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Rafaela Carrasco baila su ser interior

Abc.es 

Contaba hace poco Rafaela Carrasco que su madre, nonagenaria, le había comentado alguna vez por qué no volvía a bailar sin más, cómo ella empezó o cómo ha ido haciendo a lo largo de su vida, sola en el escenario, sin un elenco que le acompañe en sus coreografías. Dicho y hecho. Rafaela Carrasco hace caso a sus mayores y ha elegido el festival de flamenco de Mont de Marsan, que tan bien conoce, para hacer el estreno mundial de su última obra, 'Creaviva' . Sobre un escenario mondriánico, con varias paredes plateadas que van cambiando de color y geométricamente desiguales, aparece el elenco sentado en corro con Rafaela ataviada con una gran capa que mueve en forma de serpentine, como si fuera Loie Fuller en lo flamenco, haciendo que la tela se convierta por el movimiento en los brazos de la bailaora cuando recorre al elenco a su alrededor. El comienzo del espectáculo es rotundo, por soleá, no se puede empezar de otra forma más que sentando cátedra de lo que esta bailaora, Premio Nacional de Danza en 2023 , consigue hacer con su baile. Su soleá está medida, tiene detalles clásicos, pero también originalmente nuevos. Su creatividad está ahí. Rafaela Carrasco es heredera de la Escuela Sevillana del Flamenco . Alumna distinguida de Matilde Coral , su elegantísima presencia en escena siempre se destaca por sus escorzos, por sus brazos, manos pero sin olvidar en este caso los pies. Pues si la Escuela Sevillana se fija más en una bailaora alada, en Carrasco los pies tienen una especial importancia . No en vano posee uno de los mejores, más limpios y musicales zapateados de la escena actual . Por eso no es de extrañar que en estos nueve cuadros que nos propone se desarrollen intensos y elaborados zapateados, tanto con percusión como con el cante de Gema Caballero , intentando desenredar la madeja del compás a base de barroquísimos zapateados, extenuantes en ocasiones, que parecen ser de fácil ejecución. Tales son las facultades de esta bailaora que transmite siempre una enorme seguridad . Rafaela recorre el escenario, canta, toma un micrófono del cielo, graba su propia voz, sigue cantando para que su baile le hable sólo a ella. Dialoga con la guitarra, le baila a las composiciones y punteos de Jesús Torres y remata a placer. La composición musical es extremadamente cuidadosa, pero también en ocasiones ajena a los habituales sonidos que pueblan el flamenco , por eso oímos romances que parecen del mundo del folklore popular en la siempre voz especial de Gema Caballero, o incluso vemos cómo Jesús Torres le cede la guitarra al gran Antonio Campos , que interpreta y toca al mismo tiempo. Una transformación poco habitual. Con la dramaturgia de Álvaro Tato , cuyos textos se oyen en off en algunas ocasiones del desarrollo del espectáculo, el baile transcurre con la identidad habitual de Rafaela Carrasco, cuando se mete en la jondura de una original farruca, o hace una versión casi inidentificable de las sevillanas. Como no podía ser de otra manera, la bailaora vuelve a sus orígenes y se coloca una curiosa bata de cola que, como todo el anterior vestuario, cambia en escena. En esta ocasión la bata está abierta por delante y parece que la bailaora se envuelve en ella. El color gris de casi toda la pieza adquiere luz y se vuelve cálido cuando suena las alegrías y Rafaela entonces parece regresar a sus clases de la calle Castilla con Matilde Coral, y aquellos días de frases eternas: «Niñas, los brazos como palomas», y su festero gesto se introduce en el baile de Cádiz con preciosos escorzos y originales remates. Es 'Creaviva' un original espectáculo que acaba de nacer, aún balbucea, por eso en ocasiones es difícil que el mismo desarrollo de la pieza te permita entrar . Tiene el toque contemporáneo de Antonio Ruz , quien racionaliza de alguna manera la puesta en escena luego equilibrada de forma absoluta por el impresionante baile de Rafaela Carrasco, y la participación de un atrás que es un delante como siempre en su elenco. Una obra que significa de alguna forma el regreso de Carrasco a su propia intimidad, sin pensar en más universos que no sea el suyo propio. En la soledad del baile encuentra la bailaora su parte de su historia y nos la revela sin pudor.

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