Ola de calor: guía básica para protegernos de un golpe ante la fuerte subida de temperaturas
Llega a España la primera ola de calor del verano. Con la aproximación de esta masa de aire “muy cálido y seco” procedente del norte de África, de la que ha advertido la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), se alcanzarán en el país hasta 44 grados. Una serie de jornadas de temperaturas “excepcionalmente altas” que llegarán a su punto álgido el viernes pero que se alargará hasta la próxima semana. Esta se enmarca a su vez en un verano que apunta a convertirse ser más cálido de lo normal en casi todo el país, con una probabilidad de que así sea de entre el 70 y el 100%, según advertía la misma Agencia.
Conscientes de esta situación, desde el pasado 15 de mayo y hasta el 30 de septiembre, está vigente el Plan Nacional de Acciones Preventivas de los Efectos del Exceso de Temperaturas sobre la Salud 2024 en España con el fin de atenuar los efectos negativos que puede tener el calor excesivo, sobre todo entre aquellas personas que pertenecen a alguno de los grupos más vulnerables como mayores, embarazadas, personas con afecciones crónicas de salud –enfermedades cardíacas, pulmonares o diabetes–, o aquellas que trabajan al aire libre.
Cómo afecta el calor extremo a nuestra salud
Como se ha ido demostrando en los últimos años, las olas de calor son cada vez más frecuentes. ¿Qué significa esto? Pues que se produce un episodio de al menos tres días seguidos en los que, como mínimo, el 10% de las estaciones registran máximas por encima del percentil del 95% de su serie de temperaturas máximas diarias de los meses de julio y agosto del periodo 1071-2000, según la AEMET.
¿Cómo afecta esto a nuestra salud? Este aumento de las temperaturas nos puede afectar de varias maneras: mayor sudoración con la consiguiente pérdida de agua y sales minerales que, si no reponemos y recuperamos, puede llevar a la aparición de síntomas como calambres, agotamiento por calor, golpe de calor o insolaciones. En ocasiones, el problema puede llegar a ser mucho más grave.
Solo el año pasado, en el que tuvimos hasta cuatro olas de calor que se prolongaron varios días, los datos del Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo), un método de vigilancia de la mortalidad por varias causas y asociada a excesos de temperatura, atribuyó más de 2.100 muertes por calor al exceso de temperatura. Datos trágicos, como los del año anterior (2022), uno de los más cálidos en España, en el que se estimó la cifra en más de 6.100 fallecidos.
Los cinco puntos básicos para protegerte de la ola de calor
Por todo esto que hemos expuesto, es importante entender que debemos protegernos del calor durante los meses del verano y especialmente durante la ola de calor. Y es que el golpe de calor, provocado sobre todo por fallos en los mecanismos de termorregulación, es prevenible si tenemos los conocimientos adecuados. ¿De qué formas podemos hacerlo? En un comunicado, la Cruz Roja, de la mano de su campaña 'En guardia contra el calor', da algunos consejos:
Beber agua con frecuencia
El agua es una de nuestras grandes aliadas durante estos días de calor. Y tomarla no solo cuando tengamos sed (muchas veces, en el momento en el que empezamos a sentir sed, es probable que ya estemos deshidratados), sino hacerlo de forma constante, especialmente si estamos al aire libre o realizamos actividad física. Como el sudor también contiene sales, lo ideal es rehidratarnos también con bebidas que contengan más de 40 miligramos de sodio por 100 mililitros.
En cambio, debemos mirar de lado las bebidas con cafeína, el alcohol o las bebidas azucaradas, que lo que favorecen es justamente lo contrario: la deshidratación. Debemos estar especialmente atentos a los signos de deshidratación, como sensación de sed, mareo, boca seca o cansancio.
Evitar la exposición prolongada al sol y usar protector solar
El sol es durante estos días lo suficientemente fuerte como para provocar quemaduras solares. Para evitarlo, deberemos tener la precaución de permanecer en la sombra, sobre todo entre las doce del mediodía y las cuatro de la tarde, que es cuando el sol es más fuerte. No debemos olvidarnos del protector solar, que aplicaremos con frecuencia, sobre todo después de realizar actividades como nadar.
Las quemaduras por el sol afectan a la capacidad del cuerpo para enfriarse, de ahí que debamos aplicarnos el protector solar más adecuado para nosotros y para la actividad que vayamos a realizar. Lo usaremos sobre todo cuando estemos al aire libre y lo iremos aplicando cada dos horas o con más frecuencia si estamos en la piscina o sudamos mucho. Un protector solar de amplio espectro con un factor de protección de 30 o superior es nuestra mejor defensa contra los rayos nocivos del sol.
Reducir las actividades físicas en las horas centrales del día
El calor intenso y las actividades al aire libre no se llevan muy bien. Aunque los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recomiendan tratar de permanecer en espacios interiores con aire acondicionado cuando sea posible durante el calor intenso del verano, si necesitamos salir al exterior y enfrentarnos a sus condiciones sofocantes, es clave limitar las actividades al aire libre en las horas más frescas, por la mañana y por la noche, cuando hace más fresco.
Pero no solo debemos prestar atención a los grados, sino también al nivel de humedad ya que existe un mayor riesgo de sufrir un golpe de calor en ambientes muy húmedos debido a que el cuerpo pierde capacidad para enfriarse al producirse una mala evaporación del sudor.
Si tenemos que trabajar en condiciones de calor extremo es fundamental tomarnos descansos adicionales y beber mucha agua. No debemos esperar a que nuestro rendimiento sea el habitual cuando hace calor: debemos darle tiempo al cuerpo para que se recupere después de haber estado expuestos al calor. Si el esfuerzo hace que nuestro corazón lata con fuerza y nos deja sin aliento es muy importante detener toda actividad, ir a un lugar fresco o a la sombra y descansar; sobre todo si nos sentimos mareados, confundidos o débiles.
Ropa ligera y complementos como sombreros y gafas de sol
La ropa debe ser ligera y holgada, que deje espacio para que circule el aire debajo de ella y que nos permita sudar y la transpiración. Por el contrario, el uso de ropa demasiado ceñida no permitirá que el cuerpo se enfríe de la forma adecuada.
Las barreras físicas como un sombrero de banda ancha nos aislarán la cara, los ojos, la cabeza, las orejas y el cuello de los rayos solares. Las gafas de sol adecuadas, es decir, con una protección de un 100% frente a los rayos ultravioletas y radiación azul visible, nos protegerán los ojos. No solemos prestarles mucha atención, pero los pies son otro punto clave a tener en cuenta: el calzado con el que los arropemos debe ser fresco, cómodo y también transpirable.
Evitar los espacios cerrados calientes
Los espacios pequeños y cerrados, como puede ser un coche parado, pueden calentarse de forma peligrosa con mucha rapidez. Por tanto, es clave no dejar nunca, aunque sea por poco tiempo, a alguien en un vehículo estacionado y cerrado. No es seguro dejar una persona en un coche estacionado cuando el tiempo es caluroso, ni siquiera con las ventanillas abiertas o el vehículo en la sombra.