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La vida de Mohamed y Hakim, de Marruecos a un bosque entre Berango y Getxo: "Esto es duro, pero la calle es peor"

Detrás del polideportivo Fadura, en unos terrenos privados entre Getxo y Berango, una decena de migrantes convive en tiendas de campaña. Llevan allí más de un año, según algunos reconocen. Cuentan con bidones de agua que van recogiendo de las fuentes públicas y comen en comedores sociales o del dinero que consiguen en trabajos que realizan pese a estar en situación irregular en el país. Dos de las personas que viven en estas condiciones son Mohamed y Hakim ambos de 19 años. El primero de ellos llegó al asentamiento hace seis meses, después de haber deambulado por las calles de Bilbao tras llegar de su Marruecos natal. El segundo, hace tres meses.

“Esto es duro, pero la calle es peor. En Bilbao estuve durmiendo en la calle, en Abando y no tenía comida ni dónde ducharme. Aquí nos ayudamos entre nosotros, tenemos comida, un techo y para ducharnos vamos al mar”, reconoce Mohamed en un casi perfecto español a este periódico. La playa más cercana está a poco más de media hora caminando desde el asentamiento, pero ese no es el único viaje que realizan a lo largo del día. Sobre las tres de la tarde ambos regresan de estudiar. Mohamed está realizando una FP de Electrónica, mientras que Hakim estudia en un centro de Educación de Personas Adultas (EPA). A pesar de sus condiciones intentan no faltar ningún día a clase. “Cuando dejas tu país y vienes aquí sabes que no va a ser fácil, pero nosotros queremos estudiar. Nos han dado esa posibilidad y aunque no paran de hacernos promesas que no se cumplen, pronto saldremos de aquí”, confía Hakim, que pese a ir aprendiendo el idioma aun necesita la ayuda de su compañero para que le traduzca.

Ambos supieron de la existencia del asentamiento por el boca a boca de personas de origen marroquí que ya llevaban tiempo viviendo en Euskadi. Pese a los recursos de acogida, muchos de ellos pasan por asentamientos como ese, que no es el único en la zona, para subsistir en lugar de estar en la calle. “En invierno llueve mucho y hace frío, aquí al menos tenemos un techo”, reconoce. Los dos duermen en una de las tiendas de campaña con otro chico, mientras que, según detallan, en las otras pueden llegar a vivir hasta cinco más.

Desde el Ayuntamiento de Berango y de Getxo son conscientes de la situación y, a pesar de que los jóvenes, en su mayoría -si no es en la totalidad- hombres magrebíes mayores de edad, llevan tiempo asentados en la zona, esta semana han abierto un recurso de emergencia para que dejen los campamentos. “Diez de ellos han abandonado el asentamiento de forma voluntaria y están en el albergue de emergencia, pero no hay sitio para más. Estamos saturados y solo en Getxo tenemos 40 plazas para personas migrantes, tanto en albergues como en pisos, pero el aumento de llegadas está haciendo que la ocupación esté al completo”, reconoce Javier, miembro de la asociación San Nikolas Zabalik que aglutina toda la labor social y solidaria que se realiza en la parroquia San Nicolás de Bari en Algorta (Getxo).

Diez de ellos han abandonado el asentamiento de forma voluntaria y están en el albergue de emergencia, pero no hay sitio para más

El aumento de la llegada de personas migrantes a la zona de Getxo ha hecho que el Ayuntamiento cree el “Primer Plan Transversal de Acogida a personas inmigradas y refugiadas. Aportando a la cohesión social de Getxo 2023-2026”, una serie de estrategias para hacer frente a la situación y con el que dotan de recursos a asociaciones como San Nikolas Zabalik. Una vez los jóvenes llegan, se les deriva a los recursos que necesiten ya sea para aprender el idioma, para estudiar o para aprender un oficio. “Nuestro objetivo es lograr la integración de estas personas, pero muchas veces no damos abasto. Hacemos lo que podemos con los medios que tenemos. Esperamos que el albergue de urgencia solucione este problema, pero sabemos que es algo que lleva tiempo pasando”, reconoce.

Desde el Ayuntamiento de Getxo confirman a este periódico que con el plan de acogida buscan atender y dar cobertura a las necesidades de jóvenes mayores de 18 años sin red familiar en el territorio y con dificultades en el idioma y el acceso al empleo. “Coordinamos los servicios existentes en el municipio, tanto dependientes del Ayuntamiento (Servicio de información, valoración, diagnóstico y orientación, Servicio de Intervención Socioeducativa y psicosocial y servicio de Acogida nocturna) como de entidades sociales”, detallan.

“A Getxo, al igual que a otros municipios, llegan jóvenes migrados sin referentes familiares, con muchas dificultades y riesgo de exclusión social. A través de este modelo, queremos trabajar por la inclusión de todas las personas, con el objetivo de ser una ciudad cohesionada. Por eso, queremos ofrecer a los jóvenes oportunidades para la cobertura de sus necesidades básicas, de apoyo socioeducativo y del establecimiento de relaciones y vínculos con la comunidad, a la vez que potenciar sus capacidades y habilidades, de cara al acceso a la formación y al empleo. Creemos que trabajar por reducir las situaciones de calle que muchos de ellos padecen es la alternativa adecuada para su inclusión, y para la cohesión social y convivencia que el conjunto de la sociedad necesita. Lo innovador en Getxo es la capacidad de entidades como Pertsonalde y San Nikolas Zabalik para articular vínculos comunitarios y lazos humanos que apoyan, orientan y permiten a los jóvenes integrarse en la sociedad”, informan desde el Consistorio. Por el momento no cuentan con un registro de las personas que han sido atendidas desde que el plan se puso en marcha, ni tampoco de las que siguen en las calles, pero no descartan publicar esa información de cara a septiembre.

La Policía Municipal de Berango, a donde pertenece parte de los asentamientos, ha estado en varias ocasiones en la zona. Por el momento, según confirma el jefe de la Policía a este periódico, se ha distribuido información en castellano, euskera y árabe para que conozcan los recursos que tienen disponibles. “El mes pasado realizamos una reunión con las asociaciones y el Ayuntamiento y procedimos a realizar una visita para conocer el lugar. Les informamos de los recursos a los que podían acudir y algunos de ellos decidieron dejar voluntariamente el campamento, otros se quedaron. Es un terreno de propiedad privada, pero no hemos recibido ninguna denuncia por lo que no han sido desalojados ni se les han retirado sus pertenencias”, reconoce. Este periódico se ha puesto en contacto con el Ayuntamiento de Berango, pero al cierre de esta edición no ha obtenido respuesta.

Llevamos así tiempo y no tenemos mucha esperanza de que la situación cambie, pero estamos bien. Estamos vivos y saldremos adelante

Mohamed y Hakim mañana volverán a despertar en los colchones y cartones del campamento, se acicalarán con el agua de la que disponen en los bidones que recogen en las fuentes y, si lo requieren, se bañarán en el mar. Después irán a clase a estudiar. “Llevamos así tiempo y no tenemos mucha esperanza de que la situación cambie, pero estamos bien. Estamos vivos y saldremos adelante”, confía Mohamed tras pedir “respeto” a quienes se acerquen a los campamentos. Según lamenta, un hombre se ha acercado a la zona esta mañana y les ha fotografiado mientras dormían. “No sabemos si era periodista, no nos ha dicho nada, solo se ha colado y ha sacado la foto. Quien quiera puede venir a ayudar, pero ahora mismo esta es nuestra casa y pedimos que se nos respete hasta que podamos salir de aquí”, concluye el joven.

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