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La indignante verdad del Velódromo de invierno

Esta semana se conmemoran 82 años de la redada contra los judíos en París, conocida como La rafle du Vél’d’Hiv, un crimen de lesa humanidad cometido en Francia durante la ocupación alemana. No fueron soldados alemanes, sino civiles y policías franceses, asesorados por la Gestapo, los que intervinieron en las redadas en París y los […]

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El Vélodrome d’Hiver o Vel’ d’Hiv’ era una pista de ciclismo cubierta y un estadio en la rue Nélaton, no lejos de la Torre Eiffel, donde hacinaron a niños, hombres, mujeres y ancianos judíos parisinos para enviarlos a las cámaras de gas de Auschwitz. Fotografía cortesía de CRIF, France

Esta semana se conmemoran 82 años de la redada contra los judíos en París, conocida como La rafle du Vél’d’Hiv, un crimen de lesa humanidad cometido en Francia durante la ocupación alemana. No fueron soldados alemanes, sino civiles y policías franceses, asesorados por la Gestapo, los que intervinieron en las redadas en París y los suburbios de la capital ocurridas entre el 16 y 17 de julio de 1942, en las que allanaron cientos de hogares para detener y trasladar a los judíos al Velódromo de invierno. Cerca de 14.000 judíos, entre ellos 4.000 niños, fueron enviados desde allí́ al campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, para ser asesinados en las cámaras de gas. La indignante verdad es que fueron los propios franceses los que delataron a sus vecinos judíos, para congraciarse con el régimen traidor del General Pétain, con la Gestapo y las tropas nazis que ocuparon Francia.

Un régimen colaboracionista 

Luego de la firma del armisticio promovido y firmado el 22 de junio de 1940 por el General Pétain, el cual le daba puerta franca a la ocupación del ejército nazi en suelo francés, la Asamblea Nacional reunida en el casino de Vichy, le otorgó el control de todos los poderes del Estado. El régimen colaboracionista, imitando el guion nazi, comenzó́ de inmediato una campaña nacional que rendía culto a la personalidad del líder, desplegando su retrato en todos los lugares públicos y modificando los textos escolares para ensalzar su figura como refundador de la patria. Se dedicó un especial esfuerzo a la formación de la juventud en los «valores morales» del nuevo orden. De inmediato, se suspendieron las libertades civiles, se prohibieron los partidos políticos y los sindicatos.

En octubre de 1940 se promulgaron leyes de exclusión contra masones y judíos, expulsando a los franceses de ascendencia judía de la administración pública y de las universidades, prohibiéndoles el derecho de asociación. La persecución se extendió a socialistas, comunistas, periodistas, intelectuales, artistas y a cualquier manifestación de disidencia. Para darle poder y control a sus seguidores civiles, se constituyó́ el Servicio del Orden Legionario, organización paramilitar que se dedicó́ a colaborar expresamente con las fuerzas de ocupación nazi en labores de inteligencia social, vigilancia, secuestros de disidentes, asesinatos y represión, convirtiéndose en enero de 1943 en la Milicia Francesa, la cual contaba con 30.000 hombres armados, apoyados por la Gestapo y el ejército nazi.

La orwelliana operación “Viento primaveral” 

En el mes de julio de 1942, el régimen nazi planificó y organizó desde Alemania la operación «Viento Primaveral», una redada a gran escala contra los judíos en toda Europa. En Francia, el régimen del General Pétain, asesorado por oficiales alemanes, movilizó a 9.000 policías en París y en los suburbios de la capital, apoyados en las informaciones aportadas por los propios vecinos de cada barrio, allanando violentamente miles de hogares, sembrando el terror en la comunidad judía. Las instrucciones del director de la policía municipal de París Émile Hennequin, del 12 de julio de 1942, fueron implacables: “Los guardias e inspectores, después de haber verificado la identidad de los judíos, a quienes tienen la misión de arrestar, no deben discutir los reclamos que puedan hacerles, tampoco deben discutir sobre el estado de salud o edad, todo judío que sea arrestado debe ser llevado al centro de detención sin ninguna excepción, las operaciones deben realizarse con la máxima celeridad, sin palabras inútiles y sin comentario alguno”.

El 13 de julio de 1942, la circular n° 173-42 de la jefatura de policía ordenó la detención de 27.427 judíos residentes en Francia. Finalmente, se retrasa debido a la fiesta nacional del 14 de julio, aunque esta no se celebraba en la zona ocupada ya que temían una reacción de la población civil. Por lo tanto, la operación tuvo lugar dos días después el 16 de julio por la noche allanando por sorpresa los domicilios. Los que intentaron huir fueron asesinados en el acto. En total fueron detenidos 13.152 judíos: 4.115 niños, 5.919 mujeres y 3.118 hombres, que tuvieron sobrevivir sin comida y con una sola fuente de agua, en un calor asfixiante y un olor terrible que invadió la pista e instalaciones de ese centro deportivo mientras se preparaban los traslados. Cientos de presos se suicidaron al enterarse del destino que les esperaba. Los prisioneros adultos y niños mayores de 12 años fueron deportados a Auschwitz el 5 de agosto, los más pequeños a finales de agosto. Durante el régimen de Vichy, 70.000 franceses fueron encarcelados y sus «juristas del horror» dictaron 10.000 sentencias de muerte. El régimen fue cómplice en el genocidio cometido por los nazis, ya que 149.000 judíos fueron deportados desde Francia durante la ocupación.

Sobre este vergonzoso episodio, los presidentes de la República Charles de Gaulle y después François Mitterrand adoptaron públicamente la posición de que Francia y la República no debían confundirse con el régimen de Vichy. El 16 de julio de 1995, el presidente Jacques Chirac rompió con la posición de sus predecesores y reconoció la responsabilidad del Estado francés en esa redada que contribuyó al Holocausto, calificándolos de irreparables. Con excepción de Jacques Chirac, han sido décadas de ambigüedades de presidentes y políticos franceses ante el horror vivido por los judíos en julio de 1942. Ante la nueva ola antijudía de la islamo-izquierda francesa que hoy revive esos días terribles, solo nos queda decir dos palabras ¡Prohibido olvidar!

edgar.cherubini@gmail.com

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