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Condenan a 18 años de prisión a un orensano que grababa a mujeres con cámara oculta

Abc.es 
La sección segunda de la Audiencia Provincial de Orense acaba de condenar a 18 años entre rejas a un hombre que, como quedó de manifiesto tras una exhaustiva investigación, se dedicaba a publicar en Internet vídeos de contenido sexual de sus parejas sexuales, sin su consentimiento ni su conocimiento. En realidad, se comprobó en el juicio, ellas ni siquiera sabían que estaban siendo filmadas porque el acusado escondía las cámaras en lugares recónditos para que no pudiesen detectarlas . En concreto, quedó de manifiesto que el acusado había grabado y publicitado vídeos de dos exparejas, de dos compañeras de trabajo y de una menor de edad a la que engañó haciéndose pasar por una mujer. La Sala orensana, informaron fuentes del TSXG, lo considera culpable de los delitos de descubrimiento y revelación de secretos, de grooming sobre una menor, de exhibicionismo, de captación de menores de 18 años con fines de elaborar material pornográfico y de distribución de pornografía infantil. Los magistrados, además, le impusieron el pago de indemnizaciones a las cuatro víctimas , que suman 19.000 euros. El fallo al que tuvo acceso ABC revela que el hombre compartía las imágenes sin consentimiento de las mujeres grabadas y que, además, tenía un modus operandi muy definido que utilizó durante años. Así, por ejemplo, entre abril y mayo del 2020 compartió imágenes sexuales y vídeos de prácticas sexuales de una de las víctimas, en concreto, una exnovia con la que había mantenido una relación en 2017. Esas imágenes, tal y como destaca la Sala, las obtuvo «sin conocimiento de la afectada» y fueron distribuidas sin su autorización. Los magistrados también consideran probado que, en las mismas fechas, compartió imágenes y vídeos de contenido sexual de su exesposa, con la que mantuvo una relación sentimental entre los años 2000 y 2014. Al igual que en el caso anterior, las obtuvo sin permiso de la víctima y fueron divulgadas sin su autorización, dado que ni siquiera conocía que sus relaciones estaban siendo captadas por una cámara. Sobre el modo en el que el procesado se hacía con estos vídeos sin levantar sospechas entre sus víctimas, el tribunal orensano explica que empleaba cámaras ocultas que instalaba en rincones de la casa como el baño. También publicaba fotografías tomadas directamente a las mujeres. Esta metodología la importó incluso a su centro de trabajo, donde «en una fecha no determinada, pero en todo caso entre los años 2012 y 2016», instaló una cámara oculta en los baños de la empresa en la que trabajaba «con el objeto de descubrir la intimidad de sus compañeras de trabajo». Como consecuencia de ello, grabó a dos trabajadoras en varias ocasiones cuando estaban en el baño de la empresa, imágenes que también empleó y difundió. MÁS INFORMACIÓN estandar No Una psiquiatra acepta dos años de prisión por falsificar 900 recetas para obtener fármacos para la depresión ABC Pero el delito fue a más. Con el fin de satisfacer «sus más denostados instintos sexuales», en febrero del año 2019 este hombre se puso en contacto por la red social Instagram y por e-mail con una menor de edad, nacida en 2003. Sabía, corrobora la sentencia, que se trataba de una menor. Una vez contactada y persuadida por el falso perfil que se creó, el procesado empezó a solicitarle material pornográfico. Se había hecho pasar por una chica venezolana de 19 años que en ese momento, mintió a la víctima, vivía entre Miami y Panamá. Así se fue ganando su confianza hasta lograr no solo un vínculo amistoso, sino que la chica llegase a enamorarse de él y a creer que mantenían una relación sentimental, casi de pareja. El objetivo último del engaño, manifiesta la Sala, era que le remitiese toda clase fotografías de alto contenido sexual para compartirlas. Para lograrlo, confirma el fallo, no solo usaba la manipulación psicológica a través de un perfil falso sino que llegó a solicitar que le enviasen un audio con voz de mujer «al objeto de engañar a la menor para que mandase fotos desnuda «. A lo largo de 25 páginas, la sentencia detalla que el condenado aprovechaba las videollamadas que hacía con la menor para sacar »capturas«. Su arsenal, archivado por carpetas temáticas, incluía vídeos grabados con prácticas sexuales y fotos de toda naturaleza, incluidas las partes íntimas de las mujeres de las que se aprovechó.

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