobo , que podría constituir un delito continuado contra lo derechos y las libertades fundamentales, del que está acusado. También Carlos San Agustín, un diseñador que, tras hacerse de amigo de Varela, le ofreció elaborar las portadas de los libros, hasta entonces, «de escasa calidad». También dos mujeres de nacionalidad rumana, que, según Varela, a penas sabían hablar castellano, y trabajaron como dependientas de la librería hasta que encontraron un empleo mejor. Su dueño, que sólo ha contestado a preguntas de su defensa, ha negado compartir las opiniones de las obras que editaba y vendía. «Muchas no, algunas son respetables, otras discutibles, pero quien soy yo para decir qué se debe leer». Y así ha seguido la línea que marcó su abogado durante las cuestiones previas: plantear una cuestión de inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional en caso de resultar condenado, apelando a la libertad de expresión .

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