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El Campus sin profesores ni horarios y gratuito en el que las empresas más punteras se rifan a los alumnos

Abc.es 

Sin profesores, sin horarios, sin exámenes, sin notas… y gratuito. Así es el Campus 42 de programación de la Fundación Telefónica al que acuden las empresas más punteras para contratar a sus alumnos. El compromiso de esta organización es impulsar el talento tecnológico a través de un itinerario formativo digital que, además, capacita, en las habilidades que el mercado laboral demanda en la actualidad, como son la comunicación, la resiliencia, la creatividad, el liderazgo, la tolerancia a la frustración, la búsqueda de soluciones, la adaptación al cambio, el trabajo en equipo... Este proyecto nació en París de la mano de Xavier Niel, presidente de France Telecom, cuando en la década de los 90 decidió invertir en un proyecto impulsado por pedagogos y programadores con el propósito de crear un curso distinto. Y decidió hacerlo a lo grande para llevarlo a otras partes del mundo y enfrentarse, de este modo, a la falta de talento digital en las empresas. Noticias Relacionadas estandar No Selectividad «Hay colegios que 'invitan' a los alumnos a irse para no bajar la nota media» Laura Peraita estandar No ¿Cómo mejorar el rendimiento escolar? «No es concebible pagar para que tu hijo vaya al ritmo de la escuela» Laura Peraita Así nació Campus 42 (2013) que en la actualidad cuenta con 54 centros en 31 países de los 5 continentes, lo que supone una red de más de 23.000 estudiantes. En 2017 entró en escena Fundación Telefónica que decide incluir este programa dentro de su área de Innovación Educativa y Empleabilidad para dar a las personas oportunidad de crecimiento, de cambio o de inicio de su vida laboral. «Nuestra pretensión era -puntualiza Pablo Mateos Toro - convertirnos en la punta de lanza de la transformación de la educación en nuestro país, romper con la formación tradicional. De este modo, el 19 de septiembre de 2019 se abrió en Madrid el primer Campus 42 en España. Le siguieron otros tres centros en Barcelona, Málaga y Urduliz (Bizkaia)». Área de descanso de este campus que está abierto los 365 días del año las 24 horas del día El Campus de Madrid está situado en uno de los edificios de Distrito Telefónica. Consta de dos plantas y nada más atravesar sus puertas se aprecia que es un centro formativo distinto. Cierto es que cuenta con grandes salas con ordenadores para que los alumnos sigan su curso, pero siguiendo el pasillo sorprende una amplia zona con espaciosas camas en literas para que los estudiantes puedan descansar si lo necesitan. También llama la atención la zona de juegos donde hay desde un billar a instrumentos musicales o videojuegos que dejan allí los alumnos para que cualquier compañero pueda relajarse cuando lo requiera. Y es que, según apunta Pablo Mateos Toro, «la intención es que se sientan como en casa mientras progresan en su formación». Dos únicos requisitos Pero, metidos ya en materia, ¿por qué este campus rompe los esquemas de la formación tradicional? «Lo primero de todo es que sólo hay dos requisitos para entrar en este programa: tener 18 años cumplidos y voluntad de aprender. Nada más. A partir de entonces puede venir cualquier persona tenga o no conocimientos de tecnología. Nos ha llegado algún alumno que jamás ha utilizado un Mac y no sabía ni encenderlo y nos ha preguntado por cómo hacerlo. Nuestra respuesta es firme: 'si has venido aquí es para aprender y buscar soluciones. Búscate la vida . Tendrás que averiguar cómo se enciende'». Pablo Mateos Toro, director 42 Madrid Fundación Telefónica La peculiaridad de esta metodología es que se pone toda la responsabilidad del aprendizaje en el estudiante, de tal manera que no hay profesores como tal, «son los alumnos los que deben aprender a aprender, a darse cuenta de que la respuesta a lo que necesitan no está en la entidad, sino en ellos mismos. Esa es la filosofía. Pueden consultar a los compañeros que tenga al lado en ese momento, o que a los que estén conectados, y que serán diferentes la próxima vez porque aquí vienen cuando les viene bien, no les marcamos horarios. Es decir, se aprende a partir del conocimiento de los compañeros y viceversa. Cada uno tiene un punto de partida, con distintos bagajes, conocimientos, habilidades