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Sin su merecido aumento de pensión

Como todos aquellos heroicos internacionalistas, Leonardo Hernández Moreno cumplió su misión militar en Etiopía de 1979 a 1981 a cambio de nada: por eso le duele que a estas alturas no haya podido cobrar el aumento de la pensión que les corresponde a esos y otros combatientes, dispuesto por el Gobierno cubano.

Leonardo, quien reside en calle 7 No. 33-A, entre Tomás González y Margarita, en la localidad avileña de Morón, cuenta que cumplió aquella misión por el municipio villaclareño de Corralillo, donde vivía entonces.

Y como reside en Morón hace algunos años, se personó en la sede de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC) allí, y le recomendaron que se personara en el comité militar de ese municipio, a solicitar un certifico del cumplimiento de su misión.

En ese comité militar le plantearon que debía solicitar el documento en Corralillo, donde residía entonces. Y en esta última instancia le informaron que no podían hacer nada por él «porque cuando la persona cumple los 60 años incineran su expediente».

«Debo aclarar, afirma, que en Corralillo sí poseían mi tarjeta de combatiente. Y el presidente Mota se la llevó en noviembre de 2023 al compañero Jiménez, vicepresidente de la ACRC en la provincia, y me dijo vía telefónica que la entregó al Partido en Villa Clara, y de ahí se enviaría para Morón, lo que no ha sido así. De modo que nada se ha resuelto y sigo sin recibir el aumento asignado a los combatientes internacionalistas», señala.

Y añade que una carta similar envió anteriormente a la Dirección Nacional de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, y hasta ahora no ha recibido respuesta alguna.

El placer de servir

Rubén Suárez Silva, residente en calle Martí, esquina a Villalón, Barrio Primero, en la ciudad de Las Tunas, envía un reconocimiento público a los consagrados trabajadores del centro oftalmológico del hospital general docente Ernesto Guevara de la Serna, de esa provincia.

Y lo hace para ensalzar el ejemplo de ese colectivo, «que cura, ante tantos otros comportamientos publicados en esta columna que enferman».

Manifiesta su seguridad de que representa el sentir de muchos pacientes agradecidos. Y distingue una condición inherente a ellos:

«Parecen una familia por el amor y el respeto que se profesan unos a otros. Pero lo más virtuoso es que a esa familia, ellos suman primeramente a sus pacientes y los llevan a formar parte de ella. Tratan a sus pacientes como a un familiar querido. La atención afectuosa, acompañada de la calidad profesional, son encomiables».

Rubén añade que la Dirección de ese «hogar de salud», ha de estar orgullosa de contar con un equipo laboral tan brillante, tan dedicado y vocacional, porque son todos los empleados, portadores y prestadores de una atención de alto nivel.

«Este agradecido paciente, refiere, junto a su familia, viven orgullosos y complacidos por contar con la atención de ese grupo de dignos y esmerados trabajadores, que a pesar de las carencias y dificultades conocidas, les ponen manos y corazón a sus pacientes y a su patria; porque disfrutan y sienten placer al servir».

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