¿Podrá Latinoamérica estar conectada por una megared de trenes superveloces como en Europa?
Europa es reconocida por su avanzada infraestructura ferroviaria de alta velocidad. Viajar desde Londres a París toma solo 2 horas y 16 minutos, mientras que el trayecto de Madrid a Barcelona se cubre en 2 horas y 30 minutos. Asimismo, el tren de Milán a Florencia que tarda 1 hora y 54 minutos. Este nivel de conectividad y eficiencia entre las principales ciudades del Viejo Continente plantea una pregunta crucial: ¿por qué no existe una red similar de trenes superveloces en Latinoamérica?
En nuestra región, aunque existen vías férreas, los trenes de pasajeros que conectan ciudades en diferentes países son una rareza. Un ejemplo es la vía de 8 kilómetros que une Posadas en Argentina con Encarnación en Paraguay. La realidad es que los trenes de alta velocidad no han tenido el mismo éxito en Latinoamérica debido a una serie de factores. Conócelos a continuación.
¿Por qué no hay una megared de trenes superveloces en Latinoamérica?
El desarrollo de una red de trenes superveloces en Latinoamérica se enfrenta a varios obstáculos de caracter económico, político y social. Algunos de estos son:
- Falta de rentabilidad: desde los años 50, y especialmente en las décadas de los 80 y 90, los gobiernos de la región han mostrado un desinterés marcado en invertir en este tipo de sistemas. La reducción del déficit fiscal se ha priorizado sobre la infraestructura ferroviaria.
- Distancias enormes entre países: América Latina es sustancialmente más grande que Europa. Entre los territorios del Reino Unido y la Unión Europea suman 4,3 millones de kilómetros cuadrados, lo cual apenas supera la mitad de la extensión de Brasil.
- Alto costo de construcción y mantenimiento: Jorge Kohon, ingeniero civil y experto en transporte ferroviario, explicó a la BBC que el precio de un vagón bordea el millón de dólares, mientras que una locomotora cuesta unos 3 millones, y la construcción de vías se sitúa entre 20 y 30 millones por kilómetro. Por ello, proyectos como un tren de alta velocidad entre Buenos Aires y Córdoba se estimen en alrededor de US$16.250 millones, volviendo inviable su desarrollo debido a las grandes distancias y baja demanda en la región.
- Corrupción: en Latinoamérica, el desvío de fondos, los sobrecostos y los sobornos son comunes en proyectos de infraestructura. Casos como Lava Jato han evidenciado cómo empresas vinculadas al poder político obtuvieron contratos ilícitos, afectando la viabilidad de grandes obras.
- Competitividad de otros medios de transporte: por ejemplo, los costos de los aviones han disminuido significativamente. Las redes ferroviarias existentes están más enfocadas en el transporte de mercancías y no ofrecen la velocidad ni la eficiencia necesaria para competir con otros medios de transporte.
¿Qué proyectos de trenes de alta velocidad se desarrollan en Latinoamérica?
A pesar de los desafíos, algunos países de Latinoamérica están avanzando con proyectos de trenes de alta velocidad. Chile ya cuenta con el tren más rápido de Sudamérica, que conecta a Santiago con Curicó y recientemente se ha extendido a Chillán. Dicho servicio alcanza una velocidad de 160 km/h y una capacidad para 236 pasajeros, y conecta a las dos primeras ciudades en un lapso de 2 horas.
Este avance forma parte del plan de conectividad ferroviaria anunciado por el presidente Gabriel Boric, el cual incluye también un tren rápido entre Santiago y Valparaíso, que cubrirá 120 kilómetros en 45 minutos.
En México, el Tren Maya es uno de los planes más ambiciosos, planeando conectar Cancún, Tulum, Calakmul, Palenque y Chichen Itzá a lo largo de 1,554 kilómetros. Este proyecto, aunque criticado por su impacto ambiental, busca fomentar el turismo y mejorar la conectividad. El primer tramo se inauguró en diciembre de 2023 y actualmente llega desde Campeche hasta Playa del Carmen, con más tramos planificados para iniciar operaciones en los próximos meses.
Perú también está planeando el Tren del Norte, que unirá Lima con Trujillo en solo 3 horas y unirá a varias ciudades de la costa norte del país andino en un recorrido de 1.200 kilómetros. Este proyecto busca mejorar la calidad de vida, fomentar el comercio y el turismo, y se espera que beneficie a más de 14 millones de personas al año.
Estos proyectos, aunque prometedores, están todavía en etapas iniciales o enfrentando múltiples desafíos. La colaboración entre gobiernos y sectores privados será crucial para su éxito, marcando el inicio de una nueva era en la infraestructura de transporte de Latinoamérica.