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El nuevo problema de Macron

Abc.es 
Hubo sorpresa en la segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas, que ha contado con una participación histórica, a la altura de las alertas lanzadas durante toda la campaña, incluso desde las filas de la selección de fútbol francesa, contra la posible victoria de la derecha radical que lidera Marine Le Pen. El triunfo de la izquierda , agrupada en el Nuevo Frente Popular, así como el resultado del macronismo, que logra salvar los muebles y sobrevivir a un pulso polarizado entre dos extremos, han relegado al partido de Le Pen a la tercera posición. El cordón republicano se impone con rotundidad y lastra la esperanza de la derecha radical de alcanzar una mayoría en la Asamblea, ni siquiera simple. Sin embargo, la debilidad de los valores sobre los que se asienta la V República deja muchas incógnitas abiertas a corto plazo. El liderazgo del izquierdista Jean-Luc Mélenchon representa, en sí mismo, un desafío, tanto por su pulsión iliberal como por su retórica antieuropea y antisemita. El Nuevo Frente Popular es una alianza muy coyuntural que aglutina partidos con culturas políticas muy distintas, unidas con el único objetivo de evitar la dispersión del voto frente al auge de los partidarios de Le Pen. En el caso de la Francia Insumisa, liderada por Mélenchon, sus presupuestos políticos son contrarios a los consensos comunitarios, y su ambigua postura con respecto a Hamás resulta del todo intolerable. Pese a reclamar a Macron que «incline la cabeza» y le encargue la formación de un nuevo ejecutivo , su programa de máximos, más allá de la unión electoral circunstancial, se haría inasumible incluso para gran parte de los progresistas franceses. La delicada situación en la que se encuentra Francia no tiene en Marine Le Pen a su única culpable, sino que es consecuencia del colapso de sus partidos tradicionales y del ascenso de opciones que cuestionan el 'statu quo' fraguado a lo largo de la segunda mitad del siglo pasado. El imprevisto resultado de estas legislativas sitúa a Emmanuel Macron ante una circunstancia enormemente compleja y que, paradójicamente, es fruto de su propia temeridad. Tras el resultado de las elecciones europeas, el presidente francés adelantó las legislativas con la excusa de frenar a la derecha radical, victoriosa el 9J, y lograr una remontada de carácter personal. Esa misión, contra todo pronóstico, la ha cumplido. Pero ahora tendrá que enfrentar un populismo de signo contrario, igualmente incompatible con los valores que tradicionalmente ha defendido. Macron ha cambiado un problema por otro.

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