World News

Las playas, pueblos y marismas de una de las costas más salvajes y bonitas

Abc.es 

Playas de arenas doradas de kilómetros de longitud hacen de la orilla marítima onubense un paraíso para los aficionados al descanso mecidos por el rumor oceánico. Las desembocaduras de los ríos Guadalquivir, junto a la localidad de Matalascañas , y Guadiana, al pie de Ayamonte que señala la frontera con territorio portugués, recortan una costa que se extiende más de 120 kilómetros. Pero el litoral atlántico de la provincia de Huelva es más que arena y sal. Luce salpicado de pueblos que reparten sus encantos entre la tradición pesquera y sus bondades para acoger el turismo junto a unas playas cuidadas con esmero. Basta con acercarse a la más imponente, la zona más oriental, a caballo de las provincias de Cádiz y Huelva, junto al extenso estuario del Guadalquivir. Es donde se halla el pueblo costero de Matalascañas con su playa homónima que también es denominada Torre de la Higuera , debido a una torre almenara del siglo XV que se halla en la orilla. Sus bañistas la denominan el Tapón pues eso parece la ruina de la torre vigía volcada sobre la arena, que estuvo integrada en un conjunto de once torres estratégicas que vigilaban el litoral de Huelva. Esta playa, también conocida como de Castilla pues era la puerta castellana al océano, junto a las del resto del municipio de Almonte, al que pertenece Matalascañas, y donde se integra el inmenso arenal del parque nacional de Doñana, suman en conjunto 50 km de playas desde el estuario fluvial. Matalascañas, situada junto a las marismas del Guadalquivir , debe su denominación a que era un mar de cañas. Aquí es donde primero sentimos el ritmo acompasado que llevan las olas cuando tocan la arena. Cuentan que algunos arqueólogos buscaron entre sus arenas y zonas marismeñas los restos de la misteriosa Atlántida. La isla de una civilización mítica de cuya ubicación poco más se sabe que estuvo más allá de las columnas de Hércules. Sus playas son de las más frecuentadas en verano, sobre todo por los sevillanos pues se trata del litoral más accesible. Esto hace que el pueblo de Matalascañas multiplique su población estival para disfrutar también de un gran atractivo paisajístico. Rodeada de servicios turísticos, la localidad bien merece ser recorrida por los 4,5 km de su paseo marítimo que dan acceso al arenal que llega hasta los límites del parque nacional . El ambiente más animado se respira alrededor de la plaza Mayor donde se concentran los bares y restaurantes. A la entrada de Matalascañas, junto a la zona comercial del Parque Dunar, se halla el Balcón del Atlántico. Se trata de un centro de interpretación de Doñana con un mirador situado en su azotea. En su interior, aparte de las fotografías del parque nacional, ofrece un recorrido de realidad virtual en vehículo por el espacio natural. La costa, a través de 20 km de arena sin urbanizar, alcanza el municipio de Mazagón . Un rincón tranquilo donde disfrutar de la playa con pasarelas de acceso al borde del mar y rincones salvajes como el acantilado del Asperillo y la playa de la Torre del Loro , con los restos de una torre almenara. También es el lugar idóneo para degustar los pescaítos fritos por ser localidad de historia vinculada a la pesca tanto como al verano de los vecinos de la capital onubense. También merece la pena conocer el pueblo de Moguer , donde la huella de Juan Ramón Jiménez se guarda con celo en plazas, monumentos y entre sus casas encaladas. Pinares tupidos dan paso a los cantiles arenosos y al parador de turismo que hacen de la playa del Parador una de las más apetecibles del municipio de Moguer. Aún estaremos en el término de la marinera localidad vinculada a los viajes de Cristóbal Colón cuando avistemos los médanos o bancos de arena que hacen tan familiar a la playa de la Estrella. Con su belleza indomable gracias a sus dunas en movimiento. No menos atractivo es Palos de la Frontera , pueblo que, con sus calles estrechas y plazas cargadas de tanto encanto como historia, es desde donde Cristóbal Colón y sus carabelas iniciaron la venturosa singladura que les condujo al continente americano. Estamos en puertas de la ciudad de Huelva y al mismo tiempo de ver uno de los paisajes más fascinantes de la provincia como son las marismas del Odiel . Un universo que cambia al ritmo de las mareas. Están situadas junto al río Tinto, ya que confluyen en sus desembocaduras al Atlántico. Las mareas y la combinación de agua dulce y salada tienen una gran relevancia en el paisaje cambiante de las marismas. Aquí las aves, como las vistosas espátulas, son sus más privilegiados visitantes. Sobre todo en invierno, cuando encuentran un cálido refugio y un lugar de descanso en su viaje de migración. Uno de los lugares más paradisíacos para apostarse a la espera de la puesta de sol es la playa de Mata Negra, en Punta Umbría . Un arenal solitario junto al paraje natural de los Enebrales. Sus dunas y el intenso azul de las aguas son el marco perfecto para observar el último rayo de sol. El pueblo de Lepe presume de ser uno de los mayores núcleos urbanos onubenses y de uno de los más atractivos paseos urbanos de la costa de Huelva por su ancestral existencia ligada a los fenicios. De todas las civilizaciones que pasaron por el lugar -romanos, árabes- guarda huella siempre vinculada al mar y a los recursos pesqueros de la zona. Poco patrimonio sobrevivió al terremoto de Lisboa, entre el que destaca la iglesia mudéjar de Santo Domingo de Guzmán y la Torre del Catalán , así denominada la torre almenara situada en la costa sobre un acantilado desde el que se abarca el paraje natural de las Marismas del río Piedra y la Flecha del Rompido. El municipio cuenta con playas de fama internacional como La Antilla, Islantilla, Santa Pura y Punta Umbría. El núcleo turístico de Punta Umbría es cita obligada alrededor de sus cuatro kilómetros de playa homónima envueltos de una buena oferta turística, incluida su gastronomía, por supuesto ligada al mar. Las sardinas y el atún atrajeron a los pescadores mediterráneos que se asentaron en Isla Cristina . Expertos en su captura, así como en curar el pescado mediante la salazón fueron los pioneros en la tradición pesquera de este puerto que hoy en día es de los más destacados en España por sus capturas de pescado y marisco. Las playas de Isla Canela y Punta del Moral rodean los encantos urbanos de Ayamonte. Ciudad fronteriza con Portugal, a orillas del estuario del Guadiana . Muy apetecible es también el paseo urbano por el barrio de la Villa, el más antiguo con sus calles estrechas y empinadas. Es donde se concentran tres iglesias y los restos del castillo árabe. Son parte del valioso patrimonio local y de la rica historia del núcleo ligada al comercio, la pesca y sus conservas y la navegación de ultramar.

Читайте на 123ru.net