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'Nuestro momento perfecto': un drama romántico sin clichés

Abc.es 

La actriz y ahora directora de cine Aylin Tezel debuta estrenando este miércoles 'Nuestro momento perfecto' , después de una exitosa trayectoria en Alemania interpretando diferentes papeles en películas como 'Un gran equipo' (2023) y 'Nuevos horizontes' (2012) . La joven ha trasladado a la gran pantalla la historia de amor entre Kira e Ian , dos individuos solitarios que se conocen en la isla escocesa de Skye durante una escapada en la que ambos huyen de su rutina, pero también de sí mismos y de su pasado. En esta ocasión, Tezel da vida a Kira en un papel que ella misma ha creado con una sensibilidad y una perspectiva personal única, en el que intenta superar el duelo tras una relación fallida de tres años con Aidan, encarnado por Rory Fleck Byrne . Por su parte, Chris Fulton se pone en la piel de Ian recreando a un hombre despreocupado que, aunque siempre haya mostrado desinterés por su familia, le hace una visita a pesar del rechazo que le genera la enfermedad de su padre y la inestabilidad mental de su hermana. El filme no solo sobresale por su atractiva narrativa, sino también por la capacidad de la alemana de capturar momentos íntimos destacando la habilidad de explorar el amor en todas sus formas. « En esta película analizo el amor romántico y la amplia gama de emociones que este conlleva , visibilizando su dolor como un sentimiento universal, que está al mismo nivel que la felicidad», declara la joven. Después de la complicidad y el coqueteo de la pareja ebria deambulando por las calles de Skye y el posterior enfriamiento al desvelar que Ian ya estaba en una relación frustrada con Emily (interpretada por Alexandra Dowling) , la segunda parte de la historia se desarrolla en un Londres ajetreado donde los amantes se distancian. Ian se muestra estancado en su carrera musical y Kira lucha por triunfar como escenógrafa teatral, todo ello, envuelto en una atmósfera oscura y pesimista, sin apenas muestras de luz del día. Una mera metáfora del deplorable estado de los personajes que, finalmente, acaba por sorprender, pues una vida sin rumbo puede llegar a ser un camino placentero y gratificante para que estas dos almas perdidas se puedan expresar libremente, sin barreras ni expectativas. A caballo entre la ilusión de un nuevo romance y la melancolía que el rechazo supone, la trama se torna abrumadora e introspectiva al poner sobre la mesa uno de los dilemas más trascendentales en el proceso de sanación del ser humano tras una ruptura: la necesidad de la superación y la aceptación personal antes de considerar la posibilidad de amar a alguien y de ser correspondido. Algo que la propia directora reafirma al definir el amor «como un campo de experiencia enorme unido a la alegría, al miedo y al duelo» . Lejos de ser un drama romántico lacrimógeno repleto de clichés, Aylin Tezel opta por dar mayor visibilidad a la crudeza emocional y a la crisis existencial que sufren los personajes incluyendo el suicidio y la salud mental como temas tabú para hacernos reflexionar. «Los espacios son un reflejo de la psicología de los personajes , en Skye vi una soledad en el aire similar a la energía que desprenden los personajes», son las palabras de Tezel que confirman cómo se complementan los sentimientos con las imágenes románticas de Skye, un entorno caracterizado por una naturaleza idílica y una inmensidad infinita y melancólica. La banda sonora, de la mano de Jon Hopkins en colaboración con Ben Lukas Boysen , actúa como el hilo conductor durante todo el largometraje. «Hopkins es conocido internacionalmente por su música electrónica y sus piezas de ambiente. Fue un regalo que volviera a componer música para una película « mencionó, subrayando que las canciones remarcan la delicadeza de este viaje emocional y se complementan perfectamente con las situaciones a las que se enfrentan los protagonistas.

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