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Argentina siguen sin acuerdos comerciales

Argentina siguen sin acuerdos comerciales

El último año fue catastrófico para las exportaciones argentinas. Según publicó el Banco Mundial, la ratio entre exportaciones (de bienes y servicios) y el PBI arrojó, en nuestro país, sólo un 12,9% en la última medición anual (2023). La total mundial más que duplicó la nuestra (fue 29,3%).

Nuestra ratio estuvo, así, entre las 10 menores de todo el planeta y fue la más baja de toda América Latina. Como modo de advertir nuestra debilidad, puede destacarse que esa ratio en toda Latinoamérica y el Caribe fue 25,3%. En los mejores resultados en nuestra región aparecen Puerto Rico (53,9%), Panamá (47,9%) y Paraguay (42,5%).

Un fracaso como tal obedece a diversos motivos, algunos coyunturales y otros estructurales. En 2023 afectaron la sequía, el desorden macroeconómico y regulativo, y la debilidad vinculativa internacional. El crecimiento de las exportaciones argentinas en 2024 ronda hasta ahora el 12%. No está mal, pero no es suficiente.

Uno de los aspectos más críticos del perfil internacional argentino es la escasez de acuerdos de apertura recíproca (lo que durante mucho tiempo se llamó Tratados de Libre Comercio y que la Organización Mundial de Comercio (OMC) denomina Acuerdos Comerciales Regionales o RTA, por sus siglas en inglés). Un reciente trabajo del Foro Económico Mundial muestra que la firma de acuerdos de integración en materia de comercio e inversiones entre países es, hoy, la principal área de pactos entre países (superando ahora a los pactos sobre asuntos ambientales).

Si bien la tendencia a firmar este tipo de pactos de integración económica comenzó ya a fines del siglo XX y la mayoría de los principales países ya tiene un stock de acuerdos significativo, éstos siguen celebrándose año a año: según la OMC, hay hoy (2024) en vigencia 369 acuerdos regionales de asociación comercial en el planeta, habiéndose incrementado considerablemente el número de esos tratados en los últimos años (en los últimos 20 años se firmaron 204 de ese total).

Por caso, en los últimos meses se ha conocido que la Unión Europea ha celebrado un pacto de libre comercio digital con Singapur, que el Reino Unido adhiere al Acuerdo Integral y Progresivo para la Asociación Transpacífica y que la India ha celebrado un pacto comercial con la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC), formada por Noruega, Suiza, Islandia y Liechtenstein.

Esa tendencia planetaria (que no cesa desde hace unos 30 años) ha generado que en la actualidad el 70% de todo el comercio internacional (bienes y servicios) en el planeta ocurra bajo un arancel en frontera reducido a 0% (Argentina sólo genera comercio exterior con arancel 0% para un cuarto de sus exportaciones). El arancel promedio en frontera en el planeta (aun con ciertos movimientos sancionatorios en frontera por razones geopolíticas recientes en algunos países) es de menos de 3% (alícuota que está muy por debajo de lo que, en promedio, pagan las exportaciones argentinas al ingresar a sus principales mercados y, a la vez, que está muy por debajo de lo que pagan nuestros importadores en el territorio nacional para acceder a tecnología, bienes de capital e insumos).

Pero no sólo evoluciona la cantidad sino también las materias que los países incluyen en esos pactos: además de reducir aranceles en frontera, ahora incluyen reglas comunes (formando auténticas coaliciones regulativas) en numerosos otros ámbitos como inversiones, estándares cualitativos, servicios, propiedad intelectual, etc. El Banco Mundial, por eso, ya habla más que de Free Trade Agreements, de Deep Trade Agreements.

Hace algunos años, el mundo comenzó a cambiar su marco geopolítico. El Brexit, la pandemia (y su impacto en las cadenas de suministro), las tensiones comerciales entre Estados Unidos (ahora también la UE) y China, y los acontecimientos bélicos en Ucrania y el Mar Rojo son ejemplo del nuevo escenario. Lo que ha llevado a un incremento de las relaciones comerciales entre los países que logran alianzas entre sí y a un decrecimiento de la intensidad de los vínculos entre los que mantienen tensiones.

Un trabajo de la UNCTAD menciona que en los años 2022 y 2023 el comercio entre países aliados geopolíticamente creció más de 6% mientras que entre los geopolíticamente distantes decreció más de 5%. Así, hoy, el comercio entre todos los países mantiene su alza moderada (la OMC prevé una suba de más de 2% para este año y de más de 3% para el año próximo), pero la experiencia muestra que el comercio internacional está concentrándose entre aliados. El comercio entre países geopolíticamente distantes es hoy menor al 20% del total mundial.

La Argentina debe incrementar su presencia comercial exterior. Genera apenas 0,3% de todo el comercio internacional planetario y, de acuerdo con su PBI, esa participación debería duplicarse. El incremento requerido depende de muchas transformaciones domésticas (en la línea apropiada están el DNU 70/23, la llamada Ley Bases y el consenso obtenido en el llamado Pacto de Mayo). Pero una asignatura a la que tradicionalmente nuestro país ha concedido poco peso debe emerger con más relevancia: la celebración de acuerdos de apertura recíproca en materia de comercio e inversiones (apenas tenemos el Mercosur, que funciona con muchas falencias, y algún otro menor pacto bilateral adicional).

Hemos desaprovechado la tendencia que en el planeta otros impulsaron. Pero estamos a tiempo de recuperar terreno con decisión estratégica, vocación y capacidad técnica para la ejecución.

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