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Histórica presentación de Mbappé en el Bernabéu: «Tengo el sueño de estar a la altura del mejor club del mundo»

Abc.es 

Siete años después del primer intento por ficharle, Kylian Mbappé al fin posó como jugador del Real Madrid. Lo hizo en un Santiago Bernabéu hasta los topes, con más de 80.000 aficionados en sus gradas, y en una ceremonia emotiva, «histórica» como la definió Florentino Pérez . Se entregó la hinchada blanca, sin resentimiento, porque fue ver al astro galo besar el escudo y no pudo contener la emoción. Con ganas de que lleguen las guerras venideras, Mbappé mandó un claro mensaje. «Tengo el sueño de estar a la altura del mejor equipo de la historia del fútbol». El fútbol es una rueda imparable y si el lunes Madrid se tiñó de furioso rojo, el martes, una parte de la capital, se cambió al esperanzador blanco. Había policía montada, calles coartadas, quioscos a reventar y miles de personas apostadas en las afueras del Santiago Bernabéu. Incluso la embajada francesa mandó a un par de representantes. El príncipe prometido era el causante de semejante despliegue, más parecido al de la previa de un partido de calado que al de una presentación de un jugador. Kylian Mbappé , astro kilométrico, al fin se dirigía a la afición del Real Madrid tras siete años de coqueteos, desplantes y justificada paciencia e ilusión. Atronadora fue la ovación cuando una de las pantallas del moderno feudo madridista mostró al galo, aún de traje, desfilar por sus entrañas. El despliegue invitaba a recordar aquellos baños de masas que en verano de 2009 se dieron hombres como Cristiano Ronaldo y Kaká. Porque el Madrid llevaba muchos veranos abonado a las apuestas personales, fichajes de perfil más bajo, pero el aficionado blanco tiene olfato para la historia, para los atletas estratosféricos, mediáticos, y el nerviosismo se podía palpar en unas gradas que, desde las 12.00 horas, estaban a reventar. No pudo aguantarse la sonrisa Kylian cuando se enfundó su nueva elástica, el momento había llegado y, con casi media hora de retraso, pisó por primera vez en césped del Bernabéu como jugador del Real Madrid. El faraón Florentino fue el primero en aparecer, bien resguardado por Zinedine Zidane mientras una épica cuenta atrás daba el pistoletazo de salida. Antes, el club sacó pecho de sus conquistas europeas, «seis Champions en los últimos 10 años» rezaba el rótulo. El mensaje era claro. Mbappé no viene a cabalgar al Real Madrid, todo lo contrario. Tuvo la oportunidad de liderar al club en horas algo bajas hace unas temporadas pero de manera sorprendente, inesperada, los blancos han firmado una de sus épocas más gloriosas en cuanto a títulos. Y ahora, Kylian, pese a su leyenda, debe ser una avispa más en este enjambre caníbal para mantener la grandeza del escudo blanco. Los aplausos casi no dejaban hablar al presidente, que calificó de «histórico» al acto. Tras dedicar sus primeras palabras a la selección española y a su gloriosa conquista en la Eurocopa, entró en materia. «Vosotros sabéis qué es el Real Madrid y es obligación seguir alimentando su leyenda. En este templo se ha escrito una amplia parte de la historia del fútbol, y es necesario que grandes jugadores sigan jugando sobre este césped», comenzó Pérez antes de pedir a José Martínez Pirri , presidente de honor, y a Zidane que le acompañasen en el escenario para así desatar la locura. No hubo resentimiento alguno de la afición, derretida ante la presencia de su nuevo ídolo. «Querido Kylian, ya estás aquí. Bienvenido a tu casa y enhorabuena por haber cumplido tu sueño». Los coches que pasaban por las cercanías del Bernabéu tocaban el claxon, parecía que se había ganado un título. «Doy gracias a Zidane porque hace diez años te trajo a este estadio, a nuestra cuidad deportiva, para que conocieses el club que tanto amabas y a a los jugadores que tanto idolatrabas. Enhorabuena por tu insistencia para llegar hasta aquí», prosiguió Florentino para después levantarle el brazo a Mbappé como si fuese el campeón de un circo romano. En un español perfecto, al fin habló el monstruo. «Llevo muchos años soñando con jugar en el Real Madrid y hoy al final lo he conseguido. Ahora mismo soy un chico muy feliz. Gracias al presidente porque siempre ha confiado en mí». Las lágrimas de su madre inundaban el césped, Kylian se besó al fin el escudo. Temblaban las vigas del Bernabéu. «Tengo otro sueño, que es estar a la altura del mejor club del mundo. Me voy a dejar la vida por este escudo». «Uno, dos tres: ¡Hala Madrid!», gritó el astro. Ahora le toca pasar a la acción.

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