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Muere a los 88 años el escritor albanés Ismail Kadaré

Abc.es 

El escritor albanés Ismail Kadaré , eterno candidato al Nobel y autor de una obra monumental sobre la tiranía comunista de Enver Hoxha, ha fallecido a los 88 años, tal y como ha comunicado su editor y el hospital a la agencia AFP. Kadaré sucumbió a una crisis cardíaca. Llegó «sin señales de vida» y los médicos le hicieron un masaje cardíaco, pero falleció a primera hora de la mañana. Kadaré era el intelectual más importante de Albania y uno de los más activos en Europa, donde su compromiso jugó un destacado papel en el esclarecimiento internacional del drama de los albaneses de Kosovo. Fue con su primera novela, 'El general del ejército muerto' (1963), con la que consiguió el primer reconocimiento internacional. Desde entonces ha publicado numerosas obras que lo han situado como uno de los escritores europeos más importantes del siglo XX , entre ellas destacan 'El palacio de los sueños', 'Abril quebrado', 'La pirámide', 'El Monstruo' o 'Los tambores de la lluvia'. Su obra ha sido traducida a más de 40 idiomas. En 2009 recibió el premio Príncipe de Asturias de las Letras, y aprovechó su discurso para hacer un elogio de 'Don Quijote'. «Cuando entre mi país y España no iba ni venía nadie, un caballero solitario, despreciando las leyes del mundo, cruzaba cuantas veces se le antojaba la frontera infranqueable. Ya imaginaréis a quien me refiero: a Don Quijote. Fue el único al que no consiguió detener aquel régimen comunista, para el que la cosa más fácil del mundo era precisamente detener, prohibir. Don Quijote, ya como libro ya como personaje vivo, era tan popular en Albania como si lo hubiera engendrado ella misma (...) Don Quijote traspasaba la frontera albanesa porque era, entre otras cosas, independiente. Cuando un escritor albanés, por una obra escrita principalmente en un territorio y un tiempo comunistas, viene a recoger un premio de un reino occidental, eso sucede porque la literatura es, por su propia naturaleza, independiente». Novelista sarcástico que alternaba lo grotesco y lo épico, Kadaré exploró los mitos y la historia de su país para diseccionar los mecanismos del totalitarismo, un mal universal. Albania vivió durante décadas bajo la dictadura de Enver Hoxha, una de las más cerradas del mundo. «En cualquier tiranía, la vida está plagada de secretos y existe una realidad doble y a veces incluso triple. Es como un agujero negro del que es muy difícil escapar», reflexionaba Kadaré en ABC al poco de publicar 'Réquiem por Linda B'. Por paradójico que parezca, él se exilió a Francia justo cuando el regimen comunista empezaba a desmoronarse. «No me marché para escapar, ya que el peligro ya había pasado; me fui para poder decir que Albania estaba haciendo un juego muy peligroso, ya que había decidido no hacer ningún cambio». Kadaré sufrió la censura férrea. Tardó años en recuperar el manuscrito de 'El gran invierno', en manos de la viuda de Hoxa, hasta que un tribunal albanés así lo decidió. «No quiero entrar en detalles porque en gran parte son ridículos: alguien que quiere tener para sí el manuscrito de un autor, algo que no ocurre en ningún país», relativizaba él. Aunque luego aseguraba: «Siempre he tratado de hacer literatura normal en un país anormal, y eso es suficiente para la literatura. Bajo el miedo no se puede crear nada». «El infierno comunista, como cualquier otro infierno, es asfixiante», declaró el escritor a la AFP en una de sus últimas entrevistas, en octubre. «Pero en la literatura, eso se transforma en una fuerza vital, una fuerza que te ayuda a sobrevivir, a vencer con la frente muy alta a la dictadura». De hecho, era una de sus obsesiones: la literatura de las dictaduras. «He escrito durante 30 años bajo la tiranía comunista y otros 20 en libertad, y no creo que alguien que no sepa las fechas pueda adivinar en qué momento está escrito cada libro», explicaba en 2012 en ABC. Algunos críticos sugerían entonces que quizá escribía mejor bajo la dictadura, a lo que él respondía: «Quizá haya que meter a los escritores en la cárcel para que lo hagan mejor (...) Para escribir mejor, hubiese necesitado ser escritor y muerto al mismo tiempo». La literatura «me dio todo lo que tengo, fue el sentido de mi vida, me dio el coraje de resistir, la felicidad, la esperanza de superar todo», explicó, ya debilitado, desde su casa de Tirana, la capital albanesa.

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