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Said Khatib : «Si los reporteros palestinos no siguen contando lo que pasa, se apaga la luz»

Abc.es 
Said Khatib , fotoperiodista palestino nacido en en 1967 en Rafah, una ciudad de la Franja de Gaza cercana a la frontera con Egipto, estudió en la Universidad Al-Azhar, de Gaza, y trabaja desde 2003 para la agencia France Presse (AFP). Las últimas fotografías publicadas de Khatib denuncian el sufrimiento de la población civil, duramente castigada por la ofensiva de Israel. Sus instantáneas captan las dificultades a las que se enfrentan los más desfavorecidos en el conflicto y son destacadas con frecuencia entre las mejores de la semana por AFP. El reportero gráfico ha sido distinguido con el premio Mingote de 2024 por una fotografía tomada en Gaza y publicada en La Vanguardia el 13 de octubre de 2023. Sus Altezas, autoridades, responsables del diario ABC, señores y señoras, buenas noches. Antes de nada, quiero decirles lo feliz y lo honrado que me siento de estar aquí esta noche, en España, en esta maravillosa ciudad que es Madrid, para recibir el premio periodístico Mingote . Nunca había estado en España, ni tampoco en Europa. Tengo 47 años, pero al igual que la mayoría de la población de la Franja de Gaza he vivido la mayoría de mi vida encerrado en ese pequeño espacio de tierra que es mi casa. Les quiero hablar como periodista, pero sobre todo como ser humano. La inmensa mayoría de los palestinos de Gaza éramos gente como ustedes, pero de la noche a la mañana nos quedamos sin nada : nos convertimos en personas sin hogar, nuestros hijos perdieron sus escuelas, sus amigos, su futuro. Por eso, pese a estar muy contento esta noche, traigo conmigo una inmensa tristeza . Primero por mis familiares y amigos fallecidos desde octubre y después por toda la gente que esta misma noche sigue huyendo de las bombas y sufriendo en Gaza. Yo soy de Rafah, en el sur de la Franja de Gaza, pero mi preciosa casa ha quedado convertida en una montaña de escombros. Antes de que eso ocurriera, mi hogar fue durante semanas la casa de mis colegas de la Agencia France Presse y de sus familias, que tuvieron que desplazarse desde lugares más al norte. Hemos cubierto juntos esta guerra, hemos sufrido la falta de comida y de agua y hemos sentido mucho dolor y mucho miedo , por nuestros seres queridos y por nosotros mismos. No había un momento de calma. Los periodistas estamos pagando un alto precio. Más de 100 de nuestros colegas han muerto violentamente desde octubre mientras informaban sobre esta guerra. Es una tragedia. Pero si los reporteros palestinos no siguen contando lo que pasa, se apaga la luz , porque Israel no está dejando entrar a periodistas extranjeros en Gaza. Sería imposible describirles las dificultades que hemos pasado. Somos periodistas, pero también somos palestinos, padres y esposos . Yo, personalmente, cuando salía a trabajar cada mañana sentía que descuidaba mi obligación de suministrar a mi familia agua y comida y sentía también que los abandonaba, que no estaba para proteger o reconfortar a mis hijos, como hacen la mayoría de los padres. Antes de marcharme les daba un beso pensando que tal vez sería la última vez que los veía . Que algo terrible podía ocurrirnos a ellos o a mí en cualquier momento. Todos hemos perdido a seres queridos desde octubre. Una mañana, oí una fuerte explosión y me preparé para salir a hacer fotos. En ese momento, recibí una llamada de mi sobrino de 17 años. Me dijo: « Tío, estoy ahogándome bajo los escombros de la casa «. Salí corriendo hacia allá y con los equipos de rescate, que casi no tienen medios materiales, conseguimos localizarlo y rescatarlo con heridas leves. Pero su madre y su hermana murieron y su padre y su otra hermana resultaron heridos graves. Un mes más tarde, otro sobrino perdió a su esposa embarazada, a una hija y a la mayoría de su familia política en otro bombardeo. Acababan de llegar a aquella casa, situada cerca de un hospital que aún estaba funcionando porque su mujer estaba a punto de dar a luz y se sentía más segura cerca de un centro médico. Solo lograron sacar con vida de entre los escombros a su hijo de siete años, Karim. La imagen que premian esta noche la tomé un día en el que estaba fotografiando casas destruidas y encontré a varias personas que volvían a sus hogares para ver si podían salvar algunas pertenencias o documentos importantes. Mientras tanto, otros huían a lugares teóricamente más seguros , en coches, carretas o a pie. Fue un día triste y doloroso , que plasmé a través de la mirada de estas niñas, que buscan seguridad y contemplan atónitas y llenas de miedo la desolación que siembran las bombas. Gracias por considerar importante esta fotografía. En mi nombre y en el nombre de todos mis colegas periodistas que se juegan la vida cada día. Muchas gracias.

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