World News

Así impacta dónde vives en cómo ves

Abc.es 
Existen muchas brechas silenciosas. La de la buena visión es una de ellas. «Siempre indicamos lo mismo», responde Salvador Alsina, presidente de la asociación Visión y vida, cuando se le pregunta el porqué de esto. «La visión queda olvidada porque 'no duele'», suma. Esto no quita que en España no haya problemas de vista y que no existan dobles velocidades en el acceso a los servicios que permitirían corregirlos. La pobreza visual es uno de ellos (y también uno de los focos sobre los que el Ministerio de Sanidad prevé actuar). Otro es la brecha geográfica. Dónde vives impacta en cómo ves. El último de los informes de Visión y Vida –realizado en colaboración con Correos Express y el Colexio Oficial de Ópticos Optometristas de Galicia–se centra en este último punto, el de analizar si residir en la llamada España vaciada perjudica en el acceso a los servicios necesarios para una buena salud visual. El estudio 'Sin perderte de vista' ha usado varios municipios rurales de Galicia como laboratorio de pruebas, pero sus conclusiones, confirman, pueden extrapolarse al resto del estado. «La premisa es que, sea la comunidad que sea, los vecinos estarán afectados de manera similar a lo largo de toda España, siempre y cuando cuenten con limitaciones a la hora de acceder a los servicios de cuidado visual», indica Alsina. «Las personas que viven en la España y Galicia vaciada son, en mayor medida, vecinos de edad avanzada, que se ven más afectados por los problemas visuales», señala. Llegar a los núcleos urbanos requiere coche, lo que lleva, añade, a que la mala visión no solo sea un problema de calidad de vida sino también de seguridad viaria. La investigación se hizo con una unidad móvil que recorrió varios municipios rurales de las provincias de Lugo y Ourense, ofreciendo revisiones de la vista y hablando con la ciudadanía de esos núcleos. Las conclusiones dejan claro que la revisión que hacen los habitantes de estas zonas no es tan constante como debería ser. El 35,40% de quienes participaron en la prueba piloto–lo que viene a ser uno de cada tres–reconocía que hacía 5 años que no se revisaban la vista. La pandemia es, de hecho, un punto de inflexión importante, puesto que muchos participantes reconocían que no lo hacían desde su inicio. Igualmente, una parte importante de las revisiones que sí se han hecho están conectadas con problemas graves, como cataratas. Este bajo índice de control sobre la vista no implica una buena visión, más bien confirma la tesis del estudio sobre la brecha en el acceso. Dos de cada tres participantes usan gafas de lectura, pero se quedan ya con las premontadas de la farmacia. Igual que no se revisa la vista, tampoco se hace otro tanto con las lentes. Para un 35,63%, han pasado ya cuatro años desde que revisaron sus gafas. Seis de cada diez no las ha actualizado en los últimos dos años. Menos común es el uso de gafas de sol, que se ven como un accesorio de moda y no como protección visual. Los participantes saben que tienen mala vista, pero la consideran «suficiente» para sus tareas diarias. Casi la mitad sabe que lleva demasiado sin revisar la vista, pero ahí impacta la distancia entre sus domicilios y los puntos oftalmológicos. «Hemos pasado por pueblos en los que no hay ni un sitio donde pedir un café sin necesidad de coger el coche o en los que no hay supermercado sin necesidad de ir al pueblo de al lado», señala Alsina, «en el que no hay centros de óptica–optometría para revisar tu visión periódicamente». Dado que, como recuerda el experto, la visión no suele estar entre las primeras preocupaciones, si además se tiene problemas en el acceso a estos servicios, «vemos cómo termina empeorando». El envejecimiento de la población tampoco juega a su favor, porque aumenta la dependencia y complica llegar a los lugares en los que sí están esos servicios. «En el estudio destacamos la importancia de la red vecinal: los mayores acaban pidiendo favores a los vecinos para acercarse a la ciudad, al hospital o al médico», explica Alsina. Pero no revisarse la vista tiene consecuencias «Hemos visto a muchas personas con muy poquita agudeza visual que se habían acostumbrado a ver así, ¡esto no puede ocurrir porque limita y empeora su calidad de vida!», apunta el experto. La mala visión, suma, «aísla, dificulta las relaciones sociales, el ocio, y el entretenimiento». También complica las tareas de la vida cotidiana o incluso tiene efectos dominó en otras áreas. Perjudica la autonomía de las personas, lo que puede llevar a que eviten cosas como ir al médico y se enquisten otros problemas de salud. El informe confirmó, con datos estadísticos, que uno de cada tres participantes tiene una visión inferior a la mínima exigida por ley para conducir. «La visión influye en todas las etapas y aspectos de la vida, contando con un impacto también a nivel económico que no debemos olvidar», explica Alsina. En futuras ediciones del estudio, esperan repicar con datos de otras áreas lo que han descubierto en Galicia. Incluso, reconocen, podrían hasta encontrarse con peores cifras en zonas más despobladas.

Читайте на 123ru.net