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Ricky Martin, el idilio de un genial puertorriqueño con Sevilla

Abc.es 

Ricky Martin es pura dinamita. Pisa fuerte. Además, tiene la enorme virtud de demostrar poderío desde la cercanía, sin darse aires de genio. Ayer, en la Plaza de España de Sevilla , exhibió todo su caudal artístico desde que emergió desde la cima de una escalinata como una absoluta deidad de humanas proporciones sobre el inmenso escenario de Icónica Santalucía Sevilla Fest . Fue al ritmo de los tambores iniciales de 'Pégate' , con la que sacudió el ambiente nada más salir, el primer peso pesado de un repertorio rebosante de himnos escuchados y coreados en los cinco continentes a lo largo de su dilatada y exitosa trayectoria (95 millones de discos vendidos y multitud de premios internacionales). Gracias a Icónica, la capital andaluza tuvo anoche el privilegio de acoger el primer concierto en España de su gira 'Ricky Martin Live 2024' . Sin duda, una de las citas de más prestigio y magnitud de la presente edición del conocido festival boutique. Obviamente, no quedó ni una sola entrada en taquilla . Unos sofocantes 32 grados marcaba el mercurio en la Plaza de España cuando pasadas las diez y media de la noche comenzaba el esperadísimo concierto de su regreso a Sevilla, pero la sensación térmica apuntaba hacia unos guarismos más elevados. Y es que el calor estival no es lo único que tiene el poder de derretir. El puertorriqueño también sabe hacerlo. Primero saluda con sus característicos contoneos repletos de sensualidad , luego revolea los brazos como solo él sabe, de seguido pega saltos y saluda al público, todo eso mientras canta eso de «yo vengo con una cosa buena para mi pueblo, traigo amor, traigo ese suero que alegra los corazones del mundo entero». Ya está el lío organizado . Conecta con sus seguidores de inmediato, en tiempo récord. Cuando Ricky Martín movía las caderas , toda la Plaza de España estallaba en gritos (que solapaban más de un profundo suspiro), sin distinción de géneros, Aunque, en rigor, cabe mencionar que el polifacético artista boricua congregó anoche a una audiencia mayoritariamente femenina , a la que sedujo desde el minuto uno de concierto. Pero Ricky Martin es mucho más que cuerpo y una cara atractivos. Faltaría más. No en vano es uno de los artistas latinos contemporáneos más reconocidos a nivel mundial. Anoche dejó sobradamente constancia de ser un artista en plena madurez , completísimo, con un dominio abrumador de la escena, tremendamente comunicativo, enérgico, que cautiva por su complicidad con los fans. Desde el explosivo inicio, la cascada de éxitos mundiales del cantante fue constante. Un hit detrás de otro, sin tregua, casi sin respiro: 'María' (rejuvenecida gracias a unos arreglos adaptados a los tiempos), 'Adrenalina' , Shake your bon-bon', 'La bomba' , 'She bangs'. «Esta noche es el primer concierto de mi gira por España. Tenía que ser en Sevilla, porque ustedes son un amuleto para mí », saludó. «Vine a la Feria de Sevilla y desde entonces comenzó una relación muy especial entre un puertorriqueño y esta hermosa ciudad. ¡Aquí está mi alma para todos ustedes!» Si por sí solo Ricky Martin es capaz de llenar el escenario y conquistar al público, qué decir cuando le secunda, como ocurrió ayer, una banda de hasta nueve músicos (comandados por el cotizado director musical afrolatino David Cabrera ) y siete bailarines que añaden espectacularidad y sugestión a una puesta en escena trufada de elaboradas coreografías. Después de un irregular tramo más romántico, en el que baladas como 'Vuelve' o medios tiempos como la elegante y celebrada 'Tu recuerdo' fueron una suerte de interludio que sirvió para bajar un poco las pulsaciones y otorgar una tregua a las caderas. Pero nada más lejos de la realidad, Ricky Martin había prometido entregar su alma a los 10.000 fans que se dieron cita en la monumental Plaza de España y estaba dispuesto a cumplir con su palabra. Vaya si cumplió. El póker de ases 'La mordidita' , 'Por arriba, por abajo', 'Vente pa'ca' y 'Livin' la vida loca' añadieron más leña al fuego si cabe en un tramo final verdaderamente extático en el que el ídolo demostró a base de bailes picantes que el Caribe corre por sus venas con la fuerza de un ciclón. Fueron los enésimos cañonazos de un trepidante setlist que catapultó hasta la apoteosis la euforia colectiva que el puertorriqueño se había encargado de provocar canción a canción durante la algo más de hora y media que duró su actuación. La última en sonar fue una versión spanglish de la 'Copa de la vida' (el himno del Mundial de Francia 98), un tema que no le fue a la zaga a sus predecesores en cuanto a intensidad y que sirvió para abrochar por todo lo alto un show de muchísimo nivel.

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