Fórmula republicana
La Convención Republicana ha confirmado la candidatura de Donald Trump, quien apenas hace unos días sufrió un atentado en el que resultó prácticamente ileso, y éste ha nominado a J.D. Vance como su vicepresidente. Es la fórmula republicana.
De Donald Trump no hay mucho que hablar, porque ya lo conocemos. Es un bravucón con una muy elevada opinión de sí mismo, gran capacidad de mentir y abierto desprecio por el resto de los seres humanos. No se detiene en la búsqueda de sus fines, y en la campaña de 2016 atacó sin medida a México, provocando una depreciación de nuestra moneda hasta niveles de 22 pesos por dólar, justo el día en que tomó posesión.
Quienes lo defienden afirman que su política económica fue buena, pero no abunda evidencia al respecto. Con él inicia, sin embargo, el enfrentamiento comercial con China, que no se ha detenido. Su papel frente al covid fue tan malo como el de López Obrador, pero igualmente salió bien librado políticamente del tema. En su caso, porque convirtió la pandemia en un asunto de fe, convirtiéndose en gran detractor de las vacunas. Esa discusión, una faceta más del ataque a la ciencia (y especialmente a las élites preparadas), sigue vigente hoy en día.
Fracasó en su intento de reelección, y promovió un ataque armado al Capitolio, el 6 de enero de 2021, por el que no ha pagado, y probablemente no lo hará jamás. Si sus invectivas contra los científicos, su falta de decencia, su narcicismo, no fueron suficientes para considerarlo incapaz de regresar a la Presidencia, su ataque directo a las instituciones tampoco lo fue. Hoy es ya el candidato republicano, y las encuestas lo ponen en condiciones de triunfar.
Quien fue su vicepresidente en aquella ocasión, Mike Pence, estuvo a punto de ser una víctima en ese ataque al Capitolio. Tanto a él como a la líder demócrata, Nancy Pelosi, los buscaba la masa para ahorcarlos, literalmente. Ahora ya no será él el compañero de fórmula de Trump, sino J.D. Vance, senador primerizo por Ohio.
Vance se hizo famoso en 2016 con la publicación de Hillbilly Elegy, una novela autobiográfica en la que narra la vida de los blancos pobres en los Apalaches, que reciben ese apodo (hillbilly) en referencia a su condición de “basura blanca”, como se les dice de forma muy despectiva. Vance logró sobrevivir a esa vida de miseria, participó en los Marines (como muchos de quienes viven en esa zona, descendientes de inmigración escocesa e irlandesa), estudió leyes en Yale y se convirtió en millonario de la mano de Peter Theil. Aunque católico de origen (también como muchos de la zona), en realidad tomó una postura religiosa muy recientemente, en este caso guiado por Rod Dreher, quien ya para entonces había abandonado el catolicismo para convertirse en ortodoxo. Dreher trabaja hoy para Orbán y vive en Hungría.
Así, aunque Vance es católico, su versión de esa religión se parece más a los evangélicos, que han sido el gran apoyo de Trump desde 2015. Pero frente a un presidente católico tradicional, como Biden, esto puede ser relevante. Vance ha transitado del personaje de su novela a convertirse en un seguidor casi religioso de Trump. Como él, está en contra de la migración y la globalización, y además de aportarle su religión y una cierta postura menos antielitista, no es una amenaza para el macho alfa, al ser en realidad producto de su movimiento, y no del Partido Republicano.
No habría que menospreciar las conexiones que Vance pueda tener con Orbán, e incluso con Putin, que explicarían su posición frente a la invasión de Ucrania, a la que considera que debe abandonarse.
El Partido Demócrata tendrá su convención en un mes, y tendremos las dos fórmulas completas. Por el momento, no se ve nada bien esta elección.