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Sorpresa en el pueblo burgalés de las monjas rebeldes: «Es casi un sacrilegio»

Abc.es 

En un pueblo hito en el Camino de Santiago , donde el trasiego de peregrinos es continuo, acostumbrados como están en Belorado al discurrir de gente, lo cierto es que los vecinos de esta localidad al norte de Burgos, casi en el límite con La Rioja, todavía tratan de asimilar por qué están en el foco. Por qué las clarisas , sus monjas, las de ese histórico convento que «es un orgullo», anunciaron a última hora del domingo que daban portazo a la Iglesia , renegaban del Papa y se acogían a los postulados del excomulgado José de Rojas. «¡La bomba! En los cafés no se habla de otra cosa» , reconoce en la plaza del pueblo uno de sus vecinos, entre peregrinos de diversas nacionalidades par los que la noticia es ajena. Pero en Belorado, no. Quien más quien menos, trata de saber y el goteo de curiosos que se dejan caer junto al muro que rodea el cenobio es casi continuo. Siguen «sorprendidos» , la palabra que más se repite, pese al paso de las horas o quizá más al ver que esa decisión comunicada por las propias religiosas vía mensaje instantáneo cuando muchos todavía digerían la cena sigue adelante. Desde la rama Pía Unión de San Pablo Apóstol ya son varios los 'curas' que «atienden espiritualmente» a las monjas, subrayaba Don José , uno de ellos, quien desde hace tiempo, sin concretar cuánto, ya tenía contacto con el convento protagonista del cisma. «Y su ilustrísima», recalcaba, pero sin aclarar si Fernando de Rojas también estaba dentro donde hay varios coches. Noticias Relacionadas estandar No 'Curas' del obispo excomulgado dicen que «ya atienden espiritualmente» a las clarisas de Burgos Isabel Jimeno estandar No Los motivos tras la ruptura con la Iglesia de 16 clarisas de Burgos que se unen a un obispo excomulgado Isabel Jimeno/Pedro Sedano Lo hace tras las verja ahora cerrada, donde un cartel deja claro «Propiedad privada. Prohibido el paso» , y ante la que se postró en varias ocasiones para dar su versión de los hechos y asegurar que todas las clarisas estaban «contentísimas» con el movimiento y que incluso en una de las misas, ya oficiada dentro, una monja lloró. «Si no, no hubieran hecho lo que han hecho», señalaba. «Absolutamente todas» están de acuerdo con que es un portazo a la Iglesia, subrayaba unas horas antes de la primera disidencia, cuando una de las monjas mayores que decidió abandonar el cenobio y a bordo de una furgoneta fue trasladada a otro. En el de Belorado, al que algunos fieles acudían por la tarde a misa, ayer seguía cerrado. El domingo sí ofició la Eucaristía uno de los curas del pueblo, quien reconocía al alcalde, Álvaro Eguiluz , la misma sorpresa que reina en el pueblo, donde el tema era la comidilla. «Ni los sospechábamos, ni se palpaba en el ambiente una decisión de este calado» , afirmaba el regidor, quien recuerda que históricamente el convento ha estado abierto al pueblo y la relación era «buena» con unas monjas que sentían «cercanas» y «accesibles». Pero para Don José, la razón que está detrás de esta ruptura es que tanto el Arzobispado de Burgos -del que habla con desdén, tras un primer momento en el que ni lo reconoció, como tampoco al Papa– como el ayuntamiento estaban «haciendo la vida imposible a las hermanas». Ellas han dado un paso y ellos se encargan de «atenderlas», insiste, sin entrar en los motivos de un movimiento que en Belorado no acaban de entender. El 'cura', Don José, de la rama Pía Unión de San Pablo Apóstol que atiende espiritualmente a las monjas de Belorado Iván tome «Juntarse unas monjas a tratar con un excomulgado, mal negocio», auguraba otra vecina, sobre un asunto en el que la compraventa del convento vasco de Derio parece estar detrás del cisma. Pero desde la rama Pía, ni entran en el asunto, que inciden en que es cosa de las hermanas. Ellas, según dos padres de religiosas que estaban dentro y se acercaron a ofrecer unos de sus famosos chocolates, «están tranquilas», aunque también «preocupadas porque se estén distorsionando algunas cosas». «Propiedad privada. Prohibido el paso», reza un cartel junto a una verja habitualmente abierta, pero ahora cerrada. Era la entrada a la capilla y al torno desde el que despachaban sus afamados chocolates y por la que más de uno, en su paseo, hacía una parada y entraba un rato «porque es un sitio agradable». Pero desde el lunes, cerrada, aunque sí entraban algunas personas del entorno de la religiosas sin dar mayores explicaciones, el panadero con el pedido diario o los trabajadores que ayudan con el huerto ecológico cuyos frutos también venden. «Si es por lo que dicen que lo han hecho, es casi como un sacrilegio», confesaba incrédula otra vecina en su devenir diario junto al cenobio. Nadie lo afirma, pero sí apuntan a la venta del convento de Derio como origen del cisma y en el punto de mira de algún vecino, la abadesa.

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