El ilustrativo abrazo de Unai Simón y Le Normand
Tal era la superioridad de España en todos los aspectos y los antecedentes recientes frente a Georgia tan favorables, que el partido tenía sus trampas . Exceso de confianza, la presión del favorito ante un rival heroico y el hecho de encontrarse ante el primer jaque mate del campeonato, no son asuntos baladíes en estas lides. La puesta en escena fue estupenda, con 15 saques de esquina en el primer cuarto de hora, circulación rápida de balón, profundidad por las bandas y chispa en todas las acciones. El gol se veía venir, pero no llegaba . Y eso provocó las primeras grietas de la selección, por momentos desordenada, con unas lagunas defensivas inquietantes y cierta ansiedad de equipo todavía inmaduro. Suelen decir los entrenadores que este tipo de trámites tan unidireccionales se ganan a partir de la defensa. Parece un absurdo, pero es tan real como la crueldad en el fútbol. Cuando un equipo domina tanto que su retaguardia se sitúa en el centro del campo, las vigilancias y las faltas tácticas son máximas innegociables . Se caracteriza esta España por su presión altísima para recuperar enseguida y eso le permite ser muy dominadora. ¿Qué ocurre cuando el rival, como pasó con Georgia, rompe la primera línea de presión?. Pues que los defensas no pueden perder de vista a sus referencias, los laterales deben tener sumo cuidado en el repliegue y no se puede permitir al contrario que se gire fácil. El autogol fue un accidente, pero la jugada en sí misma fue un despropósito defensivo . Kakabadze se internó solo por la derecha, ya que Cucurella no estaba, las ayudas no aparecieron, nadie pudo interrumpir la transición y a Le Normand le pilló muy mal perfilado y con Kvaratskhelia por detrás para empujarla. Como casi todo tiene una doble lectura, se produjo un gesto de esos que no se ven y demuestra el buen rollo en el grupo de Luis de la Fuente. En lugar de mirarse de soslayo o de recriminarse algo, Unai Simón y el central hispano-francés se dieron un sentido abrazo . Es en los momentos complicados cuando se ve la unión y el compromiso de una familia, justo de lo que presume el preparador riojano. Las aguas volvieron a su cauce, pero durante algunos minutos del primer período España fue un caos . Precipitada, perdiendo balones, con las líneas separadas y permitiendo algunos contragolpes impropios de su nivel. Se vieron un par de transiciones en ventaja numérica de los georgianos no se puede consentir. Kvaratskhelia y Mikautadze generaron algún momento de zozobra ante una selección demasiado expuesta. Está bien que los laterales sean muy ofensivos, pero tener a Carvajal y a Cucurella a la vez casi como extremos, es arriesgado. Quedaba una hora larga de juego, pero estaba tan desesperada España que parecía el descuento. No había necesidad para ese todo o nada. A partir de la calma, la remontada podría ser hasta coser y cantar. Apareció entonces Rodri Hernández , el mejor mediocentro del mundo, un jugador que ha crecido de manera exponencial bajo el magisterio de Pep Guardiola y se ha especializado en marcar goles determinantes. Antes de poner las tablas tras un disparo sutil con la zurda pegado al poste, imposible hasta para el muro Mamardashvili, el cerebro madrileño hizo otro de estos gestos fundamentales. Se plantó en el centro del campo, ejerció de líder, abrió los brazos y pidió calma. Para vencer a Georgia no había necesidad de hacer esfuerzos larguísimos, ni de correr como pollos descabezados para intentar marcar el segundo antes que el primero. España superó su primer momento difícil del torneo y pasó por encima de los debutantes, sobre todo cuando tipos como Nico Williams disfrutaron de espacios , pero conviene pasar por el diván y bajar el suflé.