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'Curas' del obispo excomulgado dicen que «ya atienden espiritualmente» a las clarisas de Burgos

Abc.es 

Con paso lento, «don José», como así se hace llamar, s ale del convento de las clarisas de Belorado , donde hace horas que llegó, dice, para «atender espiritualmente» a las hermanas que el lunes dieron a conocer en un llamativo documento que renunciaban a la Iglesia, renegaban del Papa y se sumaban a lo que consideran la verdadera línea católica, la corriente que encabeza el excomulgado José Rojas. Y don José, junto a otros 'curas', porque asegura que son varios, pero no cifra cuántos, acompaña a las monjas en su clausura, tras los centenarios muros en los que el sosiego se ha roto con los últimos acontecimientos. «Yo atiendo espiritualmente a las hermanas con otros curas y su ilustrísima», subraya el sacerdote, quien con desdén responde a las declaraciones del arzobispo de Burgos, Mario Iceta , a quien primero ni reconoce. «Que se informe un poquito mejor, en vez de decir barbaridades», sostiene a raíz de las declaraciones de monseñor cuestionando la misa anunciada para este lunes a las seis de la tarde y que no fue oficiada por el capellán que habitualmente atiende al cenobio. Y no menos desdén al ser preguntado por el Papa, a quien considera un «seglar más». Noticia Relacionada estandar No El Arzobispado de Burgos prohíbe la Eucaristía en los monasterios de las monjas que han renunciado al Papa Pedro Sedano Monseñor Iceta aegura que la abadesa de las clarisas no atiende a sus llamadas tras comunicar que ya ya no están en comunión con Roma por sufir una supuesta «persecución» Don José descarta pronunciarse sobre la propiedad del convento que las clarisas querían vender y que parece el origen del cisma, pero sí carga contra el Arzobispado y también contra el Ayuntamiento de Belorado, a los que acusa de «hacer la vida imposible» a las monjas. «Ellas han dado un paso y yo y algunos más les atendemos», incide José, quien reconoce que ya han oficiado 'misa' en el convento y asevera que «una de las más mayores se puso a llorar». «Todas están contentísimas. Si no, no lo hubieran hecho», afirma sobre unas religiosas que «quieren vivir como siempre», en su clausura y mantener su obrador de chocolate en funcionamiento. Este martes, entre el ajetreo, los padres de alguna que no detallan, ayudan en su interior y salen a ofrecer unas de sus trufas a los periodistas congregados a las puertas de una verja que sí abre de vez en cuando para que entre y salga gente sin decir más. «Las hermanas están tranquilas y contentas», pero «preocupadas» ante lo que hay fuera y porque «se están distorsionado algunas cosas de la verdad».

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