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¿Qué revela el ADN de los niños sacrificados en Chichén Itzá sobre los mayas modernos?

El ADN antiguo de niños mayas sacrificados revela vínculos genéticos con mayas modernos y ofrece nuevas perspectivas sobre rituales ancestrales.

ADN de niños mayas sacrificados muestra vínculos con mayas modernos y nuevos detalles sobre rituales antiguos

En 1967, trabajadores que construían un pequeño aeropuerto cerca de Chichén Itzá, una antigua ciudad maya en México, encontraron restos humanos. Los arqueólogos descubrieron un chultún, un contenedor subterráneo de almacenamiento de agua de lluvia, considerado en la mitología maya como una entrada a la tierra de los muertos. Conectada al chultún había una cueva que contenía más de 100 restos humanos, casi todos de niños.

Décadas después, el ADN extraído de 64 de estos niños proporcionaron nuevos conocimientos sobre los rituales religiosos de los antiguos mayas y sus vínculos con los descendientes modernos. Un grupo de investigadores internacionales publicó en la revista Nature que los niños, sacrificados entre el 500 y el 900 d.C., eran mayas locales que probablemente fueron seleccionados para el sacrificio en parejas de hermanos.

La investigación del genoma comenzó como un intento de entender el legado genético de la pandemia de Salmonella enterica en 1545, que mató al 90% de la población indígena. En 2015, el equipo recibió permiso para destruir una pequeña parte de los cráneos de los niños para secuenciar su ADN. Los resultados mostraron que todos los cráneos pertenecían a varones.

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Rodrigo Barquera, inmunogenetista del Instituto Max Planck, explicó que inicialmente repitieron las pruebas varias veces porque no podían creer que todos fueran niños varones. Pruebas posteriores revelaron que muchos de los niños estaban emparentados, incluyendo dos pares de gemelos idénticos. Aunque se desconoce por qué fueron sacrificados, es posible que se seleccionaran hermanos para reflejar la historia de los Héroes Gemelos de la cosmología maya.

El equipo comparó el ADN de los niños con el de los mayas modernos de Tixcacaltuyub, un pueblo cercano a Chichén Itzá, y encontró una fuerte continuidad genética entre ambos grupos. Esto también mostró que la pandemia de 1545 dejó una huella en los mayas, otorgando a los habitantes modernos de la zona al menos una variante genética asociada con la inmunidad a la salmonella.

Barquera y su equipo visitaron el lugar para compartir sus hallazgos. Los residentes se mostraron encantados de saber que estaban genéticamente emparentados con los constructores de Chichén Itzá. Barquera relató que los participantes ahora pueden afirmar con orgullo su herencia y exigir respeto.

La investigación del genoma de los niños mayas comenzó como un esfuerzo por descubrir el legado genético de la pandemia más mortífera de Mesoamérica.

*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La información fue proporcionada y revisada por un periodista para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.

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