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Un paro con señales del futuro, por Mirko Lauer


                                 Un paro con señales del futuro, por Mirko Lauer

Durante buen tiempo, amplios sectores del país han vivido en el temor de una repetición de la violenta protesta que siguió al golpe y caída de Pedro Castillo.

Nadie espera que el paro nacional liderado mañana por la CGTP produzca un corte en el proceso político nacional. Pero con éxito de masas o sin él, el paro pondrá en evidencia que las dirigencias populares están con ganas de movilizarse. Serán las primeras ganas desde que Dina Boluarte produjo la masacre que la atornilló al poder.

¿De dónde vienen estas nuevas ganas? El movimiento popular organizado está sufriendo los efectos de un recorte del empleo y de los ingresos, sin perspectivas de mejora. Todo esto mientras se escucha sobre las fortunas que amasa el crimen organizado, en la producción o en la simple rapiña en calles, plazas y oficinas públicas.

Además, la organización laboral está acosada. Un buen ejemplo es el de la Federación Minera, en muchos lugares acosada por movilizaciones de comunidades circunvecinas a las minas, o delincuentes de la minería ilegal. Con esto el asaltante o el extorsionista debilitan al sindicalista, y el propietario que así lo desee se puede sumar al triángulo debilitante.

Mañana, Gobierno, empresarios, partidos u otros tipos de asociación mirarán con detalle el paro para buscar señales del futuro. Los balances básicos, como su triunfo o fracaso, no se aplican en esta oportunidad. En verdad no se está pidiendo nada concreto (aunque figure en el pliego), sino enviando una señal a las diversas fuerzas del país.

Durante buen tiempo, amplios sectores del país han vivido en el temor de una repetición de la violenta protesta que siguió al golpe y caída de Pedro Castillo. Algo así como que esta vez fue el diluvio, la próxima vez será el fuego. No hemos visto una próxima vez, y es poco probable que la veamos mañana viernes.
La fuerza de las protestas de esta hora, es decir, del paro nacional de mañana y de las marchas a Lima de Fiestas Patrias, quizás se vea debilitada por los ajetreos y las esperanzas electorales que acaban de comenzar. Eso, empero, les permitirá ser desplazamientos cívicos, que acaso no necesitarán quemar llantas para atraer cámaras de TV.

El 19 de julio de 1977 eran evidentes las simpatías del empresariado con la movilización de las federaciones laborales. No puede decirse que ese vaya a ser el caso ahora. Pero las encuestas a empresarios sugieren que no están tan lejos de ese punto de quiebre.

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