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Borja Jiménez, antes de la cornada: «Este toro me va a coger, pero le tengo que cortar las dos orejas»

Abc.es 
Borja Jiménez, con un boquete en la pierna que llegaba al triángulo de Scarpa, no quería entrar en la enfermería sin ver doblar al toro y sentir el reconocimiento de la plaza de Pamplona . Iba casi desvanecido, llevado por sus compañeros, y ni por esas soltaba la muleta. Al entrar con los doctores, sólo tenía una preocupación: haber gustado al público. Pero, ¿cómo no iba a gustar después de haber cuajado a un importante toro, desde un despacioso inicio de rodillas, hasta ese espadazo a matar o morir, pasando por series en vertical entendiendo al público de Pamplona, pero llenas de verdad y profundidad? Había enloquecido al público, y cortó dos orejas, que fueron la mejor medicina en esos momentos, sumando Pamplona como otro puerto de montaña conquistado este año por el triunfador de San Isidro. Y ya van... «Sólo preguntaba que cómo había estado y que si le había gustado a la gente», nos cuenta Julián Guerra, apoderado del torero. «Cuando le dije que había cortado las dos orejas, me dijo que quería cortarle la cabeza al toro, y ya no pudimos estar más con él, porque empezaron a operarlo». Al salir de la enfermería, seguía preguntando si de verdad había calado en los tendidos. Pudo comprobar él mismo que sí, ya que, cuando salió de la plaza en la ambulancia , había centenares de personas gritando '¡Torero, torero!': «Ahí se emocionó mucho, se derrumbó de emoción, no se lo esperaba que la gente aguantara, y más siendo el sexto toro en una ciudad en fiestas. Hora y media más tarde, aún no se podía mover el coche de cuadrillas de gente preguntando por él y pidiendo fotos». Nos informa su apoderado de que ha pasado la noche con los típicos dolores y molestias de una cornada de esa gravedad, aunque no ha tenido fiebre y ya está en planta. «Me ha transmitido que quiere dar las gracias al equipo médico y todas las atenciones que ha recibido en Pamplona desde que ha llegado, porque ha sido exquisito todo el protocolo». Este torero no pierde el ánimo por más piedras que encuentre en el camino, y así continúa: «Está con la máxima ilusión, muy contento de haber cortado las dos orejas a un toro en Pamplona, y con las ilusiones que tienen los toreros de reaparecer cuanto antes», aunque todavía hay ir con calma y ver la evolución estas próximas 72 horas. El año pasado debutó en Pamplona con una corrida de José Escolar, que le sirvió para llamar la atención de los aficionados, y poner su nombre entre las principales revelaciones de la temporada. Pero este año se ha ganado el ser uno de los toreros más demandados por el público, gracias a su ambición, su capacidad de sacrificio por su profesión, a la que entrega todas las horas del día, y está dispuesto a dar la vida como demostró ayer, pero no como una frase hecha, sino de verdad. Tenía claro que iba a desorejar al ejemplar de La Palmosilla a cualquier precio, y así se lo dijo a Guerra, que lo recuerda con un nudo en la garganta: «Él, cuando coge la espada, me dijo: Julián, ese toro me va a coger, pero le voy a cortar dos orejas. Tenía claro que lo tenía que matar como fuera, que no se le iba a escapar, y me emocionó». Lo pinchó en un primer momento, y a la segunda vino la cornada. No se escapó del astifino animal. Ahora está recogiendo el cariño de los aficionados, que le agradecen esa verdad, y «espera que le sirva para dar un paso al frente importante y le reconozcan como se ha reconocido siempre la triunfador de la Feria de Otoño de Madrid, que ha cortado orejas en Sevilla, puerta grande en Castellón, San Isidro... Creo que la tarde de ayer fue muy bonita, muy épica y muy para el recuerdo de aficionado, y sí le gustaría que eso tuviera premio. Si no puede ser esta temporada, la temporada que viene». Ojalá no se encuentre más tropiezos en la temporada fuera del peligro del toro.

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