Guerra híbrida y «Lawfare» en el siglo XXI
Filoctetes, durante la guerra de Troya, herido como se encuentra es persuadido con mentiras por Odiseo –se le presenta como ejecutor de la voluntad de Zeus– para que vuelva a combatir como al término lo hace y mata con su flecha a Paris. Repara aquél luego, no obstante, en que “la mentira no realiza la voluntad divina, sino que falsea a los mismos dioses, en tanto se los pone como excusa para el engaño”. Y esto último es, exactamente, lo que hace el fascismo contemporáneo y que mejor describe Piero Calamandrei (1889-1956) como sufriente que fue de lo ocurrido en Italia bajo Benito Mussolini. Su texto seminal sobre el régimen de la mentira, cuyos párrafos repito con ánimo renovado por la actualidad de su crónica para el Occidente, reza así: “La mentira política, que puede ocurrir en todos los regímenes al corromperse o degenerar, en el fascismo se la asume de forma sistemática como instrumento normal y fisiológico del gobierno”, …: “Es algo más profundo, más complicado, y más turbio que la mera ilegalidad… es el régimen de la indisciplina autoritaria, de la legalidad adulterada, de la ilegalidad legalizada, del fraude constitucional”.
Sobre la mentira, en tiempos de posverdad, entonces, es que se han hecho posibles la llamada guerra híbrida y su subproducto, el LawFare; nombre que calcan, este último, sus apologetas del presente, del que identifica al grupo de editores y abogados organizado en Washington, D.C. en 2010, con el propósito de cercar al presidente Donald J. Trump y denunciar, a través de una revista, sus actuaciones constitucionales sobre seguridad nacional.
A manera de abrebocas, téngase muy presente el discurso de Fidel Castro del 26 de julio de 1989, dicho en la Plaza Mayor de Camagüey a menos de cuatro meses de cristalizar el fracaso comunista o socialismo real, simbolizado en la caída del Muro de Berlín.
Habla ante los cubanos de la transición verde, y revela que esta será consigna en Cuba entre los causahabientes del fracaso marxista. “Planteamos la idea de aprovechar el estiércol de la enorme masa ganadera que estará alrededor de la ciudad –la que aún no come carne porque no le llega– para convertirlo en humus”, dice. Y afirma que construirá allí, donde perora, 200 vaquerías por año.
Luego se pregunta ante su audiencia, a la que desprecia, sometiéndola con la dialéctica de sus engaños y su pérdida de contacto con la realidad lo siguiente: “Quisiera saber si en Estados Unidos, por ejemplo, hay alguna unidad que se asemeje a esta; quisiera saber si en Europa, si en Francia, si en Holanda hay un tipo de organización integral de la producción de magnitud que se semeje a esta”. Se refiere, justamente, a lo que no existe y es la obra de su delirio malvado. “Se está construyendo el más grande centro lechero del mundo”, en Camagüey, afirma.
Desde el año anterior, este gran mentiroso de la historia del siglo XX se planteaba “la transición socialista”. Hablan los suyos de la “rectificación de errores y tendencias negativas”. Y llegado 1990, en yunta con Lula Da Silva crea Castro el Foro de São Paulo. Desde allí observa y analiza el “modelo de transición socialista” de Europa oriental y su crisis, y tal como consta en el documento fundacional del Foro y en el otro que adoptan ambos al año siguiente, en Ciudad de México, extraen para la forja de tal “rectificación” “gattopardiana”, entre otras, la siguiente línea de acción fundada en la mentira expandida como fisiología del poder. Se trata, afirman, de desnudar la “coartada” de la lucha contra el narcoterrorismo en tanto que supuesta mascarada para la militarización norteamericana de América de Sur, junto al rechazo de la “guerra andina contra el narcotráfico”.
En otras palabras, sin renunciar a lo que siguen siendo –comunistas, como lo precisa el mismo Castro cuando se le pregunta por el socialismo del siglo XXI– no hablan más del pasado. Obvian el control de los medios de producción, mas, como lo demostrará la experiencia, criminalizan a aquellos empresarios y comerciantes que no se les someten e insisten en que a ellos mismos se les persigue judicialmente –otra vez jugando a la falacia – por lo que son, socialistas. Las alianzas con el narcotráfico y el beneficio de sus dineros, las presentarán como estratagemas de sus enemigos, que judicializan a la política, mejor todavía, politizan a la Justicia.
En ese orden, rebautizados a partir de 2019 con el adjetivo que usara Castro en 1989, el de «progresistas», los integrantes del Grupo de Puebla, causahabientes del Foro, al afinar sus cometidos arguyen la emergencia de un “proyecto político alternativo”; del que diría Platón: “Tú no haces sino confundirte tú, y confundir a los demás”. En efecto, mirándose al espejo trasladan a sus enemigos lo que deciden practicar desde los gobiernos que alcanzan a controlar: (1) Denuncian lo que llaman “golpes híbridos” contra los gobiernos “progresistas” de la región, precisándolos como parte de la iniciativa norteamericana de “guerra híbrida” que deben resistir y combatir; (2) alertan, para incitar a la polarización política sobre “un crecimiento de la extrema derecha”, entendida como lo opuesto al progresismo; y (3) atribuyen a un “neofascismo conservador” la realización de “guerras jurídicas o Lawfare que afectan derechos elementales de líderes y lideresas del progresismo”.
No hablan más los poblanos como lo hace el Foro, del enemigo que originalmente fuese el capitalismo neoliberal, sino del hombre y la mujer de derechas, ahora neofascistas y conservadores, una suerte de aporía o matrimonio morganático. Al efecto, perturbando al lenguaje, sus significantes y significados, creen facilitar la confluencia de esos dos términos antitéticos, para superar el antagonismo precedente, capitalismo neoliberal vs progresismo. ¡Y es que los gobiernos progresistas, más que populistas, ahora practican el capitalismo salvaje y depredador de los dineros públicos!
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