DJ Nano: «La Mancha me ayudó mucho; había noches en las que hacía cuatro y cinco actuaciones»
DJ Nano , José Luis Garaña de los Cobos en el DNI, madrileño de 47 años, responde al teléfono mientras va en el coche, que es casi un segundo hogar en verano y desde donde atraviesa España de cabo a rabo, a veces en la misma noche, con la misión de poner a bailar a miles de personas. La ruta de este fin de semana irá del festival 'Starlite' de Marbella, el viernes, al 'Zevra' de Cullera, el domingo. Y entre medias, su fiesta 'Oro Viejo', en la plaza de toros de Toledo, el sábado desde las cinco de la tarde hasta la una de la madrugada. —En 2020, los Reyes de España hicieron una recepción oficial a representantes del mundo de la cultura y usted fue uno de los nombres elegidos. ¿Qué hubiera pensado DJ Nano hace 20 ó 25 años de esa foto con Sus Majestades? —Entonces no pensaba mucho en cuál sería mi posición profesionalmente hablando. Disfrutaba y trabajaba sin ninguna meta en la cabeza. Años después, cuando de pronto ves que un representante de la música es un artista electrónico por primera vez pues es algo muy bonito y sí que te acuerdas de aquella época. Te sientes muy orgulloso no sólo de tu trabajo, sino también de tus compañeros y de la industria porque hace 25 años era impensable. —En su libro, 'Al otro lado de la cabina', que escribió con el periodista Miguel Ángel Bargueño, cuenta que siendo muy joven ya ganaba medio millón de pesetas (3.000 euros actuales) a la semana y se lo pagaban en mano. ¿Cuánto de fácil es perder la cabeza con el cóctel: juventud, dinero, noche y fama? —Muy fácil. Con 20 años, tuve la suerte de que mis intenciones eran comprar discos, comprar ropa, viajar y poco más, pero es muy fácil que la cabeza se te vaya por otro lado y pierdas el rumbo. —Recuerdo que a finales de los 90 era obligado ver 'Música Sí' los sábados por la mañana. ¿Cuánto le ayudó ese programa de televisión? —Tampoco era consciente de lo que significaba salir en televisión. En aquella época no había tanta oferta televisiva, no había tanto internet y, por tanto, gran parte del país estaba pegado a la televisión los sábados por la mañana. ¿Me ayudó? Muchísimo, aunque me di cuenta más tarde. Todavía, a día de hoy, me lo recuerdan. Y me sigue resultando extraño ver esos vídeos en Youtube, con esos dj's tan chavalines copando Televisión Española y con una audiencia bárbara. —¿Cómo ha cambiado el ambiente en el mundo de la noche en estas décadas? —Ha cambiado porque la vida ha cambiado y porque la industria de la música de baile ha crecido muchísimo, pero la predisposición de la gente es la misma. Cuando hablamos de noche hablamos del ocio en la noche y, básicamente, se trata de un momento en el que muchas personas me eligen para bailar o socializar. Salen a pasarlo bien y a olvidar por un rato sus trabajos o sus problemas. —Creó 'Oro Viejo' en 2002 y, 22 años después, la fiesta sigue en la cumbre. ¿Idealizamos el pasado o es que, realmente, el pasado fue la hostia? —Creo que ese tiempo fue espectacular; un momento de cambio en la música electrónica, donde se produjo el segundo 'boom', pero también le digo: es normal que todos idealicemos el pasado y que aparezca una sensación tan maravillosa como es la nostalgia. —Llegó la pandemia, que ahora parece que ocurrió hace siglos, y se inventó unos directos en Instagram que se podrían definir como un chute de optimismo en un tiempo de incertidumbre máxima. ¿Cómo se gestó? ¿Esperaba el éxito tan arrollador que tuvo? —Me pasa lo mismo, que parece que han pasado muchos años de aquello. Me encanta que me lo agradezcan y el haber causado tanto buen sentimiento a la gente en un momento tan duro. En ningún momento pensé que los directos iban a tener ese seguimiento. Lo hice por mantener el contacto con mi profesión; parar para mí era imposible. Quería desconectar con la música porque, aunque parezca raro, mi trabajo es un poco también mi 'hobby' y me ayuda a desconectar. Así que necesitaba hacerlo y tener ese contacto con la música y, por qué no, también con la gente a través de una pantalla. Lo que pasa es que se hizo una bola, pero si ayudó a alguien pues qué bonito. —Por curiosidad, ¿qué se ve desde el otro lado de la cabina? —Normalmente suelo hacer sesiones multitudinarias y no entro en el detalle de las personas. Intento generar una sensación bonita y crear un ambiente de alegría, pero aunque quisiera tampoco da tiempo. Tienes que estar muy pendiente del 'show'. —Además de las sesiones, no ha parado de hacer radio. ¿Es hiperactivo o, mejor dicho, cuánto tiempo se permite de descanso? —Soy inquieto. En esta profesión es difícil programar el descanso. En mi caso llevo de gira más de 25 años sin parar, pero también es verdad que tengo la suerte de que un martes por la mañana puedo ir a buscar a mi hijo al colegio o acompañar a mi mujer a algún sitio, que tampoco es lo habitual. Lo que quiero decir es que es difícil programar tu vida. —¿Cuántos 'shows' puede hacer al año? —No lo sé. En los tres meses de verano hago unas 85 actuaciones, eso sí lo tengo controlado. La actuación es de una hora o dos, o en algunos casos de doce, pero hay que pensar en los traslados, en esas horas de no dormir y en muchas cosas que no se ven. Es una vida muy intensa. —¿Los dj's necesitan estar físicamente bien o da igual? —Yo hablo sólo de mi caso, y sí que necesito encontrarme bien. Los horarios no son los normales, el sueño tampoco y hay que acostumbrar al cuerpo a vivir lo mejor posible. Los excesos no son compatibles conmigo. De hecho, no podría llevar este ritmo si no me cuidase. —¿El público es diferente dependiendo de la zona de España en la que actúe? —Lo que varía es el escenario. La gente no se comporta igual en un club pequeño que en un gran festival, pero, por lo menos en España, no creo que sea un tema de la zona. —¿Qué espera el sábado en Toledo? —Es la tercera vez que voy a la plaza de toros y es un 'Oro Viejo' muy especial porque La Mancha, en general, es el lugar donde más veces he actuado en mi vida, sobre todo cuando empezaba. La Mancha fue y es un sitio muy importante para mí; había noches en las que hacía cuatro y cinco actuaciones en diferentes pueblos. Me ayudó mucho en mi carrera y siempre he tenido un público muy fiel. Y que de pronto venga la gente a revivir esas canciones y esas discotecas pues es bonito. —La última es sobre el fenómeno de 'Potra salvaje': una canción de Isabel Aaiún, que procede de un pueblo muy pequeño de Segovia (Veganzones), y que ha impulsado Fernando Moreno, un DJ que se dedica a pinchar por las fiestas de los pueblos de Teruel. ¿Qué le parece? ¿Cuál es la fórmula para lograr la canción del verano? —Primero, quiero romper una lanza en favor de esos dj's de las fiestas y de las discotecas de los pueblos porque yo también vengo de aquello. La profesión se hace ahí y les mando un abrazo enorme a todos ellos. Respecto a la canción del verano, no lo sé lo que tiene que tener. Ha habido canciones de todo tipo. Normalmente suelen ser letras fáciles y pegadizas, pero, ojo, que se me entienda, hacer un 'hit' no es nada fácil. Si supiera la fórmula del éxito todos los años intentaría hacer la canción del verano.