y capacidades. Todos reman a favor de ese proyecto… lo que les pone en la luna. Damos mucha importancia al valor humano». En este campus hay estudiantes que no han superado la Ebau, universitarios de ramas muy diferentes que quieren adquirir conocimientos digitales, alumnos de FP, empresarios que desean dar un giro a su trayectoria laboral, personas que se encuentran en paro e, incluso, un abuelo jubilado que se ha apuntado con su nieto… Los participantes compatibilizan el programa con otras actividades laborales, educativas… o no, están al 100 por cien estudiando aquí. Se tarda una media de 3 años y medio en finalizar todo el proyecto. Es una formación profunda y prolongada en el tiempo en el que se forma parte de una comunidad de conocimiento y aprendizaje. El Campus está abierto los 365 días del año, todos los días de las semana, 24 horas al día. «Nos diferenciamos, además, -añade Pablo Mateos Toro- en que es gratuito y en que el programa tiene un 100% de empleabilidad en tecnología. El itinerario formativo consta de 21 niveles de aprendizaje donde la dificultad es progresiva. Los siete primeros niveles son la base troncal de conocimiento que requiere un programador para posteriormente poder especializarse en inteligencia artificial, big data, sistemas, cuántica, ciberseguridad, redes, sistemas… Está diseñado para dedicarle entre 7 u 8 horas al día y se tarda en concluir estos primeros niveles entre un año y año y medio. Cada alumno adapta su tiempo a su vida«. Por otro lado, hacer la especialización conlleva dos años y medio para alcanzar el nivel 15, dependiendo de la especialidad. El tiempo medio hasta el nivel 21 son tres años y medio. Hasta la fecha lo han logrado 600 estudiantes en todo el mundo, de los 100.000 participantes que han pasado por el programa. «Son pocos. Nuestro problema no es que los estudiantes llegue al nivel 21, sino que no nos dejen al llegar al nivel 5, cuando ya les llaman empresas ofreciéndoles trabajo. Parte de nuestra labor está en concienciar a les en que apuesten por su formación hasta el final, en lograr otras cotas de conocimientos y así poder optar a rangos de puestos de trabajo superiores, que no se queden con la primera oferta que les llegue, sobre todo en el caso de los más jóvenes. Es decir, para Fundación Telefónica el objetivo es la empleabilidad y les tenemos que retener porque nos cuesta que no se vayan a ofertas que les ofrecen las empresas más punteras de nuestro país». Marina (22 años): «Me queda poco tiempo de ocio, pero es cuestión de prioridades» Esta joven estudia ADE y Marketing y dedica 8 horas diarias a Campus 42 para reforzar su formación en programación Marina es una estudiante del doble grado en ADE y Marketing en la Universidad Rey Juan Carlos. «Me apunté cuando estaba en segundo de carrera a esta iniciativa en noviembre de 2022 porque en mi universidad hay poca preparación en tecnología y creo que es algo que se necesita para cualquier empleo el día de mañana y que podría ayudarme mucho ». MÁS INFORMACIÓN noticia No Las razones por las que los adolescentes creen que vapear no les perjudica (y cómo evitarlo) noticia No Catalina Hoffmann: «He entrenado a cientos de niños que han pasado de sacar ceros a sobresalientes» noticia No «Los estudiantes han crecido utilizando la tecnología, pero esto no significa que sepan cómo usarla para aprender» Esta alumna de 22 años reconoce que dedica mucho tiempo a Campus 42. « Unas 8 horas diarias. Me queda poco tiempo de ocio, o nada, porque también tengo que ir a mi universidad y estudiar. Mis padres me dicen que me echan de menos porque paso mucho tiempo también aquí. Pero, como todo, es cuestión de prioridades. El tiempo en el campus se me pasa muy rápido porque todo el programa es muy dinámico. Empecé con muchas ganas y al principio, la verdad, me frustré un poco porque no conocía a nadie, no hay profesores... y eso te deja al comienzo desconcertada. Luego aprendes la dinámica de hacer lo que dice el programa y a trabajar en equipo con los compañeros que están a tu lado, o los que están conectados en ese momento al programa desde el otro lado del planeta, lo que me ha ayudado a conocer también otras culturas, otros formas de pensar y reflexionar. Sin duda, es una experiencia de vida », concluye esta joven.

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