Qué son y cómo usar las ollas de vidrio que se han puesto de moda: duran más y evitan químicos
En la era de los hábitos saludables, cuando hablamos de alimentación es tan importante la calidad y procedencia de los productos que consumimos como la forma en la que los cocinamos y con qué materiales están hechos las sartenes y ollas que utilizamos para su elaboración, así como el método de envasado para su posterior conservación si no vamos a tomarlos de forma inmediata.
De poco sirve invertir en verduras ecológicas en tu tienda de barrio preferida o cocinar los tomates y berenjenas del huerto sin tóxicos de tu vecina, si luego las ollas que guardas en tu despensa están cargadas de metales pesados y otros contaminantes. Como en todo, a la hora de elegir tu batería de cocina encontrarás distintos materiales, casi para todos los gustos (y bolsillos). Uno de los más aclamados por sus bondades en los últimos tiempos han sido los de vidrio, aptos para hervir, asar y hornear sin contaminar. Además, no transmiten ningún olor o sabor adicional a la comida y son muy fáciles de limpiar.
Al ser transparentes nos ayudan a controlar el proceso de cocción en todo momento. Podemos encontrar en el mercado ollas, cazuelas y cazos de distintos tamaños. Los precios oscilan entre los 30 y los 200 euros.
Estas son sus características:
- Tienen una alta resistencia a elevadas temperaturas. Son muy duraderas y seguras. Además de versátiles.
- Se pueden emplear en cocinas de gas, eléctricas y vitrocerámicas, aunque no en las de inducción; también en hornos y microondas.
- Retienen muy bien el calor cuando cocinamos, lo que nos permite emplear menos energía y cocinar a fuego lento.
- Los platos que obtenemos conservan mejor sus nutrientes.
- No desprenden ningún tóxico al cocinar al no contener ningún metal pesado.
- Al no contener materiales antiadherentes, se recomienda calentar previamente el recipiente a fuego lento al menos unos dos o tres minutos antes de comenzar a preparar nuestras recetas. Se aconseja también cocinar con líquidos o grasas.
- Las ollas de vidrio son sencillas de limpiar, y son aptas para el lavavajillas. Hay que usar estropajos suaves. Si algún alimento se ha adherido a la superficie, se pueden dejar a remojo un tiempo con agua caliente.
Otros materiales
Si estás pensando en renovar tu batería de cocina, te contamos qué otros materiales puedes encontrar en el mercado. Algunos más aconsejables que otros:
Los de aluminio. Por una parte, es un material que ayuda a conducir el calor de forma adecuada. Muchas ollas y sartenes se fabrican todavía con aluminio por ese motivo. Aunque hay países como Francia, Alemania y Reino Unido donde se ha prohibido el contacto directo de este material con los alimentos. No tiene riesgos si está recubierto por otros materiales seguros pero no siempre es sencillo reconocer si esos recubrimientos no son tóxicos.
El aluminio se transmite directamente al alimento al someterlo a cierta temperatura, y del alimento pasa a nuestro organismo, especialmente en el cerebro. Los precios de fabricación y venta son asequibles, pero la producción del metal es tóxica. Puede causar trastornos mentales y gastrointestinales.
Los de cobre. Es uno de los mejores conductores del calor. Su problema es la toxicidad que genera por su alto grado de oxidación, por lo que requiere un buen mantenimiento para evitar que se generen esos procesos.
Se utilizaban más en otras épocas, pero ahora suelen formar parte de las cocinas actuales solo como elementos decorativos. El exceso de cobre en el organismo puede provocar afecciones en el sistema nervioso, el metabolismo, el hígado o anemia, entre otras.
Los de esmalte y con recubrimiento antiadherente. En el caso de estas ollas, no hay que dejarse embaucar por los diseños que podemos encontrar en el mercado, que suelen ser bonitos y vistosos. Es muy importante que compruebes si no se han fabricado con metales pesados muy tóxicos para el ser humano como el plomo. Al cocinar a altas temperaturas, estaremos expuestos a los metales, resinas y barnices que hayan empleado.
Los de hierro. En cuanto a los utensilios de hierro para cocinar, hay opiniones encontradas. Es el material preferido para muchos chefs. Lo que sí es cierto es que son ollas o sartenes muy pesadas fabricadas en un material que al no ser el mejor conductor del calor necesitan de más energía para cocinar, y además requieren un mantenimiento minucioso para evitar que se oxiden. El hierro inorgánico que podemos ingerir a través de los alimentos cocinados en estas ollas y sartenes no es asimilable por nuestro intestino delgado.
Acero inoxidable. Son los más habituales en las cocinas modernas, resultado de una aleación de hierro con carbono y otros metales. Hay muchos tipos acero inoxidable, lo realmente importante es constatar si tienen sello de identificación que los haga seguros para su uso y que sean libres de tóxicos.
El más habitual es el AISI 304 con una numeración de 18/10 o 18/8 que indica la relación de cromo o níquel que usa. Las hay de acero sin níquel para personas que presentan alergias. Y el mejor, sin duda, es el inoxidable quirúrgico con titanio 316Ti, totalmente inocuo para la salud y biocompatible. Es más caro pero te garantiza total seguridad.
Materiales prohibidos y otros utensilios de plástico
Los de PTFE y PFOA. Son los dos componentes añadidos al teflón. Son el polifluorotetraetileno y el ácido perfluorooctanoic. Este último se prohibió en la UE en 2017 por los problemas de salud que puede generar a nivel endocrino.
Los hechos de plástico. El plástico es uno de los materiales más utilizados en casi todos los procesos de fabricación, está presente en todos lados y aunque no lo encontramos en los utensilios para cocinar alimentos, sí que los contienen algunos de los que usamos para recalentarlos. Sometidos a cambios de temperatura, se ha comprobado que algunos liberan sustancias nocivas para nuestro organismo; por lo que no se aconseja emplearlos para calentar comida en su interior. En 2011 la Unión Europea prohibió el Bisfenol A (BPA) tanto en frascos como en biberones infantiles. Algunos de los problemas que se han asociado al uso de plásticos tóxicos son los desórdenes hormonales, digestivos e infertilidad.