Milei busca rating global, pero sin hacerse cargo de su impacto local
A Javier Milei el escenario global le sienta bien. Desde que asumió, se jacta de ser el primer presidente liberal libertario del planeta, y esa es una de las razones por las que disfruta tanto sus incursiones externas. De hecho, el Presidente se trasladó al extranjero en cinco ocasiones, la misma cantidad que se movilizó al interior del país.
Es que el mundo le ofrece una tribuna más seductora, ya que hay muchos sectores conservadores y de derecha ilusionados con el potencial éxito del experimento argentino.
Su paso por España tuvo todos los condimentos que atraen a Milei, quien desde la tribuna que le ofreció el derechista Vox aprovechó para castigar al socialista Pedro Sánchez, quien logró retener el poder pese a que la elección la ganó el Partido Popular.
El mandatario argentino primero castigó a la izquierda en general y luego al jefe del Ejecutivo en particular, a quien cuestionó por amagar con su renuncia y "seguir atornillado al poder, aún cuando tenga a la mujer corrupta".
Su mensaje fue el corolario de una relación que venía tirante desde que dos ministros españoles habían hecho declaraciones negativas sobre Milei, y es probable que ese antecedente haya creado el clima para lanzar una respuesta mucho más dura. Haber sido recibido con vítores por su auditorio no fue un estímulo que invitara a la moderación.
En el ajedrez de las relaciones bilaterales, la respuesta del gobierno español fue fuerte. Además de pedir una disculpa pública, su canciller anunció que llamarían a consulta a su embajador en Buenos Aires, una expresión que antecede al retiro del representante diplomático ante el gobierno argentino.
Milei ya atravesó circunstancias similares. En el pasado, su estilo agresivo ya causó choques diplomáticos con Brasil, Colombia, Uruguay, México, Chile, Ecuador y China (agresión que le podría costar a la Argentina la no renovación del swap de monedas). Le toca a la canciller Diana Mondino ejercer el rol de sanadora, tratando de hacer entender al ofendido que pesa más la historia acumulada con cada país antes que la reacción temperamental de su jefe.
Lo que puede suceder si Milei no toma en cuenta que su voz es la del Presidente en ejercicio y no la del economista irreverente, es que en algún momento le toque enfrentarse con un jefe de estado dispuesto a castigar sus "travesuras" verbales. No hace falta graficar lo que representaría para nuestro país que sea España quien decida borrar la indulgencia con la que se suelen arreglar estos conflictos. La platea global tal vez se entusiasme con el nuevo capítulo del show. Pero las consecuencias se pagarán en la Argentina.