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Carlos A. Carrasco: Nearshoring y la desigualdad regional

Una de las preocupaciones de la llegada de inversión extranjera asociada a la relocalización por cercanía (nearshoring) tiene que ver con el potencial incremento en las desigualdades regionales entre las Entidades Federativas. México es un país altamente desigual y regiones que ya cuentan con una base industrial importante estarían atrayendo más flujos de inversión, lo que consolidaría su posición de ventaja.

La base industrial es clave en la dinámica salarial. La industria y los servicios asociados a la industria tienen salarios más altos en promedio y más posibilidades de mejora en la productividad si se les compara con las remuneraciones en el sector primario o en los servicios no asociados a las actividades industriales.

Por ello, es posible esperar que los trabajadores en regiones receptoras se beneficien de mejoras salariales incrementando la distancia con otras zonas del país. La estructura económica es clave para explicar las diferencias regionales. Las zonas metropolitanas con más posibilidades de atracción se encuentran en los estados de Nuevo León, Coahuila, Ciudad de México, Chihuahua, Baja California y el corredor del bajío.

¿Qué caracteriza a las regiones más atractivas para la inversión extranjera? Un análisis de las diferencias entre las regiones puede ayudar a dimensionar los contrastes y, sobre todo, a plantear estrategias que permitan impulsar a los Estados que presentan un mayor rezago respecto a las economías regionales más dinámicas. Las industrias de exportación son clave dada la competencia a la que se enfrentan, el dinamismo del sector y las posibilidades de mejora en la productividad.

Si tomamos como referencia los datos más recientes de DataMexico sobre la complejidad económica de las Entidades Federativas, esto es, la capacidad de las regiones para transformar insumos en productos de mayor sofisticación, a la cabeza de la lista se encuentran Nuevo León, Querétaro, Baja California, Chihuahua y Coahuila. No sorprende que coincidan con las regiones más atractivas para la inversión extranjera.

Si vamos a un nivel de detalle mayor, podemos ver que los principales productos de exportación de estas regiones entran en las categorías de maquinaria y equipo, vehículos de motor y autopartes, e instrumentos. Las tres categorías de los principales bienes de exportación requieren de procesos de manufactura avanzada, con personal cualificado y una relación capital-trabajo alta. Por otro lado, en el grupo de Entidades Federativas con un sector exportador menos complejo las categorías que dominan son los productos del reino vegetal, productos alimenticios, metales y textiles.

Para que la inversión tenga un mayor impacto en los salarios y en las condiciones de vida en las regiones receptoras, ésta debe centrarse en actividades que generen mayor valor añadido, especialmente en etapas intermedias de los procesos de producción.

La inversión tiene efectos limitados cuando se priorizan actividades productivas en la fase de ensamblaje de las cadenas de manufactura.

Lograr que las regiones en desventaja relativa incrementen su capacidad de crecimiento y converjan con las regiones más dinámicas no solo permitiría a sus habitantes mejorar sus ingresos y calidad de vida, sino que mejoraría la capacidad de crecimiento de México como país y todos saldríamos beneficiados.

No obstante, el proceso no es sencillo y requiere de una estrategia interanual que difícilmente cuadra con una visión política sujeta a los ciclos electorales.

La estrategia implica un cambio estructural que modifique el peso relativo de los sectores en la economía, lo que a su vez requiere infraestructura de transporte, telecomunicaciones y una mejora sustancial en las oportunidades educativas y de capacitación para el trabajo. Una estrategia de desarrollo en estas regiones que siga privilegiando actividades con un valor añadido bajo, va a seguir agrandando las diferencias regionales.

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