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El «valenciano» Liber-Quartet conquista Granada

Abc.es 

Con el medio millar asistentes puestos en pie de forma espontánea en medio del delirio, finalizó el concierto que el Liber-Quartet protagonizó la mañana del domingo 7 de julio en el auditorio Manuel de Falla gracias a un programón imbatible, pero, y lo que es más importante, defendido con un nivel interpretativo superlativo, digno de estos cuatro grandes músicos españoles que integran el «valenciano» Liber-Quartet, pues tres de los cuales están estrechamente vinculados a Valencia: el jijonenco Javier Eguillor es timbal de la Orquesta de Valencia, el percusionista Raúl Benavent, de Benigánim es solista de la Orquesta Sinfónica de RTVE, y el pianista Carlos Apellaniz si bien nacido en Irún, reside en nuestra ciudad desde hace más de un cuarto de siglo habiendo participado en multitud de conciertos en nuestros auditorios. Completa el estelar cuarteto, el fantástico pianista salmantino Alberto Rosado. Un cuarteto de campanillas para un programa muy exigente técnicamente y que demanda de cuatro grandes músicos capaces de construir un mecano perfectamente engrasado. Un repertorio en el que ninguna de las cuatro patas puede fallar pues se trata de dos obras de gran desnudez en la rítmica, dinámicas y expresión, y que demandan lo máximo de cada uno de los integrantes desde el punto de vista individual, así como del conjunto. Bela Bartok es de esos compositores que poseen el genio capaz de crear una obra maestra empleado una formación inusual: dos pianos y dos solistas de percusión, y a partir de estos mimbres, explorar mundos hasta el momento ignotos en la literatura musical, revelándonos un universo sonoro de posibilidades infinitas. Los pianos, como sucede en no pocas ocasiones en el corpus bartokiano se transmutan en muchos de los compases en instrumentos de percusión y así lo pudimos comprobar con pasajes percutidos alternados con otros mucho más atmosféricos, «nocturnos», como en el segundo movimiento. Arrollador fue, finalmente, el Allegro con el que se cierra la partitura y que se inicia con un ritmo danzable que podría firmar el mismísimo Shostakovich. Una lectura extraordinaria que todavía resuena y que habría sido más redonda si cabe con una acústica algo más seca, y por tanto más idónea no tanto para la percusión como para los dos pianos enfrentados y con las tapas de las cajas retiradas, lo que produjo que en alguna ocasión el sonido de ambos se entremezclara más allá de lo deseable. Si la sonata de Bartok cautivó a los allí presentes, la versión ofrecida de la Consagración de la Primavera de Stravinsky nos dejó literalmente pegados a nuestras butacas, por lo revelador de la propuesta. Veníamos de ser deslumbrados por una lectura referencial la noche anterior oficiada por Charles Dutoit y la orquesta de la Suisse Romande pero no es exagerado concluir que la ofrecida por el Liber-Quartet fue literalmente la culminación de la fiesta iniciada pocas horas atrás. A la vista de los deslumbrantes resultados de esta versión con percusión, este crítico no puede mostrar más que incredulidad ante el hecho de que este formato, al que, al original del propio compositor para dos pianos, se le añade timbales y percusión, haya tenido que esperar más de un siglo hasta que a los miembros del Liber-Quartet se les haya ocurrido una fórmula magistral que nos revela, por un lado, el formidable esqueleto de la obra orquestal a través de la partitura de los pianos y por otro, logra transmitir toda la violencia primitiva que Stravinsky en su versión orquestal deja a cargo de cuatro percusionistas. Había que saber verlo, pero «a toro pasado» la versión funciona perfectamente de forma sorprendentemente natural. En la versión para el cuarteto, son dos los que han de asumir el cometido. Una revelación que merece ser difundida en las salas de concierto pues además del disfrute, per se, de la interpretación musical, funciona perfectamente didácticamente a modo de plano del enorme edificio que es la definitiva versión orquestal. No podemos olvidar que la versión para dos pianos no la «extrae» el compositor ruso de la orquestal, sino, justo al contrario, representa el boceto o «modelino» del que se sirve para la posterior orquestación. La versión para el cuarteto de pianos y percusión podríamos decir que se halla más allá de la meramente pianística. Este importante hallazgo representa, por tanto, al menos para el que escribe estas líneas, una idea complementaria, que no subordinada, a la archiconocida versión sinfónica. Tras la abrumadora e incandescente lectura de la pieza stravinskiana, el éxito no se hizo esperar pues el aplauso y los clamores irrumpieron como un resorte inevitable. Felicitaciones a todos, incluida la dirección del festival por el acierto de este programa, y que la travesía de este fenomenal Liber-Quartet sea larga y provechosa. Domingo de julio de 2024 Auditorio Manuel de Falla Obras de Bartok y Stravinsky Liber-Quartet: Javier Eguillor y Raúl Benavent percusionistas , Carlos Apellaniz y Alberto Rosado, pianos

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