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¿Por qué se inundan cada vez más nuestras ciudades?

Los alcantarillados pluviales, cada vez más grandes y caros, esconden un peligro silencioso e invisible y no resuelven el trasfondo de las inundaciones, que es la destrucción de la naturaleza.

La superficie natural de vegetación y los suelos forman una esponja que filtra la lluvia hacia el subsuelo y los acuíferos; al eliminarse y sustituirse por coberturas urbanas impermeables, como asfalto, concreto y techos, el agua pluvial ya no es absorbida y se convierte en escorrentía.

Como la expansión urbana sigue eliminando estos ecosistemas, la escorrentía aumenta y causa muertes por arrastre y ahogamiento. Los alcantarillados la conducen hasta quebradas y ríos, aumentando el caudal y trasladando el problema a los lugares aguas abajo, con consecuencias como desbordamientos, inundaciones y daños cada vez mayores a puentes, carreteras, propiedades, construcciones, colectores sanitarios, acueductos, etc.

Las probabilidades de hundimientos en las vías donde se ubican los enormes alcantarillados y en terrenos cercanos (especialmente en calles estrechas) son mayores, pues la fuerza de la fuga es proporcional a tales caudales y, al estar bajo tierra, su detección suele ser tardía e implicar tragedias.

Al no existir llave para cerrar el chorro y reparar la fuga, se tiene que esperar a que pase la lluvia, con posibles lamentables consecuencias. Hay más problemas asociados a estas enormes alcantarillas, como la restricción a la arborización. Es evidente que este aumento de diámetros no es una solución ética, lógica ni sostenible.

El problema es mucho mayor porque la continua eliminación de ecosistemas (suelos, bosques, árboles, sotobosque, humedales, etc.) ocasiona la pérdida de los servicios ambientales que brindan infiltración de lluvia y recarga acuífera, hábitat para biodiversidad, prevención de erosión y deslizamientos, producción de oxígeno, fijación de carbono, protección de acuíferos, clima fresco, paisaje natural, zonas para recreación, deporte, ecoturismo y más.

Estos servicios son mayores cuanto más boscosa, frondosa y natural sea la cobertura. Superficies más intervenidas, como zonas de zacate y agricultura, mejoran los servicios ambientales con reforestación y prácticas agroecológicas, respectivamente.

El servicio de recarga acuífera es vital, pues gracias a estos profundos reservorios subterráneos, incluso en la temporada seca de seis meses sin lluvia, tenemos agua en nacientes, quebradas, ríos y represas, y para consumo humano, la agricultura, la industria y el turismo. No es de extrañar la escasez creciente de agua potable y energía eléctrica, ya que los acuíferos están más vacíos, en gran parte debido a esta pérdida de cobertura natural.

Nuestro gran aparato estatal ha propuesto grandes proyectos de ordenamiento territorial, como el Plan GAM de 1982, que decretó un anillo de contención urbano en la Gran Área Metropolitana, ya sobrepasado, el Prugam, el Plan GAM 2013 y muchos otros instrumentos relacionados con planificación urbana, sostenibilidad, ambiente y calidad de vida, que tampoco trascendieron.

Lejos de cumplirlos, las autoridades públicas promueven la modificación de normativa (leyes, decretos, planes reguladores) que relaja la protección de la naturaleza y facilita el avance urbano hacia las zonas montañosas, las áreas protegidas, los corredores biológicos y los sitios vulnerables o frágiles, con su consecuente deforestación y vagonetas cargadas de valiosos suelos.

La invasión de asfalto y concreto en las montañas es especialmente preocupante, pues origina escorrentías más fuertes, debido a las altas pendientes, y deslizamientos. Ante la alarmante emergencia climática, es urgente que nuestro gran aparato estatal invierta adecuadamente nuestros impuestos en acciones contra la destrucción de los ecosistemas y suelos remanentes, y en la mejora de cobertura vegetal en las superficies tanto por razones éticas como económicas, pues es menor el costo de hacerlo que las consecuencias de la inercia.

Es necesaria la contención del crecimiento dentro de las zonas urbanizadas, mediante acciones que permitan transformarlas en espacios de mayor densidad poblacional y, a la vez, brinden mejor calidad de vida.

suelosfertiles@gmail.com

La autora es ingeniera eléctrica especializada en el manejo de recursos naturales.

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