World News

Una pequeña manzana

Despertemos con una mirada nueva cada día y recordemos: ‘La puerta de la felicidad se abre hacia fuera’.

Ya pocas cosas nos asombran. Hemos perdido la inocencia ante frecuentes decepciones. Sin embargo, nos viene bien un cambio de aires. Permanecer abiertos y despiertos.

Les cuento: elegimos pasar unos días en San Gerardo de Dota. Fuimos en busca de altura y la encontramos en el valle del río Savegre. Logramos respirar aire fresco y limpio. Conseguimos alejarnos del ruido y las constantes notificaciones digitales.

Disfrutamos de la cercanía y el contorno de las montañas, sensaciones que estamos perdiendo en nuestras ciudades. Contemplamos los colibríes y hasta vimos un quetzal con su característico plumaje verde y azul. En los senderos apreciamos gran variedad de árboles. Asimismo, encontramos insospechados contrastes en los colores de las flores, dignas de inspirar las mejores temporadas de la moda.

Sin embargo, algo, o mejor dicho alguien, me sorprendió. Tendría unos siete años, y mientras saltaba hablaba con su madre, recordando todo lo que habían visto. Estaba feliz.

Comencé a hablar con la señora y me contó que venían de Esparza y regresarían por la ruta del océano. Le pregunté al niño cómo se llamaba y le entregué una estampita con la imagen de la Negrita, como le decimos los costarricenses.

Se quedó mirando y al instante, con una sonrisa, me entregó una pequeña manzana. Me dijo: “Tome, señora, para que se la lleve de regreso”. Aquel pequeño gesto me tomó por sorpresa. Me obsequió su recuerdo de la excursión de aquel día. El tour de las manzanas.

Esta pequeña anécdota me recordó aquella reflexión de Viktor Frankl, quien, recordando al filósofo danés Soren Kierkegaard, afirmó que “la puerta de la felicidad se abre hacia fuera”.

La generosidad es una de sus claves. Apunta a una de las actitudes más profundas del ser humano. Uno de los bienes del espíritu. Es interesante que los niños no hacen acepción de personas en su paisaje social. No tienen prejuicios. Su inocencia es una virtud. No improvisan sus actitudes interiores. Nos enseñan que el amor es la llave que nos abre la puerta detrás de la cual se encuentran todos los bienes.

Cada uno lleva la vida que ha decidido. Complicada o sencilla, ajetreada o tranquila. Configuramos nuestro estilo, elegimos nuestra forma de vivir y de acercarnos al mundo.

Se dice que la actitud agradecida está reñida; es incompatible con las visiones que tienden a problematizar todo. Deberíamos quizás buscar lo que llaman la filosofía del cambio que se identifica con la ilusión y la alegría de vivir. Alejarnos de la confrontación, la agresividad verbal y la discrepancia sistemática.

Aunque no lo parezca, es “gratis” dar tiempo, dar atención y entregar una sonrisa. Un gracias puede cambiar el paisaje interior de tantas “personas invisibles”. No fue casualidad que en aquel valle encontráramos a Noel, cuyo nombre tiene su origen en el hebreo Natán, que significa “regalo, don”.

Seamos agradecidos con los demás, pero sobre todo seamos agradecidos con la vida. Despertemos con una mirada nueva cada día. Ofrezcamos ya no la manzana de la discordia, sino la de la concordia.

hf@eecr.net

La autora es administradora de negocios.

Ofrezcamos ya no la manzana de la discordia, sino la de la concordia.

Читайте на 123ru.net