Juan Carlos Fisher: "Ha sido surrealista empezar casi de cero en otro país"
Juan Carlos Fisher lleva tres años en España. “Ha sido una locura empezar casi de cero en otro país, a mi edad. Ha sido surrealista, pero estoy contento de cómo este país me ha recibido”, nos dice por Zoom minutos antes de la función de Mamma Mia! en Madrid. En La Plaza acaba de estrenar Personas, lugares y cosas del premiado dramaturgo Duncan Macmillan (de Pulmones y Solo cosas geniales) y con Jimena Lindo en uno de sus mejores personajes.
Diriges La madre con Aitana Sánchez-Gijón (de Madres paralelas). ¿Cómo te ha ido en España?
Es un mercado supercompetitivo y estar dirigiendo dos obras al año es un privilegio que no sucede a menudo. Aitana es como una de las grandes figuras de la historia del cine español.
En Perú estuviste a cargo de Los Productores y también dirigías en La Plaza. ¿Qué te lleva a salir del país?
Me proponen dirigir Mamma Mia! y la íbamos a hacer en prepandemia, pero se posterga. El país no es el mismo desde ese marzo, ¿no? El sector de teatro fue tan golpeado, dejamos de tener trabajo, vivimos de los ahorros, de sacar la AFP, como todos. Se abrían los restaurantes, pero los teatros no. Acá el camino hacia la normalidad estaba a pasos más grandes y al ser un mercado cultural tan grande y parte de la economía del país, necesitaban activarlo. Entonces, dije: “Bueno, probemos. Si no es hoy, me haré anciano”.
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Claro, aquí decían que sería lo último en reactivarse. Ahora hay otra crisis con la nueva ley de cine. ¿Cómo ven el panorama cultural desde afuera?
Ya lo de ahora es indescriptible. Aquí no entienden lo que está pasando en el Perú. No pueden creer que sea desde el Legislativo, un espacio que debería ayudar a fomentar. Este es un país que tiene en su ADN la cultura como necesaria, por eso activaron el medio lo más rápido posible. Sin importar que sea un Gobierno de izquierda, derecha o centro, hay una prioridad por el bienestar de la persona. Eso no sucede en Perú, donde la prioridad es “qué me saco desde el Gobierno” y “qué me beneficia”. Sin importar si eres de izquierda o derecha, hoy debería ser: todos contra la clase política.
Y en cuanto al teatro, Personas, lugares y cosas conmueve. ¿Buscabas que el público no vea tan lejanos los casos de adicción?
Sí, y mi corazón está en este tipo de obras. Digamos que, para relajar y balancear mi psique, mi cabeza, hago comedias para pasarla bien, ¿no? (sonríe). Todos estamos cerca de alguien, hemos sido o tenemos familiares, amigos, parejas que tienen un tipo de adicción y el proceso de recuperación que tiene el personaje es algo que me sobrepasa, siento que son los verdaderos héroes. Esta es una enfermedad en la que se lucha todos los días con uno mismo. Sentía, además, que el Perú tiene tanta accesibilidad —por la informalidad— a tantas cosas: drogas, alcohol... al descontrol.
¿En el sentido de que es independiente del sector social?
Exactamente. Sabemos lo barato que es conseguir lo que quieras. Cuando empecé a investigar sobre las adicciones en Perú, los especialistas con los que trabajé me reforzaron el nivel de estigma que tienen los adictos en recuperación, y es incluso más fuerte que hacia los que salen de la cárcel. Estoy muy cerca de personas que han salido adelante y cerca de personas que no, tú lo puedes saber, algunos actores que no han podido. Entonces, celebrar esa lucha me parecía importante.
La protagonista es una actriz y habla de preferir vivir a través de un personaje. ¿Hay ese nivel de presión?
Sí, y es aplicable a todas las posiciones laborales, pero más para los que tenemos esa pasión de sentir que somos buenos y que damos la talla. Hay el síndrome del impostor. He hablado con gerentes, con un diseñador gráfico y sentían que lo que hacían no correspondía a su talento, sino a coincidencias y que en algún momento todo les iba a salir mal.
¿Cuán pertinente es esta obra en esta coyuntura?
Totalmente pertinente. En esta época nos han puesto en una situación emocional tan fuerte, los problemas que hemos tenido como país nos han puesto en el límite y sería una irresponsabilidad no reconocer eso. Aquí los españoles hablan sobre “los problemas tan graves que tienen en la política”, nos reímos y decimos: “Lo que ustedes viven nos pasa a nosotros en medio día” .